Detrás de los problemas que se presentaron en el dique Itiyuro, principal fuente de abastecimiento de agua potable de Tartagal y localidades vecinas del departamento San Martín, se abrieron interrogantes acerca de las reservas disponibles en otros embalses, como Cabra Corral, El Tunal, Campo Alegre (La Caldera), Las Lomitas (Campo Quijano) y La Dársena (San Carlos).
Según registros actualizados hasta ayer, todos estos diques cuentan con reservas suficientes para el estiaje, como se denomina al período de aguas bajas en el ciclo hidrológico. Las cotas de las presas de la alta cuenca del río Juramento presentan niveles normales para esta época del año hidrológico y los informes técnicos descartan, hoy, una crisis hídrica como la que puso en jaque a la región en 1997.
Ese año, para esta misma época, el volumen de agua embalsada en Cabra Corral entró en tal declive por falta de lluvias y de aportes que la principal reserva hídrica del norte argentino quedó a sólo un paso de la línea por debajo de la cual hubiera dejado de generar energía hidroeléctrica para el sistema interconectado nacional.
Ayer, en horas de la tarde, el nivel de las aguas del extenso dique se hallaba en los 1031,04 metros sobre el nivel del mar, una buena cota que -traducida en volumen total de agua embalsada- da 2.170 hectómetros cúbicos.
Al respecto, los registros técnicos indican que, en los ciclos hidrológicos más recientes, los aportes de caudales al dique Cabra Corral se mantuvieron dentro del promedio de los últimos 50 años, es decir por arriba de los 1.000 hectómetros cúbicos. En el crítico año de 1997, el nivel de aportes apenas había llegado a 314 hectómetros cúbicos, o sea menos de un tercio de la media histórica.
Zonas en emergencia
De acuerdo con los informes técnicos, el cuadro de situación se presenta hoy complicado en zonas de la provincia que no cuentan con diques. Concretamente, atraviesan por emergencias hídricas vastas extensiones en Rivadavia y la Puna salteña. Pequeños productores del Chaco salteño pasan por momentos angustiantes porque están secos los madrejones y sus animales de cría no cuentan con agua para subsistir. En la zona andina, se vive una situación similar debido a la caída de reservas de las vegas. Para ambas regiones se pidió y se evalúa actualmente una declaración de emergencia agropecuaria.
Los caudales de los ríos y presas de la región -salvo contadas excepciones- dependen de alimentación pluvial, es decir de las lluvias, que entre abril y octubre son de extrañarse en esta parte del país. Y para esta época, la merma de caudales concuerda con los mayores consumos en usos domésticos (por la elevación de las temperaturas) y agrícolas.
Falta de lluvias
Dentro de este contexto, la falta de lluvias en la alta cuenca del río Caraparí, las elevadas temperaturas de la zona, y la reducida capacidad de almacenaje del dique Itiyuro favorecieron allí una irrupción de algas que afectó el suministro de agua potable en la zona.
Para superar el problema, equipos técnicos trabajaron en los últimos días en una derivación de caudales desde el dique El Limón hasta el sector de tomas del Itiyuro I. A la par, y como medida de precaución, se dispuso un cierre de válvulas aguas abajo del río Caraparí.
Anuncian un verano con pocas lluvias
Pocas precipitaciones y sequías en regiones de la Puna y valles secos de la provincia se anunciaron para la estación de lluvias que comienza este mes.
Según indicó el climatólogo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) en Salta, Ignacio Nieva, esta alteración es el resultado de la conformación del fenómeno "El Niño" en el océano Pacífico, "cuya intensidad se encuentra en aumento de ‘débil’ a ‘moderado’, esperándose el acrecentamiento mayor de su influencia".
"Por esas condiciones se pronostican sequías para la Puna y los valles secos de la provincia", afirmó el especialista.
Aunque sin la intensidad de 1997, en junio ya se había confirmado la constitución de la anomalía. Ya en febrero se registraron, en la superficie del centro y este del Pacífico ecuatorial, temperaturas de 1º C, mientras que en capas profundas alcanzaba los 4º C. Cuando el incremento es superior al medio grado durante tres meses o más, ya se considera oficialmente la llegada de El Niño, según las normas establecidas por la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Con una frecuencia de aproximadamente cinco años, las aguas de la mayor cuenca oceánica del planeta suben su temperatura provocando alteraciones en el clima mundial. Especialmente en América Latina las consecuencias, según regiones, son una sucesión de inundaciones y sequías.
El meteorólogo del INTA señaló que "esta singularidad se encuentra en desarrollo pero, cuando esté en su plenitud, se espera que provoque inundaciones en el sur de Brasil y en la zona mesopotámica argentina, mientras que en nuestra región se traduzca en sequías".
"Esto tiene consecuencias sobre la producción. En 1997 el Estado provincial debió proveer de pasturas frescas a los criadores de animales de la Puna salteña. Las predicciones adelantan que el fenómeno se prolongará hasta fines de 2009 y con bastante probabilidad también durante el primer trimestre de 2010, según las previsiones científicas de la OMM", afirmó Nieva. |
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