LA PUBLICACION consigna que el 63% de las reservas estimadas de peces en el mundo necesita ser reconstituido, para evitar la desaparición de especies vulnerables, dado que en todas las regiones se ha determinado una tendencia hacia la disminución creciente de la población ictícola.
EL estudio continúa informando que en regiones pesqueras de Estados Unidos, Islandia y Nueva Zelandia se han logrado avances importantes para recuperar las reservas devastadas por décadas de sobrepesca, poniendo en marcha estrategias de gestión prudentes. De tal manera, en cinco de las diez zonas controladas se logró disminuir la tasa de explotación (la proporción de peces pescados), principal causa de rarefacción o de desaparición de los peces.
CONSIGNA el estudio que su campo de acción fueron las zonas de pesca de los países desarrollados, donde se recolectan datos de largo plazo sobre la abundancia de peces, los niveles de explotación y las medidas adoptadas para la preservación y recuperación de la biomasa, con lo cual sugiere que el riesgo del retroceso de las reservas podría ser aun mayor en las otras zonas.
COMO una excepción a la regla, se mencionó que en Kenia, el uso de redes de trama más grande, que permiten a los peces pequeños escapar, y la veda de la pesca en algunas zonas, permitieron aumentar el tamaño y la cantidad de peces disponibles. Un éxito que fue resaltado como local, aunque con valor como ejemplo para otros países donde se da una sobreexplotación del recurso.
TAMBIEN se citan las cuotas de capturas, la gestión pesquera, el cierre estratégico a la pesca, la creación de zonas, la selección de artes de captura y los incentivos económicos como algunas de las medidas más prometedoras para restablecer las pesquerías y los ecosistemas, aunque "no hay soluciones milagrosas" y estas deben adaptarse a cada lugar y sus gentes, afirma el estudio.
PERO la que constituye la recomendación fundamental de los científicos es limitar la captura a niveles por debajo de las máximas sostenibles, que permiten a la especie recuperarse, un nivel aceptado internacionalmente y que "debe ser interpretado como un límite máximo absoluto y no como un objetivo", señalan. "Aunque la elección, a veces, puede ser dolorosa, a corto plazo, para los pescadores, a largo plazo beneficia a los peces, los pescadores y los ecosistemas oceánicos", concluye el artículo de "Science".
AUNQUE limitar las capturas por debajo de los límites que permitan la recuperación del recurso suene a verdad de Perogrullo, su aplicación en naciones como la nuestra suele verse obstaculizada por argumentos socioeconómicos que, muchas veces, esconden intereses espurios, determinando, así, que especies como la merluza hubsi, en el Atlántico sur, estén a punto de desaparecer, diezmadas por la sobrepesca. Una actitud por la que, seguramente, las generaciones futuras nos pedirán cuentas.
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