Ni penas ni olvidos. Para la investigadora María Cintia Píccolo, la sequía no debe desesperar, sino propiciar un tiempo de adaptación a las condiciones de los cambios climáticos que vienen y de preparación de los planes de contingencia para no volver a caer en las imprevisiones.
Directora del Instituto Argentino de Oceanografía (IADO) y autora de diversos estudios sobre la meteorología de la región, Píccolo enfatiza que hay que tomar medidas, en vez de echar culpas, y advierte que, entre marzo de 1961 y mayo de 1963, la zona padeció 16 meses ininterrumpidos sin lluvias.
"La sequía es un fenómeno natural y hay que seguir adelante, porque el verano será duro y no se prevén cambios sustanciales respecto de las precipitaciones, siempre según las variables y modelos estadísticos que manejamos. Aunque esto habrá que confirmarlo cada mes, lo cierto es que hay mucho calor en la atmósfera y que por eso todo será más intenso", indica.
También afirma que, de acuerdo con datos del Servicio Meteorológico Nacional, la sequía actual no se perfila como una de las más extremas, aunque admite que no se sabe cuándo terminará.
A mediados del siglo último, la gran sequía padecida entre 1930 y 1940 motivó que el gobierno nacional diseñara un plan para erradicar a los colonos del oeste de Buenos Aires y de La Pampa, castigados por grandes dunas invasoras, hecho que generó migraciones internas.
Píccolo puntualiza que, en los últimos cien años, en la pampa húmeda, hubo once meses con muy pocas lluvias, entre 1916/1917; nueve, entre 1928/1929, y siete, en 1942/43. Más acá en el tiempo, señala que, entre 1975/76, se registraron seis meses de sequía.
"Más importante que asustarnos es asumir la enseñanza que nos deja el clima, para tomar las correspondientes previsiones, porque está probado que el planeta ha sufrido, en el pasado, condiciones muy serias. Sabemos que son recurrentes y, si hoy tenemos la ciencia y la tecnología, tomemos las medidas para atenuar el sufrimiento de la población. Por eso hay que hacer los pozos. Prefiero, aun sin ser una geóloga, considerar las aguas subterráneas a las del río Colorado".
Respecto de los datos publicados en nuestro país y en otras partes del mundo, Píccolo agrega que las sequías relativamente fuertes se han sucedido cada 20 años, aunque los últimos estudios muestran que, por aquí, se están registrando cada 7 y 10 años.
Cuando se analizan los primeros 50 años, desde 1900, hubo intensas y prolongadas sequías en 1916/17, 1924/25, 1928/29, 1933/34 y 1942/43. Después de 1950, salvo en 1960/61/62 y en 1975/76, hubo períodos relativamente húmedos. Como el Servicio Meteorológico Nacional trabaja sus estadísticas por décadas, todavía no hay especificaciones desde 2000 a esta parte.
"Notamos un cambio importante en el clima y, por los indicios del calentamiento global, sabemos que los fenómenos naturales serán más intensos. Con el fenómeno de El Niño, en nuestra región se producen mayores posibilidades de precipitaciones, aunque las previsiones para el lapso comprendido por febrero y abril del año que viene sólo las considera con un 65 por ciento de posibilidades".
La investigadora reitera que esta sequía nos pone de cara a cuestiones y olvidos recurrentes y que nos debe servir de experiencia, porque vendrán otras y por eso hay que continuar las obras.
Protagonista.
María Cintia Píccolo nació en Puerto Belgrano, vivió en Punta Alta hasta los 5 años y luego se radicó en Olivos. En 1975, se graduó de licenciada en ciencias meteorológicas, en la Universidad de Buenos Aires, y se doctoró en los Estados Unidos. A principios de 1981, comenzó su trayectoria como docente de la Universidad Nacional del Sur, que aún continúa. El 1 de noviembre de 1982 se radicó en Bahía Blanca. Tiene dos hijos y, desde 2000, es la directora del Instituto Argentino de Oceanografía (IADO), organismo que depende de la Universidad Nacional del Sur y del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.
Bacterias en Maldonado
Consultada sobre la situación en el balneario Maldonado, la titular del IADO aseguró que, de acuerdo con las mediciones que le competen, hubo muestras con "mayor cantidad de bacterias que las que debería" y que ya notificaron de ello a la Municipalidad.
En las inmediaciones del centro recreativo, la planta depuradora de la Tercera Cuenca no ha funcionado en plenitud, desde su inauguración.
La investigadora explicó que se trata de una zona interna del estuario que no se comporta de la misma manera en cuanto a la dinámica y la circulación de las aguas y que está en marcha un estudio para conocer específicamente cuándo suceden las condiciones de marea y de viento que hacen llegar la pluma de la descarga de la Tercera Cuenca a Maldonado, porque, según sostiene, el viento juega un papel importantísimo.
--¿Habilitaría el balneario, si la planta depuradora no funciona?
--Imagino que las autoridades municipales saben lo que tienen que hacer, pero creo que se está tratando de que la planta funcione como corresponde. De lo contrario, habría que saber cuál es el mejor momento para abrir las compuertas, pero estamos muy preocupados por todas las descargas cloacales en el estuario. Hace años que lo estamos advirtiendo e indicándole a la Municipalidad lo que tiene que hacer.
--¿Hay responsabilidad de las industrias petroquímicas?
--En este momento, no estoy segura de culparlas por lo que vemos en las muestras.
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