Casi 30 metros de profundidad tenía el río Paraná en la zona ubicada debajo del Puente de la Amistad, según marcaban ayer, a primera hora de la mañana, los instrumentos de medición de la base naval de Ciudad del Este.
En contraste con el martes pasado, cuando en el mismo lugar se marcó una profundidad de 17.73 metros. Ya a fines de setiembre golpeó la primera crecida con una profundidad registrada de 28 metros, lo que ocasionó la inundación que hoy se agrava en las zonas bajas de Ciudad del Este.
El río Paraná se encuentra actualmente a 116 metros sobre el nivel del mar. Esta impresionante crecida no se ve desde el año 1998, cuando el nivel de agua del mencionado cauce hídrico alcanzó los 119,25 metros, según figura en los informes históricos hidrológicos.
Desde enero, época de plena sequía en el país, hasta ahora el nivel del Paraná aumentó 20 metros, es decir en menos de un año. Este fenómeno atípico es consecuencia no solo de las lluvias que se dan en la región, sino que caen en diferentes cuencas aguas arriba hasta la zona del estado de São Paulo (Brasil), donde nace el mencionado río, que se encuentra entre los más caudalosos del planeta.
En la división de hidrometría de la fuerza naval de Ciudad del Este creen que la crecida se debe a los afluentes del río Yguazú y del agua que evacua la represa de Acaray, pero responsables de esta represa aseguran que solo entre 3 a 5 centímetros colabora con la crecida del río Paraná.
Pérdida de US$ 1 millón
La ANDE podría perder cerca de US$ 1 millón en un mes porque está generando 40 megavatios menos de energía hidroeléctrica en la central Acaray a consecuencia de la crecida del río Paraná, que tiene represado al río Acaray. Esto se debe básicamente a que es menor la caída de agua desde el embalse de la presa hasta las turbinas.
La represa de Acaray, ubicada al margen de la supercarretera de Itaipú, genera 170 megavatios, cuando lo normal es que genere 210, con sus 4 turbinas. Según el ingeniero Alberto Alvarez, jefe de la usina de Acaray e Yguazú, son casi US$ 1 millón que se podrían perder si transcurre un mes con el mismo nivel de producción.
La poca generación se debe a la crecida del río Paraná, que se sobrepone y cede sus aguas a su afluente río Acaray, este crece, disminuyendo la altura ideal desde el embalse de la presa (cota 185.3 metros), hasta aguas abajo (cota 115 metros), trayecto donde se genera la energía hidroeléctrica.
El agua que pasa por las turbinas de la presa cae con menos fuerza aguas abajo, “porque disminuye la energía potencial”, explica Alvarez. Se aplica la ley física de que a menor altura menor es la fuerza de gravedad (atracción). “La inundación nos perjudica enormemente, porque producimos menos, al igual que Itaipú. Si ahora mismo cerramos las compuertas, se va mantener el nivel del río Acaray”, afirmó.
La presa Acaray tendría que compensar su baja producción en energía adquiriéndola de Itaipú, para cederla a la ANDE.
Esta situación significaría una millonaria pérdida para el ente y un aumento del costo de la energía eléctrica, para el bolsillo de la gente, a través de la tarifa.
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