La Fundación por el Agua comenzó sus actividades con la realización de un Foro en el que un grupo de especialistas de Mendoza analizó los grandes desafíos que enfrenta la comunidad mendocina en el aprovechamiento del recurso hídrico y las principales acciones que se deberían encarar para atender a esos desafíos.
La intención no es insistir en diagnósticos -por demás conocidos- sino avanzar en propuestas de trabajo para afrontar una situación delicada, que presenta escenarios futuros complejos y una inacción notable de algunos de los responsables del sector.
Así, de las exposiciones realizadas en el Foro, destaco algunos factores comunes en las distintas áreas, entre los que pueden mencionarse los siguientes:
1.- Un profundo déficit cultural de la población respecto del recurso hídrico.
2.- Debilidad institucional en la interrelación entre actores.
3.- Significativo atraso tecnológico en el aprovechamiento de los distintos usos.
4.- Necesidad de financiamiento para afrontar importantes inversiones.
5.- Amenazas apremiantes que restringen la disponibilidad de agua: contaminación, distribución deficiente, gestión no descentralizada, entre otras.
6.- Riesgos inminentes: cambio climático, inseguridad aluvional, deterioro de napas, oasis Norte en situación crítica.
A la hora de las propuestas y siempre mencionando las grandes acciones a desarrollar proponemos, desde la Fundación, las siguientes pautas:
1.- En primer lugar, la necesidad de retomar y profundizar el programa de descentralización operativa en las Inspecciones de Cauce. Esta medida permitiría alcanzar dos grandes objetivos:
a. Dar libertad de acción en aspectos que son propios a las organizaciones de usuarios y a sus asociaciones, a fin de mejorar el servicio al regante.
b. Liberar al Departamento General de Irrigación de cuestiones operativas para que pueda focalizarse (con un rigor técnico de excelencia) en la planificación, control y prospectiva de los recursos hídricos de la provincia.
2.- Es necesario, a mi entender, transformar el DGI, en un Departamento General de Aguas (DGA). El cambio no debe ser sólo de nombre sino de funciones especializadas (las ya mencionadas) con la incorporación, a la institución que corresponda, a cada cuenca y uso, surgidas del fortalecimiento de la institucionalidad en ambos aspectos: territorial y sectorial.
3.- Se debe contar con un plan hídrico provincial, construido con el consenso de todos los actores. Por medio de ellos, fortalecer la institucionalidad para avanzar en el pensamiento común de los grandes temas a nivel provincial, fijar objetivos posibles pero exigentes a un horizonte determinado.
4.- Para hacer sostenible el proceso es imprescindible trabajar en la educación formal a todos los niveles, en programas educativos de la cultura del agua.
Esta culturización debe estar impregnada de la impronta de que el agua es un bien público y que -siendo escaso- se da en concesión, lo que representa un verdadero privilegio en el desierto.
Esa situación nos obliga a realizar un uso beneficioso y respetuoso, de un recurso que, además, es generador de riqueza para la sociedad.
5.- En este sentido la modernización y/o tecnificación del uso de los recursos hídricos y su preservación, deben ser una prioridad de cualquier esquema futuro
6.- La Fundación destaca la necesidad de generar todo el proceso participativo para la planificación, con base en cada una de las cuencas de la provincia, trabajando en algunos casos, de ser necesario, por subcuencas.
La legislación reciente sobre el Ordenamiento Territorial y Uso del Suelo, abre una oportunidad a la visión estratégica conjunta que se debe tener entre agua y suelo. Este hecho debe ser aprovechado convenientemente para poder aliviar la situación, hoy al borde del colapso, en la que se encuentra el oasis del río Mendoza y la capacidad ociosa de otros oasis con importante potencial de desarrollo.
La frontera del desarrollo provincial no pasa sólo por el reordenamiento o modernización mencionados. El aprovechamiento de las aguas del río Grande, mediante su trasvase, sigue planteando a los mendocinos un desafío que espera una nueva generación de hacedores de la talla de Bermejo y Cipolletti.
Esta realidad y la urgencia de acordar una estrategia de acción, nos compromete a desplegar lo mejor de nosotros para devolver, a las generaciones futuras, lo heredado de nuestros mayores.
Desde la Fundación por el Agua pretendemos contagiar pasión por un tema en el que a los mendocinos nos va la vida. Si lo logramos, podremos emprender entonces todos los desafíos que nos devuelvan el sano orgullo de seguir engrandeciendo, cada día y con cada gota, la “tierra del buen sol y del buen vino”.
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