Apoya el mocasín en la arena y el pie se le hunde varios centímetros, pero no abandona el ascenso. Quiere ver qué hay dentro de ese tanque australiano que está rodeado por un médano enorme, en medio de un campo donde alguna vez se criaron las mejores vacas pampa --así le dicen los lugareños de Stroeder--, y que hoy no es más que un lote yermo y estéril donde el viento y la tierra dominan la escena.
Adentro del tanque hay más de lo mismo: arena. ¿Qué otra cosa iba a haber? Sin embargo, Eduardo Buzzi no puede ocultar la cara de genuina sorpresa. Desde que se inició la lucha del campo, hace más de un año, visitó decenas de localidades de todo el país, pero esto sí que no lo puede creer.
"Jamás vi algo así --dice el dirigente santafesino--; es mucho peor de lo que me imaginaba o había visto en fotos. En medio de este desastre, todo lo que pida esta gente es poco, realmente muy poco".
Ayer fue la primera vez que un presidente de Federación Agraria Argentina visitó Stroeder. No fue un viaje casual o de rutina: Buzzi quería ver con sus propios ojos esas dunas que el viento fue moldeando en los campos resecos, donde hoy, en el mejor de los casos, apenas crecen algunos pastizales duros que ni las vacas se animan a comer, pese a estar famélicas. Buzzi quería ser testigo de un fenómeno climático tan único como devastador, que lleva a la desaparición a centenares de productores.
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Son las 11.13 y la caravana de camionetas está iniciando su recorrido desde el aeroclub de Stroeder hacia los campos cercanos. En uno de los vehículos va Buzzi --que acaba de bajar de un Cessna de 6 plazas que partió cuatro horas antes de Rosario-- junto al referente local de la FAA, Alcides Haure.
El viaje es tedioso. Por las ventanillas no se ve más que cielo, campos volados, alambrados destrozados y arena, demasiada arena. Nada se levanta más allá de 10 centímetros del suelo. Por ningún lado se ve ni un alma.
Tras unos minutos de marcha, el grupo llega a un lote donde no hay nada más que arena y algunos huesos de vacunos blanqueados por el sol. El presidente de la FAA baja de la camioneta y unos 35 productores se abalanzan sobre él; todos quieren contarle, decirle o pedirle algo. Buzzi los escucha, les pregunta y hasta se pone a hacer cálculos acerca de cuánto necesita para sobrevivir un chacarero en Stroeder.
"Es una locura lo que pasa --dice, al cabo de un rato--. Aún en condiciones normales, un productor con 400 hectáreas y 70 u 80 vacas no alcanza a sacar, por mes, una rentabilidad que lo ubique por arriba de la línea de pobreza. Un disparate".
Entonces saca de un bolsillo un celular Blackberry y empieza a tomar fotos del desierto en el que se han convertido algunos campos.
"El clima les está jugando una muy mala pasada, pero la verdad es que acá hay un Estado depredador que está en las buenas y se borra en las malas. Es así, hermano, es así", le comenta a Haure.
"Tenemos que decirle a todo el mundo, desde Stroeder, que a este ritmo cada vez va a haber menos gente en los pueblos rurales. Acá nadie puede esperar meses a que llegue un auxilio financiero o planes de refinanciación bancaria; la angustia existe hoy, y es enorme", agrega.
Un productor se acerca y le dice que, justo en el día en que se confirmó su visita, el gobierno anunció que enviará al distrito los 6,7 millones de pesos que había prometido en junio último, a fin de auxiliar a los chacareros. Buzzi sonríe.
"Ahí tienen, muchachos: si no rompemos los huevos, es imposible que hagamos una tortilla", dispara.
"Ahora, si son capaces de arreglar en dos días el envío de más de seis millones, ¿cómo no pueden hacer un plan de reconversión sustentable y ponerlo en marcha de inmediato? Desde que yo tengo memoria se viene hablando de que Patagones se encuentra en una situación particular y que necesita un plan a su medida; entonces, hagámoslo de una vez...", dice.
Son casi las 12 y aumenta la velocidad del viento. Buzzi se refriega los ojos.
"Se me llenaron de tierra", explica.
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La caravana sigue hacia otro campo.
El productor Arnoldo Krohn, de 72 años, conduce una de las camionetas. Dice que la visita de Buzzi va a servir para que se sepa en todo el país lo mal que está Stroeder.
Krohn vive en el campo junto a una de sus hijas y su yerno. Juntos trabajan 1.100 hectáreas de trigo (aunque desconocen cuántas podrán cosechar) y tienen algo más de 100 vacas. Antes tenían 250, pero tuvieron que malvender la mayoría porque, si no, los animales se iban a morir.
"El otro día vino mi hija y me preguntó, angustiada, qué íbamos a hacer con el campo, porque la plata se nos acaba y no tenemos cómo seguir. Le dije las cosas como son: o aguantamos la miseria o hacemos las valijas y nos mandamos a mudar", cuenta.
--¿Eso le respondió?
--¿Y qué le iba a decir? Si hoy vivo en el campo, es por ellos. Como estamos hoy, en Stroeder, por más que la cosa mejore no vamos a ver un cambio de aquí a cinco años. Entonces, a mi edad, yo estoy jugado.
La caravana de camionetas sigue su marcha. Los campos desbordados de arena reseca parecen no terminar nunca.
"Ya se fue el 70% de las 100 mil cabezas que teníamos en esta zona. ¿O todavía no se dieron cuenta, muchachos, que ya recorrimos varios kilómetros y todavía no vimos ni un solo animal?", pregunta Arnaldo.
Nadie le contesta. |
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