La sequía prolongada se convirtió, junto con el Gobierno, en el peor enemigo del campo. Las lluvias no llegan en muchas partes del país y sólo por la cosecha de trigo ya se calculan pérdidas de más de 200 millones de dólares. Tanto los técnicos de ministerios provinciales como los analistas privados recalcan que, en el caso del trigo, a la reducción del área sembrada se le sumaron rindes muy bajos por la falta de agua. Las regiones más comprometidas son el NOA (noroeste argentino), el norte de Santa Fe y Córdoba. La soja tampoco se salvó: la intención de siembra se contrajo y se espera una producción de 49 millones de toneladas, frente a las 52,5 estimadas el mes pasado.
Los ingenieros le llaman “estrés hídrico” y es el principal problema que afecta a los cultivos en esta campaña de verano 2009-2010. La conjunción de la escasez de humedad en el suelo en el momento de sembrar y la falta de lluvias durante el período de crecimiento de la planta hacen que el resultado sea mucho menor del potencial. El año pasado se vivió la peor sequía de siglo, pero las condiciones no mejoraron para esta temporada. Según la Bolsa de Cereales el área sembrada cayó un 40% y a eso se le suma una merma significativa en los rindes.
El economista de Coninagro Daniel Asseff aseguró en diálogo con este diario que a principios de la campaña preveían que la producción de trigo alcanzaría los 8 millones de toneladas. Ahora, cuando están empezando las primeras cosechas en el norte del país, revisaron la estimación a la baja: calculan que se cosecharán cerca de 6,5 millones. Y agregó que la falta de agua “todavía puede afectar más” ya que todavía resta levantar gran parte de la siembra. Pero tomando el número más conservador de un resultado de 1,5 millones menos de toneladas y teniendo en cuenta que el cereal cotizó a 138 dólares por tonelada en el mercado futuro, los productores se privarán de ganar 207 millones de dólares por la sequía.
Por las condiciones de temperatura, la primera región sembrada, y consecuentemente cosechada, es el norte del país. Hasta el viernes pasado el relevamiento de la Bolsa de Cereales arrojaba un avance de cosecha del 85% en la región del NOA. De las 250 mil hectáreas sembradas ya se perdieron 25 mil, es decir el 10 por ciento. Y los rindes (medidos en quiloquintales por hectárea) en esta zona cayeron un 18% respecto de la campaña anterior.
En la zona centro y norte de Santa Fe, la caída en la superficie sembrada alcanzó el 84% y con casi el 30% cosechado se observa una baja en el rendimiento del 74 por ciento. Esto indica una caída de la producción en esta zona de 96%, según explicó Silvina Campos analista de AACREA.
El titular de la Secretaría del Sistema Agropecuario, Agroalimentos y Biocombustibles de la provincia de Santa Fe, Carlos Sartor, explicó que la situación en el norte de la provincia es muy complicada. Además de las pérdidas de trigo, la cosecha de girasol tuvo “productividad cero”. La sequía afectó el desarrollo de la planta, que tuvo un florecimiento prematuro y no llegó a dar granos. “En la mayoría de los campos se soltó la hacienda y se utilizó el cultivo para dar de comer al ganado, fue un fracaso total” detalló Sartor.
La sequía en la provincia de Córdoba, que llegó al límite de dejar ciudades sin agua potable para la población, lógicamente afectó la producción agrícola. En esta campaña de trigo se sembraron 159 mil hectáreas, 500 mil menos que el año pasado, según fuentes del Ministerio de Agricultura local. El relevamiento a la fecha arroja que sólo el 30% del cultivo está en condiciones “buenas”, un 40% “regular” y el 30% restante es “malo” y ya se considera perdido.
Las perspectivas climáticas para lo que resta del año no son alentadoras, aunque se espera que el fenómeno Del Niño traiga algunas lluvias y se eviten mayores pérdidas. Una vez más las apuestas están depositadas en la soja que, aunque con una baja de las estimaciones, seguirá batiendo récords de producción.
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