Sin agua desde hace dos días, los pobladores de la Isla del Río Diamante, en el departamento de San Rafael, caminan hasta donde se encuentran las piletas que abastecen al barrio con bidones y envases para acarrear el líquido hasta sus casas. El corte del suministro de se debe a que para extraer y llevar agua a cada hogar se utilizan bombas, cuyo servicio ofrece la Unión Vecinal de la Isla del Río Diamante.
Pero a pesar del bajo valor de la cuota, sólo una cuarta parte la aporta y lo recaudado este mes no alcanzó para pagar la boleta de la luz, por lo que el servicio se cortó. “Estamos con la electricidad cortada por falta de pago, entonces las bombas no funcionan y no hay agua en el barrio”, explicó a Los Andes, el presidente de la Unión Vecinal, Hugo Osorio.
El barrio se encuentra entre los brazos del río Diamante a unos 7 kilómetros del centro sanrafaelino. Cuando se inició hace décadas se trataba de casas humildes, pero con el paso de los años la situación cambió, y ahora se ven algunas viviendas incluso con antenas de televisión satelital.
Más de 1.400 son los socios de esta entidad vecinalista, pero sólo unos 300 tienen las cuotas al día. Así lo señala Osorio y muestra los libros donde se registra todo, y en cada página de 36 socios sólo 5 pagan su cuota.
“Se trata de 6 pesos por mes, no es mucho, hasta la familia más pobre de la Isla tiene para pagar eso, deben guardar 0,20 pesos por día, un par de caramelos”, ejemplifica el hombre.
La preocupación de una barriada con más de 8.000 personas sin agua llegó a oídos de las autoridades municipales. Con Osorio habló el secretario de Gobierno, Raúl Guerra, pero el presidente de la unión vecinal le explicó al funcionario que “es un problema del barrio, no de afuera, si la gente se concientiza que el agua es lo principal y paga el problema está resuelto”.
Para no suscitar inconvenientes en las dos escuelas, el jardín maternal “El Bosquecito” y el centro de salud, desde la Unión Vecinal solicitaron a la Municipalidad que les proveyera agua con los camiones cisterna. Sin embargo el resto de los vecinos a medida que se fue acabando el agua de los tanques debió buscar la forma de conseguirla.
“No tengo agua para cocinar y tomar por eso vine con la nena de una vecina y el carrito para llevar, contó Aída quien se arrimó hasta donde están las piletas al fondo del barrio con varios bidones y damajuanas.
A pesar de las molestias que esto le ocasiona, la mujer aseguró que “si todos los vecinos pagáramos los 6 pesos por mes esto no pasaría”. Aún así relató que mucha gente “hoy tiene trabajo y mañana no, por eso no pagan, y otros porque somos así, pagamos una vez y después se te olvida hasta que se corta y te das cuenta que te hace falta”.
Los gastos que debe afrontar la unión vecinal rondan los $1.500 de luz y otros 1.000 aproximadamente de cloro que se le agrega al agua. También hay gastos ocasionales como cuando hay que reemplazar alguna cupla, pero hay otros que no pueden hacerse por la falta de medios. De las cuatro bombas existentes “sólo tres funcionan porque la restante se rompió y no pudimos juntar para repararla”, explica Osorio.
El corte de agua tuvo en la gente parte del resultado esperado por el presidente de la entidad, así muchos vecinos se arrimaron ayer a pagar su cuota. “Pero si no tomamos conciencia nosotros las cosas no funcionan”, repitió Osorio quien veía ayer con agrado que iban a alcanzar a cubrir la deuda de electricidad.
Y agregó: “aunque si sólo se paga bajo estas condiciones el mes que viene vamos a estar en la misma situación”.
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