La persistente sequía del norte santafesino no se soluciona solamente con el agua del Salado, pero este río es sumamente importante: es la única fuente de abastecimiento a la que puede recurrir Tostado, la cabecera del departamento 9 de Julio. Lo cierto es que el Salado es aprovechado intensivamente por las dos provincias que están aguas arriba de Santa Fe, Salta y, especialmente, Santiago del Estero.
Conforme a un convenio del año 1965, la distribución de caudales del Salado excluyó a Santa Fe, que ni figura: Salta “tomaba” el 57 por ciento del total y el resto quedaba a disposición de Santiago del Estero.
Reclamos santafesinos posteriores forzaron un acta acuerdo, firmada en 1996, para liberar tres metros cúbicos en Colonia Dora, donde hay un importante dique. Pero desde Colonia Dora hasta Tostado -el Salado ingresa a Santa Fe 8 kilómetros al sudoeste de esta ciudad- median más de cien kilómetros y numerosas explotaciones privadas que toman agua del curso para desviarla a sus campos, más la pérdida ocasionada por el riego por inundación que practican sistemáticamente en la vecina provincia.
El resultado: a Santa Fe, a Tostado, no llegan jamás los tres metros cúbicos convenidos. Es más: por mediciones recientes, se sabe que a Colonia Dora arriban 3,80 metros cúbicos de los 14,3 metros cúbicos que Salta libera cumpliendo, sí, con el acuerdo. Y que Colonia Dora no libera 3 metros cúbicos como debería, sino sólo 1,40 metro cúbico. A ese exiguo caudal hay todavía que restarle los cien kilómetros de aprovechamiento informal del río desde Colonia Dora a Tostado.
Un solo productor con un simple sistema de bombeo (y, se insiste, hay varios en esa condición) chupa del Salado a razón de un metro cúbico por segundo para su campo. Tostado requiere de 3 metros cúbicos para abastecer a 20.000 personas, mediante un acueducto construido en 2006 que toma agua del Salado y que permite desde entonces sortear los efectos de la sequía, evitando el desabastecimiento de agua para consumo humano.
Del discurso al hecho
Recientemente -el jueves 28 de octubre- hubo una importante reunión con representación de todas las provincias que integran la cuenca. Simbólicamente, incluso, sucedió en Tostado. Es Santa Fe la provincia que en general presiona y provoca estos encuentros. El senador por 9 de Julio, Ing. Hugo Terré; el intendente de Tostado, Enrique Fedele; el gerente de la Cooperativa de Agua Potable de Tostado, Otmar Verwinp; el Ministerio de Aguas y el Ejecutivo provincial reclaman en forma constante el cumplimiento del acta acuerdo.
También se reclama desde aquí, como resultado de esa reunión, la revisión del acuerdo del ‘65 para que se estipule también el porcentaje de agua que le corresponde recibir a Santa Fe, así como que la medición se efectúe no en Colonia Dora, sino sobre el límite interprovincial.
De esa manera, se podría certificar con exactitud cuánta agua llega realmente a la provincia de Santa Fe.
Sucede en la práctica que, más allá de las buenas intenciones del gobernador santiagueño y de lo que acuerde, le resulta muy difícil cumplir con sus compromisos debido a la constante derivación de agua que hacen los productores de su provincia y sobre los cuales no tiene un control directo.
Y nos referimos aquí sólo al problema de Tostado. A ello hay que agregarles los del resto del departamento, fundamentalmente al norte de Tostado, donde no existe toma de agua y dependen de perforaciones y de costosas plantas de ósmosis inversa. Muchas de ellas en la actualidad no acceden a la fuente natural por la depresión de las napas, ocasionada por la sequía.
Hubo intentos fallidos de hacer llegar agua por bombeo del Salado contra pendiente desde Tostado hasta Villa Minetti, con estrepitoso fracaso: el bombeo debió suspenderse precisamente por falta de caudal del río, en ese momento en pleno estiaje, en invierno. La obra se comenzó en junio, avanzó unos pocos kilómetros y se resumió: fin del experimento.
El resto es provisto por camiones cisterna mediante un sistema que implementó la provincia, también a altísimo costo, pero que permite, al menos, asegurar el agua para consumo humano.
Entre los deberes que debe cumplir la propia Santa Fe -sin contar los cortes de luz- está la falta de construcción definitiva de un azud nivelador, sobre el río Salado, en Tostado, que le daría a la ciudad una autonomía de 7 meses sin precipitaciones. Su inversión constaría en la asignación específica en el presupuesto provincial del año 2010.
Sin embargo, el problema persiste por cuanto persisten las causas que lo provocan: la intensa y sostenida sequía que devasta una amplia región del noroeste, que ya lleva dos años y que tiene pronóstico de continuidad. Esa realidad, además, no tendría variaciones favorables, según los expertos, que vaticinan el ingreso de la región nuevamente en período de varias décadas “secas”. El escenario no se modificaría, entonces, desde el punto de vista climático. Resta saber qué hará el hombre.
