Hace un tiempo concurrí a un club privado en el lago de Ullum, lo hice acompañado por un grupo de amigos, la idea era compartir una tarde de mate, sol, agua. Lo cierto es que la estábamos pasando bien. En un momento dado, me tocó quedarme a mí en el campamento que habíamos levantado. Siempre pasa, uno se queda a cuidar el lugar y las pertenencias mientras los demás disfrutan del chapuzón.
Tuve la suerte de compartir el momento con una de las damas integrantes del grupo. Ella es delgada, esbelta, más bien alta, el cabello largo y suelto. Vestía un bikini en el que resaltaban los colores lila y amarillo. Luego de conversar varias cosas intrascendentes, al parecer se decidió y, acercándose un tanto, me tiró una confesión escalofriante.
"Te voy a contar toda la verdad sobre este perilago", dijo, y me confió que hace muchos años todo aquello era un desierto, entonces un grupo de personas se puso a trabajar en la creación de un dique, pensaron todo, pero les faltaba lo fundamental: el agua, no tenían de dónde conseguirla. Así que luego de armar completamente el dique comenzó la ardua faena de llenar el lago y lo hicieron de la siguiente manera: colocaron cientos y cientos de mangueras que luego de fluir agua por muchos años terminaron llenando el lugar. "Es más -continuó-, aún hoy esas mangueras siguen trabajando". Incluso tenía pruebas. Si alguien se mantiene quieto en el interior del lago, en algunos lugares sentirá que un hilo fresco de agua llega hasta pies y piernas. Es el agua que emana de las mangueras.
Me quedé helado. ¿Cómo podía ser posible? Empecé a atar cabos y me di cuenta de que la muchacha no estaba muy errada: gran cantidad de gente se confabuló para sacar provecho del multimillonario negocio de las mangueras de PVC. Resulta que el deshielo de la cordillera, el encauce de los ríos de alta montaña, es una farsa. Luego, investigando, alguien me dijo que el agua la extraen de cientos de canillas que se esconden detrás de los pequeños cerros que hay sobre la derecha de la ruta provincial 14 cuando uno va desde la ciudad hacia el lugar. Las mangueras pasan por debajo del camino y llegan al lago. Estoy dispuesto a seguir el tema hasta las últimas consecuencias, por eso pido si alguien sabe detalles sobre esto que me los acerque.
Mi amiga se llama Agustina y en agradecimiento por brindarme tan valiosa información, le pienso regalar un tiburón inflable para que empiece a perfeccionar su nado, ahora que ya tiene ocho años de edad.
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