El Juramento ya no es un río, al menos en lo que hace a su recorrido por la provincia de Salta, desde que nace en el dique Cabra Corral hasta el límite con la provincia de Santiago del Estero. Se ha convertido en una serie de cursos de agua perfectamente controlados y regulados, por lo que no cumple con la condición natural de sufrir los efectos de grandes crecientes o importantes períodos de estiaje.
Esta es una de las cuestiones centrales debatidas durante la primera jornada ambiental de municipios integrantes de la alta cuenca del río Juramento, realizada la semana pasada.
De hecho, las autoridades ambientales que entienden sobre pesca deportiva consideran un sector desde el Cabra Corral hasta la ruta nacional 34; el siguiente va desde ahí hasta 12 kilómetros antes de El Tunal; el tercero hasta este embalse y hay un cuarto desde El Tunal aguas abajo.
Como los conocedores saben, en todos estos tramos el curso está regulado por las obras que el hombre fue construyendo en el tiempo para asegurar el riego a miles y miles de hectáreas productivas. Lo mismo sucede luego en Santiago del Estero con el canal Figueroa, realizado para regular el curso en la zona de los bañados.
Por lo tanto, esta clase de "río" ya no deja a los peces remontar el curso para desovar, y cada sector contituye un sistema prácticamente cerrado que habrá que atender uno por uno. Así, por ejemplo, se sabe que el agua que sale de la usina del Cabra Corral lo hace siempre a 8 grados centígrados de temperatura.
Esto es así porque, aunque en la superficie el agua tenga 20 o 25 grados, el termómetro baja un grado por metro de profundidad y el agua que emplea la usina es la que está a menor temperatura y así es echada al curso del Juramento. O sea que se podrían sembrar truchas o carpas (especie no autóctona esta última, pero que se adapta bien a esas temperaturas) para pesca deportiva en todo ese primer tramo, siempre que se tenga el cuidado de resembrar todos los años por la razón expuesta más arriba.
Orígenes de la contaminación
Varias son las actividades realizadas por el hombre, susceptibles de contaminar los cursos de agua. Entre ellas, las más importantes son la negligencia, la desidia y la falta de información y formación. Entre los norteños, hacemos gala de poseer todas ellas juntas. Pero vamos por parte.
Son contaminantes los basurales a cielo abierto ubicados a la vera de los ríos tributarios del Cabra Corral, aunque es justo reconocer que muchas o casi todas las comunas del Valle de Lerma ya han tomado el toro por las astas en este aspecto.
Pueden ser contaminantes todas las actividades mineras e industriales que vuelquen efluentes sobre los ríos, desde empresas instaladas en el parque industrial hasta las caleras y las cortadas de ladrillos, por ejemplo.
Sin duda, también contaminan los miles y miles de pescadores o simples acampantes que alegremente dejan todos los años toneladas de botellas plásticas, envases plásticos y metálicos y los clásicos "tetra" a orillas del dique, en vez de llevarlos de vuelta consigo y darles tratamiento adecuado. Valdría la pena poner en vigencia un eslogan que diga "de su campamento... su basura, ¡hágase cargo!".
Obviamente, también contaminan las aguas servidas volcadas a los cursos de agua sin tratamiento.
En este punto vale la pena remarcar que en el caso que nos ocupa, el único curso que denota problemas de este tipo es el río Arenales.
El resto, por suerte y por ahora, no están contaminados con coliformes fecales, aunque sí se encuentran coliformes totales por efecto de la descomposición de toda la materia orgánica que cae a los cursos de agua. Dicen los expertos que esto es normal en todo el mundo, aunque hay que monitorear siempre el agua para controlar los valores si éstos se salen de lo aconsejable.
Además, en la provincia de Salta tenemos una gran ventaja, sobre todo en la parte más alta de la cuenca del Juramento.
