La empresa Aguas Santafesinas S.A (Assa) realiza un promedio de 35 reparaciones de caños pluviocloacales por día, sólo en la red del micro y macrocentro de la ciudad. El problema es que los caños tienen cerca de 100 años y no dan abasto para cubrir la demanda. Es más, la obra anunciada el año pasado para paliar la situación, nunca se concluyó, y a medida que las cañerías dicen basta Rosario se llena de corralitos y transitar es una odisea.
Los trabajos que se suponía iban a evitar esta situación eran la construcción de túneles que descomprimirían la carga de las cañerías. La idea era realizarlos en el tramo que va desde el nuevo Heca hasta Vera Mujica y Córdoba para desembocar hasta el río. La obra no se terminó y por el momento no hay perspectivas de que se concluya. Desde la empresa señalaron que “es una cuestión de presupuesto porque es una obra de ingeniería importante”.
En tanto, en el llamado “casco antiguo” de la ciudad, que comprende el radio de bulevar Seguí, Río de Janerio, Génova y el río, a 15 metros bajo tierra circula una red de caños pluviocloacales, es decir que transportan agua de lluvia y cloacas. Al ser el mismo caño para los dos caudales, no dan abasto, se fisuran y terminan por romperse. En ese radio, las calles más perjudicadas son Maipú y Callao.
En el resto de la ciudad, a partir del siglo XX se empezó a trabajar de otra manera y en las construcciones más nuevas se colocaron dos cañerías: una para transportar aguas servidas y otra para la lluvia.
Hundimiento. Que la calzada se empiece a hundir es la primera señal de que hay algún caño roto a 15 metros de profundidad, algo que generalmente sucede luego de una lluvia.
El gerente de Relaciones Institucionales de Assa, Guillermo Lanfranco, admitió: “Ya sabemos que cuando llueve vamos a tener algún arreglo que hacer”. Cambiar esos caños supone romper la calzada, quitar la tierra y cavar hasta acceder a la rotura. Al terminar la tarea, se rellena el pozo, se hace una loza de cemento y luego se coloca la capa asfáltica.
Lanfranco señaló que cada arreglo cuesta cerca de 5 mil pesos y “en situaciones normales el trabajo demanda dos semanas”. El funcionario señaló que, durante la ejecución, “a veces es necesario cortar las calles o cercar una zona para evitar que los vehículos se caigan dentro del pozo”. Los vecinos opinan que en muchos casos, cuando se ponen los corralitos, “igual se producen muchos accidentes”.
Obra inconclusa. El año pasado el secretario del Ministerio de Aguas y Servicios Públicos, Hugo Orsolini, diagnosticó que “la ciudad tiene los desagües al borde del colapso y una lluvia intensa puede anegar gran parte del centro rosarino”. En ese momento consideró que la red se había tornado “deficitaria” porque la capacidad de transporte se veía superada.
En ese marco, Assa lanzó un plan de inversión para construir un túnel pluviocloacal desde Vera Mujica y Córdoba hasta el río para descomprimir las descargas de los desagües que corren de oeste a este de la ciudad.
La obra, que comenzó en Vera Mujica y Pellegrini (nuevo Heca) llegó hasta Vera Mujica y Córdoba pero no se ejecutó el tramo final que desagotaba en el río. Desde la empresa por ahora no parece haber un plan para continuar.
Hasta el momento hay un túnel por Oroño que cruza a los caños pluviocloacales y alivia toda la carga, depositándola en el río. “La idea fue hacer otro similar en Vera Mujica con este fin porque Oroño también se sobrecargaba. Este es un proyecto que existe, pero no hay presupuestos”, aclaró Lanfranco y añadió que “son obras importantes de ingeniería”.
Las intervenciones de Assa en las calles aumentarán según las lluvias. El factor meteorológico determina el trabajo y cuanto más agua cae, “sabemos que va a haber más hundimientos”, dijo Lanfranco. No existe un plan a largo plazo para cambiar las cañerías por completo y evitar que se sigan produciendo esas roturas. Por el momento, el plan es arreglar cuando se rompa.
"Las vallas causan accidentes"
A los tradicionales baches de las calles rosarinas se suman los pozos que realiza Aguas Santafesinas S.A (Assa), que quedan vallados durante semanas. Todo un verdadero cóctel que hace que circular sea una verdadera odisea.
En Rivadavia al 2000 hay dos pozos vallados antecedidos por un barril naranja a modo de advertencia para los conductores. Sin embargo, "las motos se llevan todo por delante y hay accidentes, sobre todo a la noche, porque a veces no funcionan las balizas", dijo el portero de uno de los edificios de la zona.
Otros vecinos también manifestaron que "el tránsito se vuelve imposible y hasta peligroso". De hecho, los autos vienen a alta velocidad por Rivadavia desde el norte hacia el centro y después de una curva se topan con estos dos pozos.
En bulevar Seguí al 5300 sucede lo mismo. Allí, en un mes hubo dos accidentes de motos que chocaron contra las vallas.
Una vecina de José Ingenieros al 1300 suspiró por lo mismo. Señaló la valla doblada y explicó que "es porque se la llevó puesta un colectivo". La mujer comentó que hace semanas que eso está allí y que "es un peligro por el alto tránsito de la zona".
El vocero de la empresa, Guillermo Lanfranco, aclaró que la capa asfáltica se hace de una sola vez y cada 15 días. El funcionario también hizo la salvedad de que "al haber en la ciudad menos lugares abiertos con césped, se absorbe menos el agua".
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