Decenas de miles de filipinos huyen hoy despavoridos del tifón Parma en busca de refugio, mientras el gobierno se prepara ante una posible segunda catástrofe a escasos días del huracán que cobró centenares de vidas.
Por el noreste ya se hace sentir la violencia del mar y torrenciales lluvias bañan las zonas montañosas costeras para dejar más agua en zonas que aún no han podido drenar las dejadas por Ketsana, que provocó las mayores inundaciones en más de cuatro décadas.
El potente meteoro avanza amenazador hacia la isla de Luzón y según los pronósticos debe golpear este sábado en la mañana la costa este con vientos sostenidos de hasta 230 kilómetros por hora, aunque los meteorólogos oficiales no descartan que devenga un supertifón.
Entretanto, el gobierno declaró "estado de calamidad" en todo el país y liberó fondos para auxilio de emergencia, mientras ordenó evacuar la población en riesgo de riadas y deslaves de tierra en seis provincias.
El ciclón anterior afecto a varios países del sureste asiático y dejó 422 muertes, de ellas 293 en este territorio, 101 en Vietnam, 14 en Cambodia y 16 en Laos.
Cada año el archipiélago filipino sufre el embate de al menos 20 grandes tempestades. Los tifones baten la región entre agosto y noviembre.
Según el jefe del servicio nacional de meteorología, Nathaniel Cruz, Parma parece traer menos lluvias que el Ketsana, pero mayores vientos.
Sin embargo, una amplia franja del norte del país, incluida la capital de Manila, se encuentra saturada por las aguas de Ketsana y cualquier cantidad de lluvias supone considerable peligro.
Estamos lidiando con un enorme tifón, dijo Cruz para señalar que el Parma es comparable con un predecesor, el Reming, que en 2006 mató alrededor de 734 filipinos. |
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