Venezuela es, al menos en términos de recursos naturales, uno de los países más ricos de la región. Es una suerte de Arabia Saudita latina, pero, bajo el peculiar gobierno de Hugo Chávez, las penurias aumentan.
Ahora, los venezolanos se verán obligados a racionalizar el uso del agua corriente y la energía eléctrica. En los próximos seis meses tendrán cortes rotativos de agua, de hasta 48 horas de duración. En Caracas, el déficit estimado de agua potable es del 25 por ciento. Algunos barrios llevan más de tres meses sin ese servicio esencial. Para Chávez, los ricos tienen la culpa por llenar sus piletas de natación e iluminar los centros comerciales.
Los apagones son también moneda corriente en Venezuela. El año pasado, recordemos, el 70 por ciento de la población se quedó de pronto sin electricidad porque la empresa estatal Corpoelec no ha invertido lo suficiente.
Esto coincide con una de las peores sequías de la historia, atribuida al fenómeno conocido como El Niño, que ha impactado en los lagos de las centrales hidroeléctricas. Son los que producen casi el 75 por ciento de la electricidad que consumen los venezolanos. Por esto, Chávez pide ahora a su pueblo que no utilice equipos de aire acondicionado pese al calor tropical. Y establece, además, topes de consumo mensuales para los comercios y residencias que, de no ser respetados, pueden ser multados.
La incompetencia y la corrupción, sumadas a un planeamiento técnico deficiente, dan como resultado estos problemas. Para el quinquenio 2001/2005, el gobierno previó invertir en la infraestructura de transporte del obsoleto sector eléctrico unos 650 millones de dólares. Pese a lo exiguo de la cifra, menos de la cuarta parte de esa previsión fue efectivamente utilizada.
Mientras esto ocurre, Chávez ha aumentado las partidas de gastos de la presidencia en un 638 por ciento de un año para el otro como si nada pasara y no hubiera límite alguno para él. Esto supone un total de nada menos que 1545 millones de dólares para 2010, con los que dice que cubrirá sus constantes y publicitados viajes, sus enormes gastos de seguridad y las donaciones que hace directamente a su pueblo como expresión de la más rancia y repudiable política populista. El nuevo presupuesto del área de la presidencia casi duplica al del Ministerio de Energía y Petróleo y supera con creces a los de la cancillería y otros ministerios.
Entre sus prioridades, Chávez invertirá el año próximo unos 11 millones de dólares en propaganda personal; 316.000 en trajes y calzado; 92.000 en tintorería, y 84.000 dólares en productos de tocador. Es un descaro: mientras le dice a su pueblo que "no estamos en tiempos de jacuzzi" y propone que todo el mundo adopte la "ducha comunista" de tres minutos para ahorrar agua y electricidad, se dota a sí mismo de esas generosas partidas. Las privaciones y las restricciones son para los otros. No para él que, como todo gobernante, debiera dar el ejemplo.
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