El mismo día Mario Zapata perdió su trabajo y debió sacar a su familia de la casa por el desborde del río Uruguay. Hoy está más tranquilo por haber regresado a su hogar. En las últimas horas, 55 personas volvieron a sus viviendas en Paysandú.
Los intendentes de cinco de los diez departamentos afectados por las inundaciones pidieron ayer al Parlamento que se hagan gestiones para acceder a recursos del actual presupuesto nacional para dar soluciones habitacionales a los damnificados, por un valor cercano a los US$ 3.000.000.
La estimación de necesidades fue hecha por el intendente de Paysandú, Julio Pintos, en nombre de cinco comunas afectadas por las inundaciones (Soriano, Artigas, Salto, Paysandú y Tacuarembó), en un informe presentado a la Comisión de Hacienda de Diputados.
Después de la reunión con los legisladores, Pintos declaró que la idea es realojar en primer término a las personas que viven en lugares inundables y dar solución a quienes directamente quedaron sin vivienda.
El pedido también contempla US$ 800.000 destinados, entre otras cosas, a la compra de materiales de construcción, aspecto que ya está siendo aplicado por las intendencias.
Ayer a las 10.30 de la mañana aún había 2.175 evacuados en Paysandú, según el Siste- ma Nacional de Emergencias (SNE). En las últimas horas el retorno mayor se dio en Salto: el martes de tarde había 2.770 evacuados y ayer de mañana eran 1.820 personas.
En total seguían ayer fuera de sus casas 4.489 personas en Artigas, Salto, Paysandú, Soriano y Tacuarembó.
HISTORIAS. Zapata no puede precisar la fecha, pero rememora con facilidad los detalles de aquella tarde en que le ocurrieron las desgracias. "Fue hace más de 20 días, estaba haciendo una changa en una obra de una casa en el puerto y el patrón nos dijo que iba a suspenderla porque el río seguía subiendo", relata.
"Cuando llegué a casa no podía creerlo, el río se venía también por acá; siempre subía un poco y bajaba, pero esta vez siguió". Con su hija de dos años en brazos, al lado de su esposa y de sus otros dos hijos, de 4 y 7 años, asegura no saber cuándo volverá a tener trabajo, pero dice que está más tranquilo por haber vuelto a su casa, una de las viviendas regularizadas por el Programa de Integración de Asentamientos Irregulares en el barrio El Curupí, al noroeste de la capital sanducera. Se mudaron a la casa de un familiar y hace dos días volvieron a limpiar y a reinstalarse en la suya. Son unas de las primeras familias en retornar al barrio. "Dicen que hay que esperar pero cuesta, si nos roban un cable, el que lo roba capaz saca $ 20, pero para nosotros es mucha plata porque tenemos que volver a hacer toda la instalación", explica. La casa está al final del barrio, desde donde se divisa la parte no regularizada. Es un conjunto desordenado de viviendas de madera y chapas, que está desierto. Estiman que 50 familias que vivían allí ya no tienen su techo por la crecida.
Con la bajante de los últimos dos días, casi la totalidad del territorio que estuvo anegado quedó liberado y por primera vez en 27 días puede ser recorrido por tierra: desde el barrio La Chapita al Sur, hasta Nuevo Paysandú, al Norte.
CON RAÍCES. A pocas cuadras del puente General Artigas, el desborde del arroyo La Curtiembre y la crecida del río cercaron buena parte de Nuevo Paysandú. Entre calles de tosca - aún con agua- y terrenos húmedos no es fácil encontrar personas.
La mayor parte de las viviendas permanecen cerradas y alguna ventana abierta muestra que están deshabitadas. Mabel Salazar tiene 44 años, es propietaria de un almacén y una de las pocas que resistió en el lugar. "Debo tener raíces de sauce en los pies", dice por los 20 días que estuvo en el agua. "Mis hijos se fueron a lo de la abuela y mi esposo está enfermo, me quedé sola", porque "tengo que cuidar todo esto que nos costó mucho tener".
