Un estudio realizado por el escritor Luis Antezana E. hace referencia al tema de las aguas del manantial Silala, considerado uno de los aspectos contemporáneos más notables de la economía boliviana y de las relaciones entre Chile y Bolivia.
Según el escritor, el tratamiento de este asunto debe someterse a análisis bajo estrictas condiciones a partir de su aspecto histórico para derivar a su condición lógica, por lo que parte del aspecto objetivo.
Previamente hace mención en su estudio hecho público en octubre de este año, que las aguas del Silala son íntegramente bolivianas, asegurando que en la era glacial del planeta, que terminó hace 10.000 años, la región altiplánica del Silote estaba formada, aproximadamente, por un lago de unos 200 kilómetros cuadrados.
Sostiene que las aguas de ese lago estaban congeladas y este glaciar tenía una desembocadura que, por un cañadón, bajaba hacia la ladera oeste de la Cordillera de los Andes, pues se trataba de un glaciar de pequeña magnitud.
En el estudio, el autor hace un recuento pormenorizado acerca de los orígenes de este manantial hasta llegar a deducir en forma lógica que las aguas del Silala, inclusive las que afloran en territorio chileno y que conforman unos 10 “ojos de agua”, son aguas de propiedad de Bolivia, pues se originan en la región altiplánica de nuestro país.
Respecto a la cantidad de agua boliviana que utiliza Chile, asegura que según diversos informes estos manantiales producen un metro cúbico por segundo. Otros informes afirman que sólo producen 250 litros y otros, medio metro cúbico por segundo (o sea 500 litros por segundo).
En todo caso, sostiene el autor, se puede considerar que la corriente de agua boliviana que utiliza Chile es de medio metro cúbico por segundo, dato corroborado por informes técnicos confiables.
En otro acápite de su estudio, Antezana hace mención a quiénes y cómo se benefician con las aguas del Silala, dejando en claro que el Estado chileno vive gracias a los ingresos que originan las aguas del Silala en Chuquicamata.
También asegura que Chile utiliza sin pago alguno unos 50 millones de litros de agua del manantial boliviano cada día, o sea 50.000 metros cúbicos/día, dejando claramente establecido que el país trasandino pone en actividad la gran empresa minera de cobre de Chuquicamata, considerada la más grande del mundo.
Asimismo, cuestiona las negociaciones diplomáticas boliviano-chilenas sobre las aguas del Silala calificándolas de fatídicas. “La campaña de prensa hizo posible el texto del acuerdo secreto, celosamente guardado en la Cancillería y que iba a ser aprobado en abril y publicado en extenso”, acota.
Finalmente en sus conclusiones, el autor asegura que con las aguas del Silala, Bolivia potencia económicamente a Chile y Bolivia se queda más pobre. En síntesis enfatiza en que la riqueza de Chile depende de la pobreza de Bolivia, mientras va fortaleciendo a las Fuerzas Armadas, por lo que sugiere cancelar en su totalidad el acuerdo actual e ir a un nuevo convenio redactado bajo condiciones de Bolivia, dentro de la realidad señalada y con la presencia de especialistas económicos y políticos sobre la materia.
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