En esta ciudad no hay un solo vecino que no hable de la crisis hídrica. Con mayor preocupación a partir de ayer cuando comenzaron los cortes rotativos por 24 horas en las tres localidades que dependen del dique La Quebrada: Río Ceballos, Unquillo y Mendiolaza.
Desde la mañana autoparlantes recorrieron toda la ciudad informando respecto a la interrupción del servicio y desde la cooperativa de agua se distribuyeron camiones cisterna en escuelas, geriátricos y dependencias públicas para que las actividades pudieran desarrollarse con normalidad.
El municipio, en su oficina de acción social, acumuló 300 bidones de 5 litros para repartir a las familias de escasos recursos que vayan a pedirla. Ayer, en dos horas, repartieron 30 bidones que sólo se entregan en la oficina que funciona en inmediaciones de la terminal de ómnibus. En los domicilios los vecinos acudieron a reservas y cambios de hábitos para evitar quedarse sin agua. “En mi caso compramos otro tanque que pusimos en el patio para cuando nos quedemos sin carga. Con el agua de lavar los platos regamos algunas plantas, y con la del baño lavamos los pisos, o tratamos de usarla para lo que más se pueda”, contó Débora Giménez. Otra vecina explicó que comenzó a bañarse en conjunto con su hija, retacea agua a las mascotas, trata de no usar el lavarropas y los días en que hace mucho calor va con su familia a La Granja o Agua de Oro.
Uno de los problemas emergentes que se advirtió es que muchas familias no cuentan con reservorios. Por eso piden al municipio y a la cooperativa que ayuden a las familias que no tienen tanques y sólo se abastecen de un pico en el frente de la casas.
En otro aspecto la crisis hídrica parece ayudar a que los niños maduren a la fuerza. En la escuela primaria Bartolomé Mitre las maestras reúnen a los alumnos y sólo hablan de la falta de agua: el dique está seco, se reparte agua en camiones, no hay que regar, no hay que jugar con el agua, hay que bañarse rápido, no hay que tirar el agua, ni regar veredas son los pedidos.
Respecto al uso desaprensivo del agua, desde el municipio se analiza la posibilidad de extender las sanciones a los propietarios de pozos domiciliarios que no están incluidos en la ordenanza que multa el derroche.
El municipio instó, a través de su sitio web, a los vecinos a unirse en una plegaria: “Nos queda solo un recurso... rezar para que llegue la lluvia, que es lo único que podrá salvarnos”. El dique La Quebrada ya presenta una bajante de 10,80 metros, y los cortes de agua hoy afectarán a Unquillo y Mendiolaza.
Cronograma de cortes
Hoy. Unquillo y Mendiolaza por 24 horas.
Mañana. No habrá.
Sábado. En Río Ceballos por 24 horas.
Domingo. En Unquillo y Mendiolaza por 24 horas.
En Villa Allende se vienen aplicando cortes rotativos, que continuarán durante este período de emergencia.
Armar las valijas y volver
Patricia Ocampo hace un año y medio vivía en Chajarí, Entre Ríos. Conoció a quien hoy es su esposo y se vino a vivir a Río Ceballos. Hoy tienen un hijo de un año, y por las inclemencias del clima y la falta de agua ya piensa seriamente en volverse a su ciudad natal. “Pensaba irme a fin de año a celebrar las fiestas, pero me parece que adelantaré los planes y quizás me quede allá, porque el bebé sufre mucho” aclara. Anoche, cuando ya sabía de la implementación del corte se apresuró a lavar ropa y a llenar palanganas y baldes con agua de reserva. “Por momentos vivimos en estado de histeria, y estamos sensibles cuando vemos que todavía hay mucha gente que no muestra solidaridad con quienes no tienen una gota de agua”, agregó.
"Nunca vi algo similar"
Mientras el dique La Quebrada desciende a un promedio de siete a ocho centímetros por día, Ángel Garciarena se instaló ayer con su auto y una reposera a extraer agua de la vertiente Los Angelitos que se encuentra en el perilago del embalse de las Sierras Chicas.
“Tengo 70 años y desde los nueve vivo en Río Ceballos, y nunca vi algo similar, ni siquiera cuando no existía el dique. Es muy triste la imagen que estamos viendo, pero hace años que el problema existe y parece que nadie se tomó en serio lo que se venía”, sentenció.
La tarea de llenar una decena de bidones le llevó más de una hora de paciente espera: “Es que hasta la vertiente trae muy poca agua”, añadió.
Se pararon las obras y Martín lo sufre
Al frente del Centro de Cuidados Infantiles de barrio Loza, Martín Castro, de 31 años, no se lamenta tanto por la falta de agua para cocinar, bañarse o para regar las plantas, sino porque se quedó sin trabajo cuando comenzó a agravarse la crisis hídrica en las Sierras Chicas.
Castro es albañil, y por la falta de agua muchas de las obras en las que trabajaba se paralizaron. “Hace dos semanas que no hago ni una changa, pero desde hace tiempo venimos sufriendo esta situación, es desesperante”, se lamenta.
La historia de Martín se repite en muchos otros trabajadores de Río Ceballos, Salsipuedes y Unquillo que ante la carencia del recurso no pueden avanzar con las obras, y en otros casos sus jefes prefieren no tomar los trabajos para evitar conflictos vecinales y gastos extras por la compra de agua en camiones cisterna.
Castro llegaba a ganar 80 pesos por día, y en su precaria y apretada morada vive con su mujer Celeste y tres hijas: Karem, Jesica y Agustina, y en la familia esperan a otro bebé.
En su casa se amontonan platos sin lavar, plantas secas y tierra que se acumula en puertas y ventanas, pero él sólo piensa en volver a trabajar para poder asistir con lo necesario a su numerosa familia. |
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