LA FUTURA, aunque no demasiado, escasez de agua para consumo humano es uno de los temas, a nivel mundial, que más inquietan a aquellos que se preocupan por lo que el porvenir depara a la especie humana.
EN ESE orden, noticias recibidas de la India dan cuenta de que, de no tomarse medidas correctivas, ese superpoblado y milenario país se quedará sin agua potable para el año 2025. En efecto, según datos de consultoras especializadas y la oficina comercial española en Nueva Delhi, el aumento de la demanda, sistemas de almacenamiento y distribución deficientes y la mala gestión de las lluvias harán del agua un recurso insostenible para esa fecha, si el país no acomete reformas.
ACTUALMENTE, la India aplica una política de altos subsidios al consumo, pero la desatención a sus deficientes redes de distribución y almacenamiento es tal que el 54 por ciento del suministro se pierde por escapes. Si bien el mercado del agua carece de indicadores fiables y presenta datos de medición defectuosos o inexistentes, la disponibilidad del recurso y el crecimiento de la población siguen tendencias opuestas. En efecto, la falta de fondos disponibles crea problemas de mantenimiento para las obsoletas instalaciones y la construcción de sistemas de almacenaje, que cuenta con infraestructuras para conservar apenas 30 días de lluvia.
EL CRECIMIENTO demográfico e industrial y los efectos del cambio climático añaden incertidumbre sobre la disponibilidad del agua, que, según algunas estimaciones, se reducirá un 86 por ciento, para el año 2050. Como dificultad añadida, los expertos citan la alta estacionalidad de las lluvias, concentradas en un 75 por ciento entre los meses de junio y septiembre, con la llegada del monzón del sudoeste. Cuando el fenómeno falla, como este año, la situación adquiere tintes de tragedia para cientos de millones de campesinos del país, donde dos tercios de las tierras cultivables están sin acceso a obras de irrigación y dependen de la lluvia.
ANTE el escenario descripto, distintos informes económicos predicen ya para la India una crisis de sustentabilidad, que ni las autoridades ni la industria privada del agua, fragmentada y desorganizada, afrontan, por ahora, con garantías.
SIN llegar a perspectivas tan alarmantes, la provisión de agua a nuestra ciudad y Punta Alta viene siendo jaqueada, en los últimos tiempos. Primero, por la falta de capacidad de transporte y, últimamente, por la pertinaz sequía, que determina bajos niveles records en la principal fuente del líquido elemento, el embalse Paso de las Piedras. Sin embargo, las dos situaciones pueden ser comparadas en cuanto a la falta de previsión con que el hecho natural encuentra el sistema de aprovisionamiento. Durante décadas, se ha hablado aquí del segundo acueducto, del embalse del Napostá, del acuífero subterráneo, de la reutilización de líquidos cloacales y de la provisión desde el río Colorado. Sin embargo, sólo la inminencia de un grave colapso ha determinado a los responsables a tomar acciones más allá de las meras palabras, como son las perforaciones en el Bajo San José.
SIN dudas, una lección que debe ser bien aprendida para el futuro, en cuanto a la previsión con que debe ser encarada la provisión de servicios públicos imprescindibles, tales como el agua, la electricidad y el gas, por citar los más básicos
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