El problema de vivir aguas abajo
El 21 de mayo, El Litoral publicaba un artículo donde se analizaba precisamente esta situación y la complejidad de vivir “aguas abajo”, con la mirada puesta en dos ríos que pasan por Santiago del Estero: el Salado y el Dulce. El primero, vital para Santa Fe porque luego ingresa a nuestra provincia y es aprovechado desde Tostado hacia el sur. El segundo, que desemboca en la laguna Mar Chiquita y no toca Santa Fe, es importante también por cuanto la provincia insiste en tomar de él agua para abastecer al noroeste santafesino. Esos ríos tienen dos problemas: estiaje en invierno con mínimos caudales y aprovechamiento sin control posible en Santiago del Estero.
La provisión constante de agua del departamento 9 de Julio depende del manejo hídrico que efectúa la provincia de Santiago del Estero. Hoy, tanto el Salado, salvo en la zona de Añatuya, como el río Dulce están casi secos, en algunos lugares, con barrancas de más de 20 metros de alto que “encañonan” un hilo de agua.
Desde hace mucho tiempo, el Estado santiagueño almacena el agua como principal materia prima destinada al riego, a la actividad agrícola y, en menor escala, a la ganadería, mediante una arquitectura de diques, embalses y canales.
El agua para consumo humano se obtiene en forma subterránea a través de perforaciones y se realiza mediante ocho acueductos, mayoritariamente a cielo abierto, encontrándose buena calidad en los departamentos Jiménez, Banda, Robles, Río Hondo, Capital, Pellegrini y Choya.
Del río Salado, los santiagueños construyeron, hasta el 2006, desde la Ruta 5 hacia el norte, 740 km de canales: de Dios, 300 km; Virgen del Carmen, 100 km; Campo Gallo, 24 km; Gatica, 40 km; de la Patria (canal principal), 150 km (ramal Pozo del Castaño Campo Gallo, 126 km), a los que se deben sumar los canales de riego Figueroa y Jume-Esquina, sin contar los dragados particulares. El Salado pertenece a la cuenca del Plata y sobre su curso se erigieron el dique Figueroa y los embalses Desvastadero y Cuchi Pozo.
El río Dulce (de donde el gobierno provincial proyecta un acueducto regional) favorece a la horticultura, fundamentalmente la cebolla, utilizándose, actualmente, el riego por inundación en 110.000 hectáreas. Comprende el río Dulce, propiamente dicho, canales menores, bañados e inundaciones; en él se construyeron el embalse de Río Hondo y el dique Los Quirogas. Nace con el nombre de Grande en Salta (cumbres Calchaquíes), ingresa a Tucumán como Salí, forma el embalse El Cadillal y en el límite sureste con Santiago del Estero recibe el nombre de río Hondo, igual que dicho embalse, y se denomina Dulce en el interior de esta provincia. Desemboca en la laguna Mar Chiquita, en Córdoba. La cuenca que es de 57 mil kilómetros cuadrados y está ubicada entre las provincias de Santiago del Estero, Catamarca, Córdoba, Salta y Tucumán, es “endorreica”, no tiene salida superficial por ríos hacia el mar y cualquier lluvia que caiga permanece “estancada” hasta la infiltración o evaporación, contribuyendo a la concentración de sales.
El río Dulce divide la capital del departamento Banda, hacia la primera actualmente está seco, y hacia Banda, con 40 cm de profundidad, recorre 812 km; se une al Salado mediante un by-pass efectuado en Jumes-Esquina. Al sur de Santiago se divide en dos “riachos” (Saladillo y río Viejo), dispersándose por bajos de muy poca profundidad, y está sometido a la contaminación producida por las minas de Andalgalá (Catamarca), que filtran metales pesados por el procesamiento de miles de toneladas de rocas diarias, que van a parar a las escombreras de estéril (grave contaminante), sometidas a la extracción de oro, cobre, plata, molibdeno y uranio. Sólo el 2 % es mineral, el resto pasa al “dique de colas” (poderoso contaminador que transporta todos los químicos de extracción).
Además, en su curso vuelcan el bagazo y los agroquímicos los ingenios y empresas citrícolas apostados en el lugar, responsables del 90 % de la degradación ambiental.
Tanto el Salado como el Dulce son ríos con volúmenes estivales y en invierno tienen su menor estiaje, por las casi nulas precipitaciones, que es lo que se puede observar en la actualidad.
El riego de muchos establecimientos agropecuarios santiagueños exige 1 m3 de agua por segundo; Tostado necesita que por el dique de Colonia Dora, del río Salado, pasen 3 m3 de agua por segundo para poder abastecer a casi 20.000 habitantes.
Esta dispersión de agua, también hay sistemas de ríos menores como Horcones, Urueña y Albigasta, sostenida como aporte fundamental para una economía provincial, ocasiona problemas en la llegada aguas abajo. Por eso, tanto el intendente de la ciudad de Tostado, la Cooperativa de Agua Potable, el senador departamental, como presidentes comunales e instituciones intermedias insisten en la instalación definitiva de un azud nivelador sobre el río Salado, hoy construido con gaviones, para que, ante períodos extensos sin precipitaciones, pueda cosechar el agua necesaria para consumo humano y la actividad agropecuaria del departamento 9 de Julio.
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