Comenzaron las altas temperaturas y con ellas recrudecieron los problemas de falta de agua o baja presión en distintos sectores de la ciudad, la mayoría asentamientos donde viven los vecinos más pobres de Orán.
Los barrios más complicados son los asentamientos donde no existe instalación de agua domiciliaria porque están asentados en terrenos privados, de manera ilegal. Los vecinos se ven obligados a proveerse del líquido de un grifo comunitario en Juan Taranto, Estación, Libertad y la zona aledaña al asentamiento San Juan. También en los barrios 12 de Octubre, Juventud Unida y Abraham Balut.
Al respecto, el Concejo Deliberante norteño aprobó recientemente un proyecto por el que solicitó la construcción de 4 nuevos pozos en la ciudad, para garantizar el abastecimiento de agua potable a los habitantes.
Pero cabe aclarar que si las obras se concretan no es seguro que se les pueda solucionar la situación a los vecinos asentados ilegalmente, dada su condición de tales.
Hay problemas graves
En el asentamiento Libertad, la situación es decididamente grave y peligrosa ahora que se espera un rebrote de dengue. Allí, los vecinos se proveen del agua a través de mangueras que, como ellos mismos reconocen, las conectaron clandestinamente del barrio de enfrente. Pero ese es el único modo que tienen para redistribuirla en el caserío.
Para colmo, como la presión es muy baja, se ven obligados a juntar el agua de noche. Para lograrlo, en la punta de la manguera cavaron pozos precarios, a modo aljibe y de allí la recogen. Los vecinos afirman que hace años que piden el servicio, pero como están asentados en un terreno privado la respuesta de las autoridades es siempre negativa.
Ahora, con la llegada del calor, las madres manifestaron su angustia porque los chicos acuden a los canales utilizados para regar las plantaciones de cañas que están próximas al barrio, para refrescarse e incluso para beber, lo que provoca una cantidad importante de enfermedades estomacales en sus hijos.
Los vecinos se quejaron, además, porque “solicitamos a la Municipalidad que nos haga llegar agua con algún camión tanque, pero nunca logramos que lo hagan regularmente. Sólo envían de vez en cuando un camión regador, pero no nos deja agua en las casas”.
“¿Cómo puede ser que en plena campaña de lucha contra el dengue nos veamos obligadas a juntar agua de un pozo de tierra?”, se preguntaron algunas mujeres, visiblemente preocupadas por la situación que atraviesan sus familias.
Unas 2.500 personas
El asentamiento Libertad es una continuación del barrio 200 Años; está emplazado en la parte noroeste de la ciudad de Orán, entre la ruta nacional 50, la avenida San Martín al final y las calles Carim Abdala y Che Guevara.
Son unas 12 manzanas subdivididas por pasajes y donde hay demarcados terrenos en forma precaria. Allí existen 552 lotes ocupados actualmente, en los cuales viven aproximadamente unas 2.500 personas, con gran cantidad de chicos.
El sector logró armar un comisión barrial que está presidida por José Toledo, uno de los máximos gestores en busca de mejoras para este paupérrimo asentamiento.
Oportunamente, mediante notas presentadas al Concejo Deliberante, los dirigentes barriales expresaron su “total disconformidad por el olvido de las autoridades hacia este sector”, que nació como un desprendimiento del barrio 200 Años, dado que la comisión directiva de éste no se ocupaba de solucionar las carencias de aquellos.
También reiteraron varias veces por nota el problema que sufren por la carencia total de servicios básicos como agua y energía eléctrica. Buscaron su propia identidad y lucharon para salir de la discriminación peyorativa de asentamiento y modificaron el nombre del sector por el de Barrio Libertad.
Desde la Municipalidad reconocieron el problema de estas familias, pero también dejaron en claro que al tratarse de un terreno privado no es posible instalar servicios. Según se pudo averiguar el propietario sería de Jujuy y nunca aparece en Orán.
Cómo viven los vecinos de barrio Libertad
Ante la falta de respuestas, la carencia de agua los llevó a efectuar conexiones clandestinas por medio de mangueras especiales, que ordenadamente distribuyeron por todos los terrenos bajo tierra. Luego, en cada domicilio colocaron un caño de unos 50 centímetros de altura, lo que hace muy difícil que el agua llegue a las casas del final por barrio.
Por esta razón la mayoría pinchó las mangueras para que drene agua muy despacito y el líquido se vaya empozando en un hoyo que cavaron al pie de cada caño. De allí recogen el agua para todas sus necesidades.
Es muy común ver a las humildes mujeres lavando ropa a las 2 ó 3 de la mañana, hora en que el agua llega con un poco más de fuerza.
Ante la falta de energía en los domicilios, la necesidad los obligó a colgarse de los cables del alumbrado público. Prácticamente a la totalidad del cableado lo hicieron poniendo dinero para la compra de materiales, por lo que, lógicamente, es muy precario y peligroso.
Pero esto les permite contar con una cantidad de energía mínima, apenas para una lámpara por casa, las que en la mayoría de los casos constan de una sola habitación donde vive hacinada toda una familia y hasta dos familias por cuarto.
Los ingresos económicos declarados por los habitantes del sector son inestables, ya que la mayoría de los hombres sólo hacen changas para subsistir y alimentar a los que de ellos dependen.
Aún así, el esfuerzo comunitario logró armar un comedor para los niños del sector, al que pusieron por nombre “Niños Felices”. Esta actividad es apoyada por la Municipalidad y recibe también donaciones de algunos vecinos de buen corazón. Pero, claro está, las cocineras, todas ad honorem, se ven obligadas a recoger agua de los pozos de los vecinos para cocinar. |
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