Hay personas, quizá los más apocalípticos, que sostienen que la próxima Guerra Mundial será por el agua. Y, aunque probablemente no sea más que un simple intento por hacer futurismo catastrófico, esta semana quedó evidenciado en Mendoza lo vital e imprescindible que es este líquido y las trágicas consecuencias que puede acarrear su falta.
En los últimos siete días pasó de todo en la provincia con un único leitmotiv: la falta de este líquido vital. Mientras que el Gobierno declaró la emergencia por falta de agua potable y constituyó la creación de un comité de crisis.
Centenares de vecinos autoconvocados de Guaymallén salieron a la calle para manifestarse por la desoladora situación cortando algunos tramos del Acceso Sur y haciendo que el pedido llegase a tener repercusión nacional. Otra constante entre algunos de los damnificados fue la de recurrir a todo tipo de maniobras -permitidas y sucias- para poder quedarse con el único hilito que les llegaba.
En el medio, la odisea de familias que teniendo que recurrir a métodos extremos como ir a bañarse a la casa de sus parientes o tener que comprar agua mineral para la higiene personal, hicieron todo tipo de malabares para subsistir.
Tampoco faltaron los brotes de ira popular no sólo hacia las autoridades provinciales ni de la empresa proveedora de agua (OSM), sino entre vecinos, despertando una especie de guerra civil y fría entre habitantes de una misma cuadra (principalmente en Guaymallén, Las Heras y Godoy Cruz).
Recién el jueves por la noche llegó un poco de alivio en las casas de Dorrego, cuando luego de una dura semana el suministro de agua en algunas recuperó gran parte de la presión que había perdido.
Ésta es la crónica de una semana de furia, sequía, inconvenientes y la espera de un demorado deshielo que debería llevar más calma a los hogares, pero que sigue sin llegar.
Situación crítica
Durante toda la semana pasada, el Ente Provincial de Agua y Saneamiento (EPAS) calificó a los días transcurridos como "críticos" con respecto a la provisión de agua, más allá de que los problemas datan aún de hace dos semanas.
Javier Montoro, titular del ente de control y regulación, explicó que la situación está vinculada al escaso nivel de producción de la Planta Potrerillos, la principal fuente de provisión de agua en el Gran Mendoza. Mientras que normalmente produce 1.300 litros por segundo, durante la última semana el nivel alcanzó apenas los 720 litros por segundo.
El retraso en los deshielos, que normalmente durante los primeros días de noviembre comienzan a registrarse en alta montaña, y -por ende- el escaso caudal del Río Blanco (que provee la planta Potrerillos) es, según resaltó el funcionario, el principal inconveniente que incide en la baja cantidad de agua potable.
No obstante, y más allá de los fenómenos de la naturaleza -impredecibles e incontrolables-, el propio Montoro reconoció la falta de inversión de la empresa durante los últimos 10 años, aspecto que también influye en esta crisis. "Ha sido grave la desinversión de la empresa. El Estado tendría que invertir unos 600 millones de pesos para regularizar la situación de OSM", estimó Montoro durante la presentación del comité de crisis.
Ahondando en ese aspecto, desde el EPAS consideraron que entre 1998 y 2002 -lapso sobre el que poseen datos específicos- hubo una desinversión que superaba los 49 millones de pesos-dólar en la empresa, número que ascendería a lo estimado por Montoro hasta la fecha. Esta falta de inversión, entre otras cosas, fue lo que terminó por desencadenar la intervención de la empresa.
El miércoles pasado, justo en la mitad de una de las semanas más duras, el Gobierno declaró la emergencia en lo referido a agua potable por 180 días, al tiempo que anunció la creación de un comité para "analizar y solucionar" esta problemática. El objetivo de la medida, según resaltaron desde el Gobierno, es darle solución a los problemas de baja presión en las zonas afectadas.
