A raíz de la alerta que emitió la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) sobre la contaminación del agua potable con bacterias de origen fecal en las delegaciones Xochimilco, Milpa Alta y Tláhuac, EL UNIVERSAL realizó un recorrido por algunas zonas de la demarcación Xochimilco.
En el barrio de San Cristóbal, que se localiza en el centro de la delegación y muy cerca de un embarcadero, la señora María Raquel Luna González dijo que desde hace tres meses el agua empezó a llegar un poco sucia y “huele a mucho cloro”.
Incluso el martes 29 de septiembre ella se atrevió a tomar un poco del agua de la llave y “me supo como a caño”, por eso en su casa sólo utilizan el líquido para bañarse y lavar.
En una casa cercana que se ubica en el segundo callejón de Salitre vive Guillermina Membrillo, quien al igual que su vecina ha notado la mala calidad del agua que llega a sus llaves, razón por la cual en su casa siempre beben agua embotellada.
Caso contrario ocurre al cruzar la avenida Nuevo León, en el barrio de San Esteban, donde los vecinos aseguran que en sus hogares el líquido siempre es transparente y limpio, aunque por el día con poca presión.
En el barrio La Guadalupita, también en la zona centro, al entrar a la casa de doña Sotera Sandoval en la calle Josefa Ortiz de Domínguez, al abrir la llave se pudo comprobar que el líquido no tiene olor ni colores extraños.
A unos 20 minutos del centro de Xochimilco, por la carretera hacia Tulyehualco, se encuentra el pueblo de Santa María Nativitas, donde sus habitantes no presentan problemas con la calidad del agua. En la parte alta de este poblado se localiza el domicilio del señor Jesús Solares y su esposa Ema Peña, nativos de Santa María Nativitas, quienes sí beben agua de la llave, pero con filtro, porque así se sienten más seguros de consumirla.

Ya están acostumbrados
En el segundo muestreo que realizó la Cofepris durante junio y julio pasados y luego de conocer los resultados, concluyó que el agua potable de Milpa Alta, Tláhuac y Xochimilco es la que presenta mayores riesgos sanitarios, pese a la cloración.
Según el organismo que depende de la Secretaría de Salud, la presencia de bacterias de origen fecal puede atribuirse a las filtraciones de agua contaminada a las redes de distribución. Sin embargo, en algunas zonas recibir agua sucia no es un problema de meses sino de años atrás, tal y como ocurre en el pueblo de San Gregorio Atlapulco y, en específico, en el barrio de San Juan Minas. “Desde hace como 15 años cuando nos pusieron el rebombeo”, aseguró Ana Honorato.
Ella junto con sus vecinos se cansaron de quejarse en la delegación y que les prometieran colocar filtros en las tomas. Hasta la fecha el líquido les llega de un color amarillo y con olor a cloro. En su casa procuran consumir agua de garrafón, y cuando por cuestiones de tiempo no alcanzan a comprarla, entonces “pongo una servilleta para que sirva como filtro y luego la hiervo”, afirmó.
Laura Urrutia, vive en el barrio de la Asunción y ahí desde hace algún tiempo el agua llega con tierra y “con algo que parecen como huevecillos de mosca”, por eso, utiliza filtros y antes de beberla la pone a hervir.