Mendoza necesita encarar un proceso de modernización en el cual se utilicen los avances tecnológicos que inundan el mundo en estos momentos. Cuando se producen problemas como el actual del agua se llega al conocimiento de que no existe un registro actualizado y efectivo de la situación de las redes de distribución y de los pozos en funcionamiento. Ya no hablamos de mantenimiento, sino que caemos en la cuenta de que el sistema de distribución es casi igual que el que existía hace 50 años. La pregunta que vale hacerse es si no hay nadie trabajando en esto, sobre todo en utilizar todos los nuevos avances que permiten ser más efectivos y a menores costos. Lo primero que hay que decir es que el agua en Mendoza es estúpidamente barata para lo que cuesta, pues es un bien escaso. Pero además, y quizás esto es lo más importante que hay que advertir y los mendocinos poner las barbas en remojo, en nuestra provincia se desperdicia el agua. Esa que hoy está faltando en Guaymallén se malgasta en otros lugares. Es sintomático que hayan fracasado todos los proyectos de poner medidores para que cada uno pague lo que usa. Allí se calcularían los consumos, los excesos, las canillas perdiendo, las piletas llenas tendrían un costo, etcétera. Pero nadie quiere asumir la tarea de dar la mala noticia de que el agua no se puede tirar porque es cara y escasa, y que por eso se va a controlar el consumo. A esta problemática del agua hay que sumar todos los estamentos del Estado donde la informática nunca ha llegado y la tan cacareada reforma nunca se ha hecho. Con las enormes posibilidades tecnológicas que hoy tiene la humanidad, es increíble que no se puedan conocer datos básicos como la situación de los empleados públicos o que no se logren liquidar los sueldos docentes sin errores. Un Estado moderno debería tener todos sus cañones apuntados a contar con servicios, públicos o privados, de una efectividad sin fisuras y a contar con un sistema interno de funcionamiento aceitado como nada, donde los agentes mejor capacitados y en un número adecuado (dos cosas que hoy no suceden) den las mejores prestaciones a los ciudadanos.
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