Los fármacos están provocando un nuevo tipo de contaminación en el Llobregat; o al menos, empieza a estudiarse y a conocerse mejor los impactos que los restos de estas sustancias (antiinflamatorios, antibióticos o antidepresivos) están provocando en sus ecosistemas. Un estudio en el que ha participado Damià Barceló, director del Institut Català d'Investigació de l'Aigua (ICRA), concluye que la alta presencia de fármacos en las aguas del Llobregat ha causado una disminución de la biodiversidad de algunas especies de insectos acuáticos.
"El estudio señala que cuanto más concentración de fármacos hay, menos especies de macrovertebrados se encuentran", declaró Barceló. Los productos farmacéuticos son metabolizados por el organismo humano y expulsados por la orina, de manera que, a través del sistema de saneamiento, llega a los ríos. Entre los fármacos más presentes en el Llobregat están los antiinflamatorios, como el diclofenaco (Voltaren), el ibuprofeno o antibióticos como el sulfamethoxazol.
El estudio ha revelado una posible relación causa-efecto entre los fármacos y los invertebrados, de manera que en donde hay más concentraciones de antiinflamatorios y betabloqueantes (contra la hipertensión) se observa un aumento de las larvas de insectos que no han prosperado. En cambio, las algas no experimentan ningún tipo de cambio. En el mencionado estudio participaron otros expertos de la UB y del CSIC.
Ecólogos y químicos cada vez se muestran más interesados en conocer los impactos de algunas de estas sustancias por el riesgo de que se bioacumulen y sean tóxicas. Anteriores estudios ya habían revelado que los antiinflamatorios, como el ibuprofeno, pueden alterar la reproducción y el crecimiento de invertebrados, mientras que los betabloqueantes afectarían a los peces produciendo una disfunción cardiovascular.
El problema se agrava por el alto consumo de fármacos, en donde incide el envejecimiento de la población, las subvenciones de la sanidad pública o el turismo de hospital hacia nuestro país, según Barceló. Según este especialista, la mejor solución es modernizar el tratamiento de las aguas residuales en las depuradoras.
Mientras los restos del ibuprofeno pueden ser retenidos en las plantas depuradoras tradicionales casi al 90%, el diclofenaco se mantiene en torno al 50%. Barceló se mostró partidario de impulsar sistemas terciarios en las depuradoras e incorporar filtros de membranas. Los expertos temen que si no se mejoras las depuradoras, la utilización de fármacos y otras sustancias químicas presentes en nuestra vida cotidiana pueden provocar al cabo de los años una pérdida de biodiversidad de los ríos.
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