El gran apagón que sumió en la oscuridad el martes a un tercio de los brasileños afectó a un país hasta ahora ajeno a los crecientes problemas de abastecimiento de energía que aquejan en 2009 a América Latina. Ese accidente, atribuido por el gobierno de Brasil a una tormenta tropical, pero que aún genera dudas, se produjo en un país que "dispone de un exceso de energía, pues todos los embalses están llenos", dijo Jorge Miguel Samek, titular de la Represa de Itaipú, segunda hidroeléctrica del mundo ubicada en la frontera con Paraguay.
Países como Venezuela, Ecuador, México o Cuba experimentan fallas que les llevaron a lanzar programas de reducción de consumo. En Venezuela, primer exportador de crudo de la región, las necesidades pasaron en diez años de 12 a 17 mil megawatts y la producción no logra seguirle el ritmo. Desde abril de 2008, tuvo al menos cuatro cortes de energía. Un problema es que 70% de la electricidad proviene de la hidroelectricidad, pues los gobiernos prefirieron no usar el petróleo para exportarlo, y la diversificación que busca el presidente Hugo Chávez requiere muchos años y más inversión.
En las últimas semanas, el presidente venezolano ha hecho varios pedidos de cuidar el consumo a la población, como ir al baño con una linterna o la "ducha comunista", de 3 minutos de duración. Hay racionamiento de agua, que en algunos casos llegan a cortes de 48 horas por semana.
En Ecuador, el presidente Rafael Correa decretó un estado de urgencia durante 60 días debido al nivel alarmante de las reservas de agua de la central de Paute, que opera a un tercio de su capacidad, cuando normalmente cubre un 30% de la demanda total. Quito busca además más inversiones y acuerdos con sus vecinos Perú y Colombia.
En Cuba se invocó en mayo pasado la crisis económica para pedir a algunas empresas que redujeran en 12% su consumo eléctrico. También México tomó medidas energéticas radicales. En octubre, el gobierno cerró la empresa pública encargada de suministrar electricidad a 20 millones de habitantes del DF y suburbios, por juzgarla ineficiente y costosa.
En rigor, el tema es sensible en todo el mundo: EE.UU., gran productor de crudo, depende de sus importaciones, 25% del total mundial en demanda. Y Europa, de acuerdos de provisión de gas de Rusia en cada invierno.
"Pero la ventaja de Europa es su integración física, el rol estatal y las distancias cortas. Un triángulo imaginario Madrid, Edimburgo y Milán es como aquí Buenos Aires, Neuquén y Jujuy", dijo a Clarín el especialista energético Federico Bernal, que enfocó también los modelos de desarrollo. "Hasta antes de esta década, los gobiernos en Latinoamérica privilegiaron esquemas de integración dirigidos por intereses de empresas, no estrategias nacionales. Bolivia tenía gas y no lo usaba; Argentina, sin ser un país gasífero, empezó a exportar gas a Chile. Salvo Argentina y Brasil, no hay como en Europa una integración de compartir y complementación energética".
En la región, con países con petróleo, gas y fuentes hídricas inmensas, faltan inversiones e integración en infraestructura, y "el acceso a la energía está aún lejos de ser óptimo", dijo Gabriel Argüello, titular de la Comisión de Integración Energética Regional, que nuclea a los actores del sector eléctrico sudamericano. La región debe invertir US$ 10.000 millones en 10 años para producir electricidad para los 100 millones de latinoamericanos que aún no tienen acceso a ella (20% de la población), dijo.
La falta de inversión también fue señalada a Clarín por un ex titular de Yacyretá y miembro del Grupo Moreno de especialistas en energía, Félix Herrero. "En Argentina claramente tras las privatizaciones se invirtió muy poco. Hoy hacen falta US$ 2.500 a 3.000 millones para mejorar el sistema, que si bien no colapsó estos años como se nos decía cada nueva temporada, presentó problemas. La excusa -añadió- no son precios bajos, como plantean ex secretarios de Energía. Cuando los precios eran altos tampoco lo hacían. Es algo más estructural y de decisiones estratégicas".
Para Argüello la oferta de energía sufre de problemas de interconexión entre los países, de escasa diversificación de sus fuentes y de "demora" en los planes de desarrollo destinados a enfrentar la creciente demanda de electricidad.