"La dotación de agua potable se reforzará mediante cinco pozos que en breve se inyectarán a la red y otros cuatro que están siendo analizados. También se dispondrá de camiones cisternas para proveer el servicio a escuelas y centros de salud de los departamentos más afectados", resalta uno de los fragmentos del decreto.
Desesperación
Más lejos de todos los aspectos técnicos -quizá sin conocerlos-, pero sintiendo en carne propia las duras consecuencias de la crisis, los vecinos de Guaymallén -principalmente- y de algunas zonas de Godoy Cruz soportaron una difícil semana.
Casi rezando todas las mañanas -porque no les quedaba otra alternativa-, se dirigían hacia las canillas, abrían los surtidores y allí se encontraban con unas míseras gotitas que caían del grifo. Esto fue gestando el malestar de varios vecinos hasta que, autoconvocados, un grupo oriundo de Dorrego y de otros distritos guaymallinos anunció que no pagarían la próxima factura de agua, ya que no contaban con el servicio. Incluso, algunos hicieron constar con un abogado la falta de servicio.
Si bien el intendente guaymallino, Alejandro Abraham destacó que el conflicto y la posible presentación de los vecinos es ajena -institucionalmente- a la comuna que comanda, desde el principio se mostró como un aliado de los vecinos en su reclamo. Incluso, el miércoles por la noche cuando cerca de 300 vecinos de Dorrego y otros distritos salieron a reclamar y a cortar primero el Acceso Sur y después el Este, Abraham llegó a acompañarlos y a darles su apoyo incondicional.
Esa misma noche, aprovechando la presencia periodística masiva en la puerta del Hospital Italiano (donde permanece internado Sandro), los manifestantes llegaron al lugar y, dándole rienda suelta a la originalidad, entonaron una versión actualizada de "Dame fuego", y decían "Dame agua; dame, dame agua".
Por otro lado, durante el miércoles y el jueves, casi una decena de escuelas debieron suspender las actividades por no contar con el suministro de agua.
Poca solidaridad
Analizando la cantidad de multas labradas por los inspectores de OSM durante la pasada semana crítica, se desprende un dato más que llamativo. Entre el lunes y el jueves, 72 actas fueron firmadas y entregadas a vecinos del Gran Mendoza por derroche de agua y, de ese total, 21 fueron labradas en Guaymallén, uno de los departamentos más afectados.
El contraste no se da sólo en los números. El martes al mediodía, mientras una vecina del barrio Petroleros (Guaymallén) se veía obligada a salir a la calle en búsqueda de un surtidor para poder llenar una olla que le permita cocinar, en el barrio Alimentación -vereda de en frente- otra vecina limpiaba la vereda dejando caer varios litros de agua de su manguera, situación que fue advertida por un inspector de OSM.
En el mismo barrio Petroleros, la familia Jara denunció que ya empezaba a regir la ley del más fuerte, con casas particulares que instalaban bombas para "chupar" y quedarse con la poca agua que llegaba. "Es un sálvese quien pueda", destacaron los vecinos.
Afortunadamente, cerca del fin de semana la situación se normalizó -luego de que OSM reparara una bomba en el lugar-, el servicio de agua volvió a la normalidad, aunque los especialistas resaltaron que es imposible determinar si será definitiva la solución.
Volviendo al número de infracciones, sólo Luján está por encima de Guaymallén -con 23 actas-, mientras que Las Heras tuvo 10 y Capital y Godoy 9, cada uno.
Por regar jardines dentro del horario de restricción -de 8 a 20- se multó a 55 personas, mientras que por lavar calles y veredas con mangueras -algo prohibido durante todo el día- se labraron 6 infracciones.
Otra situación muy común resaltada por los inspectores de OSM y corroborado por Los Andes durante un recorrido fue la de encontrar una gran cantidad de vecinos que, al cruzarse con la moto de la empresa en la calle, salen a su encuentro y denuncian a una determinada casa o vecino por derrochar sin criterio.
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