Los vecinos de Villa Rebeca sufren la falta de agua de red desde hace 20 años. Aunque la barriada se abastece de los pozos, el líquido elemento no es apto para el consumo humano, ello se debió en los últimos tiempos por la sequía y luego por el exceso de lluvias.
El reclamo de los vecinos fue expresado por Graciela Madariaga y Marili Barni, miembros de la comisión directiva del centro vecinal, quienes creyeron hace dos meses que por fin contarían con la red de agua potable cuando se inició la obra del tendido, pero ahora, con cada día que pasa, ven desmoronarse esa esperanza. No obstante, aseguraron que la lucha por agua potable seguirá.
“Cuando empezó la obra, aproximadamente en septiembre pasado, creímos que finalmente la eterna promesa se haría realidad. Sin embargo, hace algunas semanas se paralizaron los trabajos y nadie nos da explicaciones sobre qué pasará”, se quejó Madariaga. La vecina comentó también que, a pesar de la suspensión, aún está puesto en la entrada de la villa el cartel de “obra de Nación”, en el que se menciona el llamado a licitación y se describen los trabajos que se harán en el lugar. La mujer indicó que en San Luis y El Encón ya se hizo la conexión del acueducto, pero “justo cuando estaban trabajando en la zona se detuvo todo”.
Un poblador del barrio Aeropuerto comentó que le consultó sobre el asunto a unos obreros de la empresa que lleva a cabo la obra, quien le habría dicho que “la paralización sería porque el Gobierno nacional no gira los fondos a la Provincia”. Y agregó: “Estamos a tan solo un kilómetro del aeropuerto local, pero nunca tuvimos agua domiciliaria. Es impensado e irónico”.
Los habitantes de este sector relataron también que desde Aguas del Norte les envían los camiones cisterna cada dos o tres días, pero que “este líquido no es potable, por lo tanto no sirve para consumo humano”.
“A esta altura del siglo y habiendo hoy en día tanta tecnología tenemos que dejar en la puerta de casa unos tachos de 200 litros para cuando pasa el camión. Pero como esto no alcanza, además, estamos obligados a comprar agua envasada para ingerir”, dijeron. Entre Villa Rebeca y el aeropuerto viven unas 300 familias. |
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