DECLARACIONES DE DILMA ROUSSEFF, JEFA DE GABINETE
Advierten que Brasil no está libre de otro apagón
Por: Eleonora Gosman
La ministra Dilma Rousseff, nombrada por Lula da Silva como la mujer destinada a sucederlo, admitió ayer que Brasil "no está libre de un apagón". Y reconoció que lo que hay que hacer ahora "es invertir en la mejoría del sistema" . Con todo, "Dilminha" -como la rebautizaron sus compañeros desde que es precandidata presidencial- diferenció: "Una cosa es una interrupción del sistema eléctrico por algunas horas, algo que nadie puede prometer que no va a ocurrir, y otra cosa es racionamiento de energía".
Fue su respuesta a la oposición que puso el foco de las críticas en la ministra. Según los líderes del Partido Socialdemócrata, Rousseff debe explicar por qué ocurrió un apagón que afectó a 18 estados brasileños y que dejó a oscuras a los 42 millones de habitantes de San Pablo entre las 22,13 del martes y la 1,30 de la madrugada del miércoles. Esa exigencia se debe a que Rousseff fue ministra de Energía desde 2003 a 2005 cuando asumió su actual puesto como jefa de la Casa Civil (equivalente a la función de jefa de gabinete). El 29 de octubre último, recordó ayer el grupo multimedios Globo, la candidata presidencial de Lula dio una entrevista en la que aseguró que nunca más habría apagones en el país. Ahora, ella se defiende: "Lo que prometimos es que habrá más racionamiento, que se produce por falta de dirección; un racionamiento de 8 meses (como hubo en 2001) indica que en los cinco años anteriores no se supo planificar la cantidad de energía que sería necesaria para el futuro".
La oposición brasileña buscó asimilar el apagón con lo ocurrido durante el fatídico primer año de este siglo, cuando durante meses los brasileños tuvieron que seguir un esquema riguroso de ahorro energético porque no había de dónde sacar electricidad para abastecer a todo el mundo. Pero las situaciones no son comparables, como dijeron ayer dos especialistas de la Universidad Federal de Río de Janeiro, Nivalde Castro, y Roberto Brandao, del Grupo de Estudios del Sector Eléctrico: "El apagón del martes fue impresionante por la extensión del área que afectó. Pero su naturaleza fue muy diferente a la de 2001".
Según estos expertos "a comienzos de esta década Brasil venía de un largo período de bajas inversiones en electricidad y esto se combinó con un índice de lluvias bajo la media. El sistema eléctrico que operaba sin margen no tuvo cómo abastecer a todo el país. Hoy la situación es diferente: se invirtió mucho en líneas de transmisión y las represas están llenas de agua". Rousseff defendió ayer que haya una investigación seria para determinar responsabilidades.
Argentina, al límite
Antonio Rossi
A diferencia de otros países latinoamericanos, el sector eléctrico argentino ha exhibido en lo que va de 2009 una relativa normalidad que no había registrado en años previos. Pero, lejos de responder a una acertada política energética, la ausencia de cortes y fallas en el suministro eléctrico se explica, básicamente, por el impacto de la crisis económica y la caída del consumo.
Según datos de Fundelec (Fundación para el Desarrollo Eléctrico), la demanda acumula entre enero y octubre un descenso del 1,2% y se encamina a cerrar 2009 con la primera variación negativa anual desde el año 2003.
El retroceso del consumo le permitió al Gobierno esconder transitoriamente los serios problemas estructurales que arrastra el sistema eléctrico.
La generación sigue operando muy cerca del límite técnico que plantea la demanda. Las inversiones realizadas en los últimos años -casi todas estatales- no alcanzaron a cubrir las ampliaciones necesarias para mantener el sistema a punto y con las reservas técnicas adecuadas.
Si bien en el transporte eléctrico no se registran mayores inconvenientes, no sucede lo mismo en el área de distribución.
La falta de actualización tarifaria y los problemas contractuales no resueltos con las privatizadas han retrasado la ejecución de obras clave y las tareas esenciales de mantenimiento que se necesitan para poder garantizar la prestación del servicio.
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