Escuchar al Sr. Gobernador hablar con contundencia y sentimiento de la problemática del agua, no puede menos que llenarnos de satisfacción al afirmar que «el mayor atentado contra nuestro futuro es su malversación», «que debemos garantizarla para las futuras generaciones» y que «el agua es parte integrante del ecosistema, un recurso agotable y un bien social y económico», es al menos para quien esto suscribe una alternativa alentadora y la posibilidad de que una política de estado alumbre en esta provincia, asentada en estricto e inviolable rigor científico, sustentada con el reconocimiento, aprobación y aporte de todos los sectores, en la conciencia de que el verdadero potencial renovable, sustentable e innegociable de esta provincia es casualmente el agua.
Nuestra provincia debe diseñar y aplicar una gran política de estado; poner en marcha un proyecto de desarrollo sustentable que sea la alternativa al modelo existente que propicia la enajenación de nuestras fuentes energéticas, la extinción de nuestros recursos y la degradación irreversible del ambiente y que evidentemente no cumple con la concepción aceptada de que «el desarrollo sustentable es aquel que puede lograr satisfacer las necesidades y las aspiraciones del presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras de satisfacer sus propias necesidades y aspiraciones» (Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo. 1987, Brundtland).
El mineral más importante, estratégico, vital e imprescindible que poseemos los chubutenses es el agua, y todas las demás acciones productivas deberán estar supeditadas al resguardo de esta riqueza, teniendo en cuenta que casi el sesenta por ciento de nuestra superficie provincial (131.000 Km2) está constituida por cuencas de nuestro sistema hídrico, por lo tanto la falta de políticas sustentables sobre producción agropecuaria, forestal, minera, industrial y hasta de ocupación territorial, atentan contra ese recurso sobre el cual, bien dijo el Sr. Gobernador «estamos teniendo un comportamiento pernicioso y provocando la verdadera debacle del recurso en tanto y en cuanto no se tomen los recaudos necesarios para eliminar viejos vicios que atentan contra la estabilidad del recurso».
Con el manejo adecuado del agua en manos del estado y los demás actores que la Constitución, el Código de Aguas y la Ley de Comités de Cuencas (Leyes anteriores a este gobierno, recuerdo), sumado al trabajo de los organismos específicos (Instituto Provincial del Agua), es posible potenciar las actividades pecuarias, agrícolas, forestales, turísticas o energéticas, que combinadas con la puesta en marcha de energías renovables (actuales como la eólica y futuras como el hidrógeno) pueden generar alternativas ocupacionales, impidiendo que la desertización, la colmatación de los ríos y arroyos, la contaminación de napas por recuperación secundaria petrolera o lixiviación de colas y escombreras de las mega-mineras acaben con las reservas subterráneas.
Las posibilidades de transitar al desarrollo sustentable - lejos de la voraz teoría transnacional de tierra arrasada - encontrarán su origen en la disposición de un pueblo que, educado, capacitado, informado y partícipe de las decisiones, asuma las responsabilidades y actúe en consecuencia y consonancia con sus gobernantes que sapientes de cuál es el verdadero capital estratégico, defiendan sin tapujos el futuro de las próximas generaciones. |
|
|