Una nueva lluvia, de más de 120 milímetros, volvió a anegar las zonas más bajas del Gran Resistencia, donde tras algunos días de buen tiempo habían podido retornar a sus hogares muchos de los 3.500 evacuados provocados por un temporal el martes pasado. La precipitación obligó a retirarse a las mismas familias que habían dejado los albergues oficiales, pero ahora resultaron afectadas casi mil personas más. La consecuencia fue que el número de evacuados, alojados en escuelas y centros de inundación, ascendió a casi 4.400.
En su gran mayoría se trata de habitantes de los asentamientos ubicados en el sur, una larga cadena de villas surgidas de la mano del éxodo rural y de la incapacidad de la economía local para dar empleo a las familias de jóvenes, quienes usurparon esos terrenos, casi todos fiscales, para levantar sus viviendas. Estela Villalba vive en uno de esos barrios. Su casa tiene un solo ambiente, y a duras penas intenta agregarle un baño cerrado. Cuando el viernes 20 cayó la primera lluvia de 160 milímetros, el agua cubrió el piso de tierra, y lo volvió un barrial.
Pero Estela se negó a dejarla. "Mandé mis chicos a la casa de una señora con la que yo trabajaba. No me quería ir porque me iban a robar mis pocas cosas, ¿y después cómo recupero eso?", dice.
Sus hijos pudieron regresar el lunes, pero el martes llegó otro diluvio de 150 milímetros. El suelo seguía con mucha humedad, y el agua alcanzó una altura mayor, de unos 30 centímetros, dentro de la vivienda de maderas y chapas. "Entonces sí vine a la escuela, pero un vecino se quedó y dijo que iba a mirar mis cosas", cuenta Estela.
Como otros muchos, ella pudo volver a su casa el viernes. Para entonces, los 3.500 evacuados del martes eran mil. El sábado tenía preparada otra carta negra. Amaneció con una tercera tormenta y en unas horas, cayeron 120 milímetros. Miles regresaron con el ánimo quebrado a los albergues, donde ahora hay, según datos oficiales, 968 familias evacuadas; un total de 4.388 personas. La cifra no incluye a evacuados de municipios satélites, como Puerto Tirol, donde en la última semana llovieron 600 milímetros y el número de damnificados es incierto.
Ayer hubo buen tiempo pero para hoy se pronostican probables tormentas. Las autoridades esperan que el clima dé una tregua, para no incorporar un nuevo factor de amenaza, como sería una creciente del río Negro, un curso que llega desde el interior, atraviesa la ciudad y desemboca en el Paraná.
El manejo de la situación de ese río interior generó una polémica entre la gestión del gobernador kirchnerista Jorge Capitanich y la intendenta de Resistencia, la radical Aída Ayala, quien sostuvo que la provincia no administró adecuadamente los diques reguladores existentes. También hubo cruces por el estado de los equipos de bombeo que deben retirar agua de las zonas bajas, y el gobierno acusó al municipio de agravar la situación al no mantener limpios los desagües.
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