La Asociación Rural del Uruguay (ARU) presentó esta semana la segunda parte de su informe técnico, actualizando los costos de la pasada sequía.
Este nuevo trabajo técnico, al igual que el primero, estuvo en manos de los consultores Julio Preve y Juan Peyrou y ajusta las estimaciones de pérdidas ocasionadas por la sequía en el sector agropecuario.
En abril (cuando se presentó el documento primario) la institución había estimado un costo en la agropecuaria uruguaya de US$ 868,7 millones, pero el ajuste presentado esta semana, no mostró grandes cambios. El ajuste llevó la estimación de las pérdidas a US$ 881,1 millones.
El cambio es notorio -según el trabajo de referencia- en la distribución del impacto del fenómeno climático hacia el interior de la agropecuaria local. En el sector agrícola, se habían estimado pérdidas de US$ 95,5 millones, las que ahora fueron actualizadas en US$ 56,7 millones, considerando que las pérdidas de las áreas graníferas y los rendimientos de los distintos cultivos no fueron tan graves como se había pensado.
El sector con mayores costos derivados de la sequía continuó siendo la ganadería. En este rubro, se pasó de estimaciones de US$ 557,6 millones a US$ 615,8 millones. El grueso de las pérdidas en este sector están dadas por el uso de granos para evitar una mayor pérdida de peso corporal de los animales y en una baja del peso del ganado.
Mientras tanto, en materia de lechería, se estableció una merma en la producción de leche de US$ 47,5 millones contra los US$ 25, 1 millones que se habían estimado en una primera instancia en el trabajo presentado en abril.
En cuanto a la pérdida de capital, de US$ 96,1 millones que se habían estimado en abril se pasó ahora a US$ 82,4 millones, incluyéndose la pérdida de alimentos y de praderas, tanto para carne como para leche.
Lo que quedó igual fue la estimación del aumento de costos que fue de US$ 64,5 millones, según el relevamiento de referencia. Debido al fenómeno climático, las exportaciones de origen agropecuario quedaron en US$ 630,8 millones. Muchas de las secuelas del flagelo aún hoy continúan, con ganados que no podrán preñarse esta zafra.
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