La problemática que está viviendo hoy Mendoza con la provisión de agua potable es sólo un espejo de la situación general de depresión que sufre la provincia. En un oasis cuyo emblema máximo es el agua, que se describan los problemas sin explicar por qué no se previeron las consecuencias negativas y sin dar un plan de cómo se van a solucionar a futuro, es sólo un indicativo de lo mal que estamos (ver página 9). Sería caer en una trampa calmar las conciencias de los responsables echándole toda la culpa a la empresa concesionaria Obras Sanitarias de los últimos años de los males actuales. Porque el interventor de la empresa viene del EPAS, es decir, del organismo encargado de controlar a esa concesionaria. Sabe, entonces, que la empresa posiblemente no cumplió con los planes comprometidos, pero que eso es consecuencia también del incumplimiento por parte del Estado de los términos de la concesión. Incluso debería saber, aunque no esté dispuesto a aceptarlo, que el EPAS ha estado dibujado si no ha logrado conseguir que la empresa cumpliera. En la práctica, todos conocen que los incumplimientos de los concesionarios, en general en la Argentina, se han debido en muchos casos al incumplimiento estatal y que ambos han sido “consentidos” por los organismos de control, en la medida en que quienes trabajaban ahí tenían su cargo y su sueldo asegurados. ¿Y la Justicia? ¡Bien, gracias! Porque cuando hay un perverso sistema de compensaciones, basado en incumplimientos cruzados, el único que se va a perjudicar es el usuario y el aparato judicial va a estar dibujado. Mendoza debería encarar como política de Estado la solución de su problema de provisión de agua domiciliaria, como una bandera simbólica de una provincia que se está muriendo culturalmente. Entendiendo un concepto amplio de cultura, en el que el agua es un valor esencial. Alguien le tiene que devolver a la provincia ese espíritu utópico de la existencia que un conjunto de mediocres buenos para nada se ha encargado de adormecer. El agua podría ser la idea fuerza. No puede ser que cada vez que se quieren hacer cosas salgan los mismos de siempre a explicar por qué no, pero nunca traigan algo viable y que permita avanzar.
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