A favor de la inusual sequía que castiga a la provincia (casi no llueve desde hace 6 meses), y las altas temperaturas, los incendios forestales se repiten en las últimas semanas en distintos puntos de su geografía y configuran una "situación extrema", según el director provincial de Defensa Civil, Fernando Torres. El fuego también castiga en Catamarca.
Ayer, los bomberos luchaban contra las llamas que consumían la vegetación de una ladera de la Sierra de San Javier, al oeste de la capital tucumana. El foco estaba al costado de la ruta provincial 338, cerca de Villa Nougués.
Sobre el mismo sistema montañoso, otro incendio era combatido más al norte, en Nueva Esperanza, localidad próxima a la ciudad de Tafí Viejo. Y un tercero, más hacia el sur, en la Quebrada de Lules, cerca de Potrero de las Tablas.
En otra zona montañosa ubicada al noreste de la capital, en el departamento de Burruyacú, los bomberos seguían tratando ayer -después de haberlo intentado durante todo el fin de semana- de apagar las llamas en montes cercanos a las localidades de El Naranjo, El Sunchal y Los Puestitos.
La incesante labor de los Bomberos de la Policía de Tucumán y de los cuerpos de voluntarios los tiene exhaustos. "Estamos colapsados, llegamos al límite", declaró Juan Bertolini, de los Bomberos Voluntarios de Lules.
Destrucción de 4.000 hectáreas
Más de medio centenar de bomberos y personal municipal continuaban trabajando ayer para detener el avance del fuego hacia áreas pobladas de los departamentos catamarqueños de Ambato y Paclín, que desde el jueves último ya detruyó unas 4.000 hectáreas de pasturas, sembradíos y flora autóctona en la Cuesta de Singuil, informó la agencia Télam. El intenso viento de las últimas horas de anoche agravó aún más la situación en extensas zonas de cultivos. |
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