El comedor de su casa fue pecera y su patio refugio de víboras, cuenta. "Ahora no parece que pasó una creciente porque hemos estado días enteros limpiando", cuenta. "La gente se fue y ahora no vuelve ni a limpiar. Este es un barrio de gente trabajadora pero cómoda, ahora están bien en los refugios y gracias a dios que los ayudan".
Mientras espera por clientes, Mabel relata que se "salvó" por la oferta de 100 casilleros de cerveza que una empresa ofrecía a los comercios para las fiestas. "Agarré todos los casilleros, los fui apilando y sobre ellos coloqué mis cosas", explicó, mientras -entre risas- descubre detrás de una cortina la prueba: los casilleros apilados.
Al otro extremo de la ciudad, en la costanera sobre el arroyo Sacra, el mal olor se impone por momentos al paisaje desolador de casas precarias todavía empapadas y llenas de lodo. El área más cercana al río sigue deshabitada, pero algún carro con muebles se cruza y muestra que algunos vecinos están emprendiendo el retorno. "Los que estamos ahora somos prácticamente los que no nos fuimos nunca", indica una mujer, que carga una bolsa de ropa, recién lavada en la casa de su nuera.
La casa de Jorge Núñez está sobre la avenida que lleva al balneario municipal. Cuando el agua trepó "casi hasta el techo" se mudó con su familia al segundo piso de una casona cercana al puerto, que él mismo estaba refaccionando.
El "patrón" le permitió llevar a su familia y todas sus pertenencias, pero a los pocos días el agua tapó el contador de la luz y UTE la cortó. Los cuatro pidieron realojo en el estadio cerrado, que refugió a unas 240 personas. "Hubo muchas peleas entre las familias, pero desde el punto de vista de la ayuda del Comité de Emergencia estuvo todo bien", comenta ahora, ya de regreso en la casona prestada. Núñez asegura que les dieron comida y "hasta ropa que no habíamos llevado".
Silvia Posse regresó hace tres días a su casa, en calle Tacuarembó y Carlos Albo. Está en la zona afectada por la filtración de efluentes industriales del colector industrial, ocurrida frente a Paycueros, por la presión del río. Tenía un vivero allí, que quedó anegado. Los vecinos ayudaron a sacar las plantas cuando el agua oscura, densa y olorosa comenzó a ganar el terreno. "Paycueros puso a disposición de los vecinos una hidrolavadora, estoy esperando mi turno", explica sobre sus planes de limpieza. (Producción: Daniel Isgleas y María Eugenia Lima).
Hubo 10.724 afectados
A mediados de noviembre comenzó a hacerse pública la primera información sobre crecidas. El 18 de noviembre El País publicó que en Melo había evacuados por desagües tapados. Y en Salto la costanera Norte estaba cortada por el río Uruguay. Desde entonces se fueron sumando departamentos afectados y aumentó el número de evacuados.
Las inundaciones "provocaron a la fecha la muerte de 5 personas, 10.724 evacuados y daños en viviendas, rutas, infraestructura y producción", resumió ayer en el Parlamento Carlos Lorente, titular de la Dirección Técnica y Operativa Permanente del Sistema Nacional de Emergencias. Agregó que la situación más compleja se produjo en el río Uruguay por el aporte extraordinario de agua en el lago de la represa de Salto Grande, debido a las copiosas lluvias en la cuenca del río. El volumen evacuado por la represa durante noviembre era equivalente al de siete lagos del embalse, según la Comisión Técnico Mixta de Salto Grande. El área afectada por las inundaciones llegó a alcanzar a 10 departamentos, dijo.
El Ministerio de Economía y Finanzas reforzó los rubros del SNE con $ 6.900.000. Lorente informó que las compras ascienden a: $ 3.452.584. Se compraron colchones, frazadas, chapas, frascos de alcohol en gel, entre otros.
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