Pobreza, marginalidad, pero también tierras improductivas que gracias a la inversión privada se convirtieron en una región en la que la se busca mayor productividad a base de inversión y utilización de los recursos tecnológicos disponibles. Por eso, entre la pobreza extrema que se ve en la localidad y las enormes explotaciones productivas que se hacen en la zona, hay un contraste muy fuerte e injusto.
El agua y el monte
Río Muerto tiene una población que supera los 1.300 habitantes y es una delegación municipal de Los Frentones. La población laboralmente activa subsiste de la actividad forestal, de hacer leña y carbón, pero con la prohibición de los desmontes, se generó una situación casi insostenible para la mayoría de los habitantes que son mano de obra no calificada. “Acá son hacheros de profesión, esa es la verdad, y no hay otra cosa para hacer”, dice Jacinto Pogonza.
No hay red de agua potable, y el casco urbano está rodeado de quintas, donde se levantan las viviendas ranchos. Sin agua, y sin luz, con muchos niños caminando por las fincas donde no siembran nada y sólo hay acumulada leña para el fuego, donde cocinan y calientan el agua para el mate cocido ó en el mejor de los casos, la leche, pero para los más chiquitos.
Toman el agua que almacenan en depósitos de 200 litros, a cielo abierto. En horas de la siesta, las abejas y avispas, y también picaflores, se acercan para beber, aunque ahora, con la lluvia del fin de semana, la situación mejoró para la fauna silvestre.
Pero el drama que las familias de Río Muerto, en su inmensa mayoría, es que no tienen como almacenar el liquido elemento, ante la ausencia de una red de distribución domiciliaria.
“Desde la Municipalidad de Los Frentones nos mandan agua en tanque, y cargamos en estos tachos de 200, que nos dura dos o tres días”, dice Angélica Soto, madre de cinco chicos que viven todos juntos en un rancho, y su concubino “se fue al monte, y vuelve una vez cada quince dias, porque él es hachero”, cuenta. |
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