A partir de la reducción del consumo y la producción de agua en la planta potabilizadora de La Quebrada, el comité de emergencia hídrica de las Sierras Chicas que aglutina a Río Ceballos, Unquillo y Mendiolaza, resolvió ayer continuar con los cortes rotativos de agua por 24 horas en cada localidad.
A diferencia de la semana pasada, se realizarán desde las 6: el miércoles en Río Ceballos y el jueves en Unquillo y Mendiolaza, secuencia que se repetirá el sábado y el domingo. Con los cortes, se lograron ahorrar 14 millones de litros de agua potable la semana pasada.

Análisis
Sed
Por Alejandro Mareco - amareco@lavozdelinterior.com.ar
Es una sensación áspera y pastosa que repele y a la vez retiene la lengua contra el paladar: si los ojos son la ventana, la boca es la conexión de la materia que somos y la que está afuera. El hambre crispa de desesperación las tripas y la mente; la sed lo afiebra todo. No hay modo de no sentir que somos parte de su incesante fluir; acaso ni siquiera el viento puede fluir como fluye el agua.
Agua, para el hombre, no es sólo la catarata que baña la intimidad de las células; de agua están hechos el amor, el dolor, la felicidad, a veces matizados con un poco de sal. El agua está en las palabras, en el vapor de nuestros discursos y ensoñaciones.
Lo que sufren los cuerpos lo sufre la vastedad de las tierras que irremediablemente condenadas a la sed se vuelven parcas arenas que ya no quieren saber de dar un brote de vida. Hemos sido hombres-brotes a la orilla de los ríos, cuando fundamos la cultura para poner a la naturaleza bajo nuestra inspiración.
La sed ha abierto innumerables caminos de la historia, se han construido inmensas colosales obras para llevar el agua ahí donde no estaba, para que los pueblos pudieran reunirse y pervivir aun en los lugares más yermos.
En Córdoba el agua siempre fue una fruta de verano. Generaciones de capitalinos pasaron los inviernos apenas lavándose la cara. Hasta que los diques comenzaron a juntar la humedad que bajaba de las sierras. Y ahora Córdoba está otra vez sedienta. No es sólo la naturaleza, sino también la historia que nos ha pasado por encima. Y sin mojarnos.