Mientras aguarda el estudio de impacto ambiental sobre el emprendimiento que Fiasa pretende instalar en General Acha, el titular de la empresa Alfonso Silva dejó en claro que "más allá de las razones técnicas que el estudio de impacto ambiental pueda decir a favor de la instalación de la planta allí, no podemos ir contra la voluntad de sus habitantes, si es que se oponen al emprendimiento".
Silva explicó que en no más de dos semanas tendría que estar concluido el trabajo que realizan especialistas de las universidades de Tandil y Tecnológica Nacional, destinado a determinar la viabilidad del proyecto tanto en su detalles técnicos de la planta productora de cloro-soda como el de la utilización del agua para su producción. "La importancia de las universidades que intervienen nos da tranquilidad, porque damos por seguro que el resultado del estudio se basará en un dictamen técnico apropiado y ecuánime".
Sobre la principal prevención de los achenses, la posible afectación nociva del acuífero Valle Argentino por el uso excesivo de agua para la producción fabril, el titular de Fiasa indicó que "en estos casos se utiliza un sistema de ósmosis inversa, es decir que el agua que se utiliza es reciclada para ser utilizada nuevamente. Este es el mismo equipo que tiene la firma Durlock, también radicada en General Acha, o en la industria de la sal en Macachín", expresó el empresario, respondiendo así a la inquietud de los achenses sobre posibles efectos nocivos de la industria en el acuífero del Valle Argentino.
"No hemos hablado con otros intendentes", aclaró Silva, con respecto al interés expresado por jefes comunales de localidades pampeanas sureñas de contar con la planta industrial de Fiasa en sus jurisdicciones. "Nuestra intención es radicarnos en La Pampa, será el gobierno (pampeano) el que con sus elementos dispondrá dónde", amplió Silva.
La firma Fiasa cuenta con el apoyo decidido de las autoridades provinciales para que se instale en territorio pampeano, incluso está comprometido un crédito de promoción industrial. La resistencia a la empresa surgió de una parte de los vecinos de General Acha, que teme los efectos contaminantes de la industria, argumento rebatido por el Ministerio de la Producción.
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