Mientras bahienses y puntaltenses deben cuidar cada gota de agua como si fuera oro, en la cuenca hídrica que alimenta al dique Paso de las Piedras existirían unas 10 explotaciones, en su mayoría agropecuarias, que emplearían el recurso de manera discrecional y que en diciembre/enero, con la cosecha gruesa, requerirían mayor caudal.
Unas pocas, al parecer, cuentan con autorización para hacerlo, mientras que el resto regaría de manera clandestina sin control alguno por parte de los organismos oficiales. Incluso un productor construyó un dique sobre un afluente del río y esta situación irregular seguiría sin modificaciones.
La situación no es nueva, de hecho hace más de una década que los regantes se multiplicaron no sólo en la cuenca del Sauce Grande sino también en la del arroyo Napostá (ver aparte), desde donde también se piensa aprovechar el agua.
Sin embargo, parece que quienes deben velar por los intereses de la comunidad decidieron mirar para otro lado.
Según pudo saber este diario, la Autoridad del Agua encarará en los próximos días un operativo de control en toda la zona mencionada.
En tanto, el dique Paso de las Piedras ya evidenció la cota más baja de su historia, repitiendo una situación ocurrida en enero del año 2000, aunque en esa oportunidad la bajante fue consecuencia de la necesidad de disminuir el volumen de agua embalsado y no a la falta de precipitaciones.
Hoy resulta incomprensible, más allá de la retención de agua que realiza la tierra, que pese a los 322 milímetros caídos en lo que va del año en la cuenca del dique, y en el mismo lago, las reservas no hayan hecho otra cosa que disminuir.
Apenas un par de días se recuperaron un centímetro, por caso durante la nevada de julio pasado. Ahora, con una cota de 154,41 metros sobre el nivel del mar, reúne menos del 25% de sus reservas y, de continuar esta situación, a lo sumo habrá suficiente agua hasta mayo próximo.
No se trata de arrojar todas las culpas a los productores que, de manera legal, hacen uso del agua, pero sí sobre quienes estarían robando un recurso esencial y, sobre todo, en épocas de necesidades angustiantes.
En el marco de la emergencia hídrica decretada por el gobierno provincial, resulta evidente que existe al menos un desmanejo y una indignante falta de previsión, porque mientras aguas abajo del dique se hacen esfuerzos e inversiones para hacer frente a la coyuntura, aguas arriba pareciera seguir la fiesta.
Por ejemplo, ¿en cuántas oportunidades se reunió el Comité de Cuenca del Río Sauce Grande --que conforman todos los municipios vinculados con ese curso de agua-- para analizar la situación que viven Bahía Blanca y Punta Alta? Si alguien conoce la respuesta, bien podría comunicarla.
La situación en el Napostá
Al igual que el río Sauce Chico, el arroyo Napostá Grande es uno de los más castigados por la acción de los regantes, los cuales en varias oportunidades llegaron a secarlo en su cuenca superior.
En este caso, también existirían productores habilitados por la Autoridad del Agua o por la dirección de Hidráulica, como es el caso de la estancia La Tigra, que tendría bajo riego dos áreas de 140 hectáreas cada una y, según fuentes consultadas, habría llegado a extraer 300 m3/hora a través de una bomba que toma directamente el líquido del lecho y luego es conducido a través de 3.500 metros de cañería hasta dos pivotes.
Aguas abajo, según pudo saber este diario, existirían no menos de cuatro o cinco emprendimientos con sistemas de riego similares, dedicados a la producción de papa-semilla.
Al haberse decidido el empleo de dicho curso de agua para el abastecimiento de la población, la necesidad de regular la utilización de este recurso resulta prioritaria, sobre todo dando a conocer cuáles explotaciones cuentan con autorización y qué caudal máximo pueden extraer del cauce.
La ayuda de Internet
1. Mediante el programa de imágenes satelitales Google Earth se advirtió la presencia de círculos perfectos a orillas del arroyo Napostá.
2. Estos dibujos en el terreno pertenecen a áreas regadas con sistemas de pivotes circulares, aunque se desconoce si el productor en cuestión se encuentra habilitado o no para extraer agua del arroyo. Imágenes similares se advierten a lo largo del cauce, al igual que en el río Sauce Chico.
3. También pueden advertirse en toda la región manchones con un verde intenso que pondrían de manifiesto el empleo de bombas subterráneas, otra forma de riego que debe contar con autorización provincial.
4. El empleo de los cursos de agua para riego de explotaciones agropecuarias nunca fue objeto de minuciosos controles, aunque la sequía torna imprescindible la adopción de medidas concretas, sobre todo porque en los primeros meses del año cayeron apenas 264,7 milímetros de lluvia en la ciudad, a razón de poco menos de 30 milímetros mensuales, que conforman la marca más baja desde 1995.
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