Los largos y burocráticos procesos de negociación en materia de desertificación están muy alejados de las necesidades de las poblaciones afectadas, opinó aquí un representante de las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC).
En una intervención ante el debate del segmento de alto nivel de la IX Conferencia de las Partes (CdP.9) de la Convención de la ONU de Lucha contra la Desertificación, la participante de las OSC, Celia Barbero, resaltó que los temas acuciantes de este foro demandan de la comunidad internacional soluciones rápidas y tangibles.
Sólo se hará frente a la desertificación y el cambio climático con acciones tajantes que cambien los desmesurados patrones de consumo actuales por modelos que garanticen el bienestar de toda la población mundial, especialmente la más pobre, añadió la representante de la fundación Instituto de Promoción y Apoyo al Desarrollo de España (IPADE).
Remarcó que si se pretende una lucha eficaz contra esos flagelos en el marco de las estrategias de adaptación y mitigación al cambio climático debe fomentarse el acceso a la tecnología y la capacitación técnica de las poblaciones afectadas.
También consideró indispensable estrechar puentes de cooperación entre los decisores políticos y la ciudadanía, pues se debe tener en cuenta la experiencia de las comunidades locales y promover la sensibilización y movilización de la ciudadanía para involucrarla en esas tareas.
Las OCS, dijo, consideran "muy insuficientes los fondos previstos para el desarrollo de proyectos de lucha contra la desertificación, así como para la adaptación al cambio climático" y sentenció que, si no se incrementan, crecerá la vulnerabilidad de las poblaciones locales frente al aumento de la temperatura global y la degradación de la tierra.
Calificó los agrocombustibles de alternativa energética inaceptable "mientras atenten contra la soberanía alimentaria y los estilos de vida tradicionales de las poblaciones más pobres".
Al respecto llamó la atención de que el precio de los alimentos se ha duplicado en los últimos tres años y la contribución para ello de los agrocombustibles se estima entre el 30 y el 75 por ciento.
"La soja ha desplazado el cultivo de alimentos para el consumo interno y las comunidades agricultoras se están viendo obligadas a vender o arrendar sus tierras a las agroindustrias", señaló Celia Barbero.
Enfatizó que sólo en Argentina los campos de ese grano aumentaron un 141 por ciento entre 1995 y el 2004, al tiempo que el porcentaje de niños desnutridos se incrementó de un 11 a un 17 por ciento.
|
|
|