Desde la naciente del río Calchaquí, a los pies del nevado de Acay, en jurisdicción de La Poma, hasta su entrada al sur del Cabra Corral como río Guachipas, hay casi 2.000 metros de pendiente y poco más de 120 kilómetros de recorrido, lo que ayuda a purificar naturalmente las aguas.
No sucede lo mismo con el Arenales desde la ciudad de Salta hasta el dique y tampoco con el Juramento, desde que nace hasta el límite con Santiago del Estero, donde la pendiente es mucho más suave, salvo en su primer tramo entre la usina y la ruta nacional 34.
La clave está en clasificar
Isabel Prudencio, coordinadora del Ministerio de Ambiente, se mostró entusiasmada por el interés despertado por la jornada en Coronel Moldes. Destacó el grado de compromiso que se va alcanzando entre los empresarios que realizan sus actividades en esta zona, tanto de los mineros como de los industriales. "Vamos logrando que todos tomen conciencia del daño que significa contaminar cursos de agua y se comprometan a no degradar los ríos con sus actividades", dijo la funcionaria.
Sobre los rellenos sanitarios (la Provincia viene firmando convenios con varios municipios para implementar sistemas de clasificación previa al tratamiento final) Prudencio afirmó que "el concepto de rellenos sanitarios ya no va más. Tenemos que dar un paso más allá y lograr implementar el sistema de clasificación como ya lo están haciendo municipios como Rosario de Lerma y Rosario de la Frontera. De otro modo, llegará el momento en que no tengamos terrenos para cavar trincheras".
La funcionaria explicó que "si bien tenemos muchos municipios chicos y sólo la ciudad de Salta produce muchas toneladas diarias de basura, tenemos que trabajar para que el sistema de clasificación, en los repositorios o en los hogares, sea la práctica común respecto del tratamiento de los residuos sólidos urbanos".
"En la ciudad de Salta ya podemos hablar con certeza de que estamos en condiciones de trabajar para emitir gas butano a partir de residuos y lograr, en un plazo más o menos corto, hacernos acreedores a bonos verdes a nivel internacional", dijo. Los bonos verdes son una suerte de certificados internacionales que acreditan que una ciudad otorga un tratamiento de excelencia a sus residuos y sirven para lograr financiamiento para obras de saneamiento ambiental.
Limpieza y concientización
Dos ingenieras ambientales María José Argañaraz y Marcela Marín son las encargadas en Coronel Moldes de implementar todas las acciones tendientes a cuidar el medio, tanto en el ejido urbano como en la zona rural, que incluye el perilago del Cabra Corral. Las profesionales ejecutan periódicamente campañas de limpieza del perilago en las que se recolectan toneladas de botellas plásticas, que luego son compactadas y vendidas a empresas especializadas en reciclado.
"Es arduo el trabajo en el dique, porque lamentablemente es muy poca la gente que exhibe conciencia ambiental", explicaron las jóvenes. Y detallaron que es prácticamente imposible pensar, por ahora, en eliminar las millones de botellas plásticas del dique, en tanto y en cuanto no haya controles estrictos que logren imponer a los visitantes conductas adecuadas.
Respecto del trabajo en el ejido urbano, se mostraron muy satisfechas por los resultados obtenidos luego de las campañas de concientización llevadas a cabo en las escuelas e instituciones del medio.
"Los chicos y mayores van tomando conciencia de lo vital que resulta un recurso como el agua y eso nos incentiva a seguir trabajando hasta lograr el objetivo de no contaminar", definieron.
El intendente de Moldes, Osvaldo García, a su turno, opinó que "la importancia de una jornada como ésta está dada por las acciones que se puedan tomar en lo inmediato para evitar que la cuenca, que no está contaminada en su mayor parte, pueda comenzar a ser tratada para evitar males mayores".
"Actualmente, sabemos que estamos en un nivel de alerta, y la idea es avanzar hacia un saneamiento total. Pero para eso hacen falta políticas adecuadas y el financiamiento necesario", concluyó. |
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