Antes de la tala total del manto boscoso (entre la primera y la séptima década del siglo XX se extrajeron 65 millones de toneladas de madera), las sequías tenían una frecuencia cíclica, de cinco o seis años entre una y otra. Pero la región mantuvo un régimen pluviométrico de unos 400 milímetros anuales.
Ahora ya no existen esos ciclos, la falta de lluvias se repite año a año, por lo consiguiente, el índice histórico descendió a niveles alarmantes.
La alteración del régimen histórico de precipitaciones provocó en los últimos 20 años un grave perjuicio sobre la ganadería, fuente económica tradicional de la región. La falta de agua y de pastizales diezmaron los planteles vacunos, hasta desaparecer el pequeño criador y damnificar gravemente al productor de mayor escala.
La falta de perspectivas por la adversidad ambiental hizo que los criadores abandonaran sus unidades productivas, que antes eran capaces de solventar una familia, y las vendieron.
En estos 20 años en que la sequía no nos da tregua, en el departamento General Ocampo, sobrevino el proceso de transferencias de dominios territoriales más compulsivo que recuerde nuestra historia.
Que el cambio climático global, que las corrientes del "Niño" o de la "Niña", que el famoso avión rompe-tormentas, que la apatía de los santos mediadores, que el Gobierno, cada uno de estos actores tiene su correspondiente cuota de culpa en la opinión de una población desesperada.
El hombre que aún vive apegado al campo, por raigambre, por afecto, por miedo a irse, o por no tener otra opción, se siente un paria, abandonado de Dios y del Gobierno, con una bronca que es incontestable achaca la sequía ya a una plaga bíblica o ya a la desidia terrenal.
Almacenamiento
En los últimos años, el departamento General Ocampo, que ostentaba el primer lugar de los distritos con mayor cantidad de represas y el mayor plantel vacuno de la Provincia, no ha logrado incrementar su capacidad de almacenamiento de agua para captar las escasas precipitaciones, tanto por la falta de inversión propia del productor y gubernamental.
Hubo apenas un paliativo consistente en el desbarre de las represas existentes. Ahora se conformó un Comité de Crisis con representación de los sectores interesados, y se cavan primero las represas de utilidad comunitaria.
Diques
El dique de Anzulón, el de mayor cota en la Provincia y que ahora muestra el ajado aspecto de sus 30 años sin mantenimiento, está de nuevo en las vísperas de secarse totalmente, como le pasó hace poco. Su reserva actual de agua está próxima al nivel que se debe conservar para no atentar contra la obra.
Se dispuso que provea agua sólo para el consumo humano, trasladada por un canal abierto de 36 kilómetros hasta Milagro. Pero los vecinos de la Colonia Ortiz de Ocampo, el polo aceitunero más importante de la región, extraen el líquido elemento con poderosas bombas de succión, desesperados al ver secarse sus plantas que son su medio de vida.
En pleno siglo XXI, y a varios años de gestión de un Gobierno provincial que insiste en su perfil productivo, en La Colonia se riega por inundación.
El departamento posee también el segundo mayor dique de la Provincia, el de El Saladillo, que desde que lo construyeron nunca fue integrado al sistema hídrico del Departamento. Varias veces hubo dinero para financiar su canalización; tarea que nunca se efectivizó.
Perforaciones
Cuando hace poco la crisis llegó a su punto máximo, la Secretaría del Agua realizó una batería de perforaciones en La Totorita y Río Anzulón abajo, de donde se extrajo un abundante caudal que abasteció la provisión de agua a Milagro. Pero ya recuperado el dique y calmados los ánimos de la población, se realizaron varias perforaciones sin ningún éxito.
La empresa subcontratista que hizo la obra recomendó una prospección antes de entubar la perforación, pero no lo hicieron, pusieron los costosos caños y allí quedó perdida una onerosa inversión del Gobierno provincial.
Las represas del Departamento están, la mayoría, agotadas. Peligra incluso la de Milagro, que se usa para proveer agua para el consumo humano en la zona rural, por lo que la crisis se agudizará si no llueve en este mes de noviembre.
El hombre de campo, que dice poseer un detallado registro de las incursiones del avión rompe-tormentas, dice que no lloverá hasta los primeros días del venidero enero. Otros, en cambio, son más esperanzados y rezan con la convicción de que Dios proveerá.
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