Al menos 5 millones de pesos es el costo total estimado por la Dpec que representaron la reparación de los múltiples daños en la red eléctrica y sus consecuencias en la recaudación, provocados por la serie de tormentas que azotó la provincia durante noviembre y los primeros días de este mes.
Se calcula que unos 3,5 millones de pesos se gastaron en reposición de líneas y equipos, movimiento de maquinarias y cuadrillas como en mano de obra. A ésto hay que sumarle la caída en la recaudación por cortes en el servicio a una amplia porción del universo de usuarios y que podría llegar a sumar un millón y medio de pesos, según señalaron ayer a El Litoral desde la Dirección Provincial de Energía de Corrientes (Dpec).
Hasta el 23 de noviembre, según los registros de la empresa, los temporales ya habían provocado un impacto importante en el sistema eléctrico y la reposición costó cerca de un millón y medio de pesos, a lo que se suma un millón más por reconstrucción. “Si a estos gastos sumamos los efectos de los temporales del fin de semana pasado, la cifra asciende a los 3,5 millones de pesos aproximadamente”, calculó el titular de la Dpec, Julio Espínola. “Pero es mucho más al incorporar una caída en la recaudación por la falta de luz, de entre un millón de pesos y un millón y medio de pesos”, advirtió.
De esa manera, siempre teniendo en cuenta los distintos inconvenientes registrados a nivel provincial, la suma total estimada ronda los 5 millones de pesos en poco más de un mes.
Se trata de gastos operativos, con movimiento de vehículo y máquinas pesadas, como en recuperación o reemplazo de equipos dañados, los que de manera global representa un costo de 3,5 millones de pesos.
“Hoy tenemos averiados unos 150 transformadores de distintas potencias, lo cual supera el millón y medio de pesos en gastos”, indicó Espínola.
En la terrible tormenta registrada en la madrugada del sábado 28 de noviembre, el 60% de los usuarios de la capital provincial se quedó sin energía eléctrica, ya que los fuertes vientos habían afectado líneas de media y baja tensión. Las múltiples tareas para recuperar el servicio requirieron la participación de más de un centenar de operarios de la Dpec, quienes trabajaron en distintos puntos de la ciudad a ritmo intenso, tanto que esa misma anoche lograron reconectar a más del 40% de los usuarios que estaban sin luz.
Después vendrían otras fuertes tormentas y tornados en localidades del interior, como el caso de Santa Rosa, donde se registró la peor catástrofe de los últimos años, también con un efecto devastador para la red eléctrica.
VECINOS DE BARRIOS ANEGADOS RUEGAN QUE SE MANTENGA EL BUEN TIEMPO
En zonas vulnerables, los efectos de las lluvias demoran en disiparse
Aunque reconocen que la situación mejoró, decenas de familias del Ponce y el Cremonte aún no pueden regresar a sus casas. En La Olla, un grupo de vecinos sigue alojado en un comedor esperando que se sequen sus pertenencias. Luego del protagonizar otro piquete, residentes del barrio Iberá lograron compromiso de ayuda oficial.
conviviendo con las secuelas de los temporales que azotaron a la ciudad durante la última semana. En su mayoría se tratan de asentamientos donde el agua tarda en correr y el barro sigue complicando. Estiman que, de mantenerse el buen clima, la situación podría normalizarse de forma completa más cerca del lunes que viene.
Ciertos sectores de los barrios La Olla, Ponce, Cremonte, Iberá, San Antonio Oeste y Pirayuí figuran entre las zonas más afectadas. De allí resuenan los reclamos vecinales por asistencia oficial y por una solución a problemas puntuales y otros de tipo estructural. Los piquetes siguen a la orden del día.
“El agua bajó muchísimo”, señaló a este medio, Paula Vallejos, referente de la Delegación municipal Santa Rita que trabajó en la asistencia a los inundados del Ponce y el Cremonte. Según precisó, la situación mejoró de modo considerable, aunque unas 30 familias de los barrios mencionados continúan con sus casas inhabitables.
“Hasta ayer (por el miércoles) se continúo ayudando en el traslado de familias que se autoevacuaron hasta que su casa se seque del todo y estén en condiciones de regresar”, señaló la mujer. Asimismo confirmó que desde hoy los cientos de damnificados no contarán con la asistencia alimentaria que se brindó estos días.
En tanto, confirmó además que la bomba de desagote instalada por ruta 12, a metros del Cremonte, continúa funcionando y que se comienza a notar el retroceso del agua en las zonas aledañas. “Con una máquina retroexcavadora se limpió la banquina y esto permitió que el agua del Ponce se escurra hasta al Cremonte y, desde allí, con la bomba sea desagotado al Pirayuí”, detalló.
Comedor abierto
La mayoría de los evacuados abandonaron las escuelas que funcionaban como centros de contención tras el temporal. Empero no sucedió lo mismo en el comedor ubicado en pleno barrio La Olla, por calle Medrano. Allí están alojadas unas 20 familias. Temen nuevas lluvias y consideran que sus casas ubicadas en las zonas más bajas no son todavía habitables.
“En algunas casas, el agua no escurrió del todo y el barro hace imposible el regreso”, indicó a El Litoral, Juan Carlos, uno de las personas que están decididas a quedarse en el comedor el tiempo que sea necesario.
Precariedad
Además de generar pérdidas para miles de familias, la lluvia sacó a flote los graves problemas estructurales de la ciudad. Uno de ellos tiene que ver con el gran número de asentamientos que existe y van en aumento.
Fueron los más perjudicados por el temporal y aprovechan la ocasión para reclamar por el derecho de acceder a una vivienda digna. Es el caso de los vecinos del Pirayuí y de San Antonio Oeste que insisten con el pedido al gobierno y hasta el momento no encuentran respuesta. Por la misma razón, y cansados de las inundaciones, vecinos de La Olla y Ongay persisten en la reubicación a un predio privado. Otro asentamiento emergente que no genera la reacción de las autoridades.
EN LA ESQUINA DE IBERA Y BONASTRE
Familias anegadas repitieron piquete y lograron asistencia
Con ramas cruzadas, los vecinos del barrio Iberá volvieron a cortar ayer la esquina de Iberá y Bonastre para reclamar obras que permitan la apertura de canales de desagües y así prevenir nuevas inundaciones. En respuesta al pedido del grupo de familias, un representante del intendente electo se hizo presente en el lugar y se comprometió a aportar una solución al problema.
En horas de la tarde aceptaron las promesas del futuro gobierno comunal y el piquete se disolvió. A la madrugada estuvieron a punto se ser dispersados por la policía, pero se mantuvieron firmes y acamparon en el lugar. “Ya avisamos: de aquí nos vamos al puente”, advirtieron los vecinos afectados por el temporal.
Uno de los representantes del jefe comunal electo explicó que tras el requerimiento vecinal “Camau nos pidió que tomáramos contacto directo con la gente. En la zona se puede constatar que en este momento el agua cedió un poco, pero evidentemente tiene graves problemas de desagüe y con las inclemencias del tiempo todo indica que van a volver a quedar bajo el agua”.
“Estuvimos viendo los canales para hacer una limpieza, y hablamos de la importancia del trabajo conjunto para ir encontrando las soluciones entre todos”, remarcó.
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