Sin quemar gomas ni detonar bombas, vecinos de Villa Warcalde y Alto Hermoso "celebraron" pacíficamente ayer un siglo sin gozar del servicio de agua potable de red. Pese a los infinitos reclamos, en los 100 años transcurridos siempre compraron el agua a particulares, igual que sus padres, abuelos y tatarabuelos. Aún hoy, vetustos camiones van casa por casa a abastecer cisternas o tanques.
El sueño de 400 familias de estos barrios es abrir canillas como todo el mundo y pagar el servicio de Aguas Cordobesas, nada más. Pero vivir con esta comodidad es una utopía y, en cambio, cargan con la condena de cuidar el agua más que el oro.
Ayer al mediodía se juntaron en el Molino de Torres para saborear empanadas. Luego invadieron la rotonda de acceso a ambos barrios, sobre calle Eguía Zanón, y entregaron botellitas a quienes pasaban para recordarles sus padeceres. Eso no fue todo: sortearon bidones con agua potable y, como la frutilla del postre, legaron a la Capital un nuevo "monumento": una botella de 1,80 metro de alto hecha con ¡botellas!
Cada vecino de Villa Warcalde y Alto Hermoso sabe que no debe desperdiciar ni una gota de agua, situación que los emparenta con quienes afrontan la crisis hídrica en otras poblaciones cordobesas. Por eso casi ni se sorprendieron con las recomendaciones públicas para el cuidado del vital elemento.
Restringiéndose al mínimo, cualquier familia de cuatro miembros consume no menos de 21 mil litros al mes (tres camiones). Suelen pagarle al "aguatero" que les reparte el líquido entre 210 y 240 pesos mensuales, cuando el costo promedio de quienes están conectados a la red es de 30 pesos. Pero el gasto fuerte que afrontan es por electricidad, ya que las bombas para que el agua suba al tanque están en constante uso. "Pagamos el doble o el triple por esto", dijo Enrique Hidalgo. Ni hablar del gasto extra que surge cuando se funde una bomba. En ese caso hay que desembolsar otros 300 pesos.
Para ahorrar, la gente toma duchas cortas, lava platos prácticamente en seco y enjuaga verduras en recipientes. Casi nadie baldea pisos. Algunos usan agua de pozo, pero las napas están contaminadas y el líquido no es potable ni apto para consumo humano. Hasta enjuagarse los dientes es riesgoso. Y lavarse el cabello es ingrato para las mujeres. "Tenemos el pelo duro y nos obliga a usar cremas", dice Silvia Cussó.
La paradoja es que los countries que rodean a estos barrios sí tienen servicio de Aguas Cordobesas.

100 años de historia y la promesa de la Provincia
Villa Warcalde fue un sitio de veraneo con acequias cristalinas. Ahora espera que la Provincia le traiga el agua potable prometida.
La historia de Villa Warcalde se remonta al siglo XVII, cuando se construyó el puesto jesuítico y, luego, el Molino de Torres. Hace algo más de una centuria se radicaron los primeros habitantes en las quintas que hoy dan nombre a sus calles. Gracias al loteo que realizó Luis Warcalde, el lugar se convirtió en villa de verano a fines del siglo 19 y principios del 20.
Inmigrantes italianos y españoles compraron grandes terrenos para edificar sus casas quinta –a las que denominaron "villas" y bautizaron con nombres de mujer– con materiales y mobiliarios traídos de Europa. No había contaminación en Villa Warcalde en aquellos tiempos. El río y un canal donde la gente se bañaba gozaban de óptima salud. Las propiedades eran surcadas por acequias.
Esta vida tranquila cambió con el crecimiento poblacional. No hubo previsión para dotar de infraestructura al barrio y los pozos de agua empezaron a contaminarse. En los últimos años llegó el asfalto hasta Alto Hermoso y el gas natural. Residencias particulares, clubes y countries fueron ganando espacios.
Pero no llegó el agua potable. La Provincia incluyó al barrio en el plan "Agua para todos". Y la Subsecretaría de Recursos Hídricos prometió ampliar la planta potabilizadora Suquía y construir un nexo para llevar el agua de red al sector.

240 pesos
es el gasto mensual por un camión con siete mil litros de agua potable, a razón de 80 pesos por camión. Pero una familia tipo necesita, como mínimo, tres cisternas de este tipo para vivir todo un mes.

50 metros
es la profundidad del agua subterránea que se encuentra en la zona, pero posee sulfatos y carbonatos de calcio en elevada cantidad. Esta clase de “agua dura” torna muy difícil la higiene personal, del hogar y, por supuesto, el consumo.

10 mil dólares
le costaría a una familia de Villa Warcalde hacer una perforación a 100 metros para extraer agua de buena calidad. En la zona viven 400 familias.