El regente Cardozo sigue expurgando técnicos de su “orquesta filarmónica”, los que, a pesar de su capacidad y trayectoria, no encajan en el estilo “salieriano” (Antonio Salieri, Amadeus) de administrar las oficinas paraguayas de la entidad binacional.
El último caso, de principios de la presente semana, es el desalojo del Ing. Francisco Scorza de su cargo de secretario del Consejo de Administración de la EBY, tal vez por su proximidad al Ing. Ramón Montanía, a quien Fernando Lugo destituyó el 23 de noviembre último, porque supuestamente había confirmado a nuestro diario que el estudiante de derecho Luis Paciello, flamante consorte de su supuesta hija, integraba la plantilla de funcionarios de la entidad binacional.
Montanía, el único técnico que le quedaba al Consejo, no titubeó en calificar como “rosca mafiosa” a la que administró la EBY, con lo cual se granjeó la influyente antipatía de Oscar Thomas, director argentino de la EBY. Denunció el caso Arroyo Porã, la extensión ilegal de la póliza de seguros contra todo riesgo de la EBY, exigió que se cumpliese racionalmente la suma de pasos previos establecidos para la elevación del embalse e incluso se opuso a la multimillonaria ampliación, sin licitación, del contrato de la adjudicataria de las obras del Aguapey, que pretendía el director ejecutivo.
La penúltima cesantía fue la del hasta entonces jefe de Recursos Humanos de la EBY, Vicente Mendoza, acusado de entregar a nuestro diario la nómina de los nuevos incrustados por Cardozo al ya abigarrado plantel de funcionarios de la entidad, la que según sus anteriores declaraciones estaba desbordado, casi como el Paraná en Encarnación, por la abundancia de planilleros.
La caza de “inarmónicos” en el remozado “monumento a la corrupción” comenzó antes de que se completasen los primeros cinco meses del gobierno de Fernando Lugo.
Esa lista arrancó con la injustificada separación, incluso de “compañeros de camino” y de la primera hora de Lugo, de Fernando “Pali” Kurz, del Ing. Marcelo O’Hara, del Ing. Orlando Valdés, etc., con trabajos valiosísimos para la EBY, como la detección de graves intentos de estafa, ejemplo los que probaron en la “reparación” de viviendas del complejo Arroyo Porã o en la cantera indemnizada que seguía explotada por los indemnizados, o el estudio que demostraba que la elevación del embalse que comenzó poco antes de la asunción de Fernando Lugo fue decidida sin que se dieran las condiciones exigidas por las leyes, los documentos bilaterales y los convenios con organismos multilaterales de crédito como el BID y el Banco Mundial.
Luego, ya este año, la caza continuó sin pausas con el despido del Ing. Aldo Ríos, quien demostró que hubo actos lesivos para los intereses de la binacional en otro caso. El Ing. Ríos detectó, advirtió y probó que un contrato, cuyo valor, por lo mínimo, ronda los US$ 5 millones, no fue ejecutado. El esfuerzo fue “premiado” con el despido.
Los cazadores de la EBY no dieron por satisfechos con el Ing. Ríos, prosiguió nada menos que con el entonces asesor jurídico de la EBY, abogado Pedro Czeraniuk, que según los trascendidos fue solicitado por el director argentino, Oscar Thomas, porque las investigaciones de Ríos lo salpicaban o empapaban. El caso arrastró también al Lic. Juan Andrés Gowdak, cuyo esfuerzo en el caso Arroyo Porã en buscar la única armonía que necesita la EBY, la de la transparencia, también fue castigado con el despido.
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