Podría decirse que el eje sur es una de las zonas con menos histeria en materia de suministro de agua y de su calidad. Pero allí la amenaza va de la mano del hombre y del progreso.
El gobierno uruguayo, por ejemplo, atendió a tiempo la emergencia derivada de una sequía en el verano de este año, mediante el abastecimiento de pozos.
No obstante, aunque para el Ejecutivo "la actividad minera es pequeña y la producción forestal o agropecuaria no significan grandes peligros respecto al agua", organizaciones ambientalistas creen que la forestación es una amenaza clara. Ese temor se acrecienta con el cambio climático, que ya ha generado inundaciones y provocado la evacuación de 6000 personas.
Chile, por su parte, posee una de las reservas de agua potable más grandes del continente, gracias a una red de 3100 glaciares que, según el reciente Registro Nacional de Glaciares, cubren una superficie de 20.188 kilómetros; los mayores son los campos de hielo Norte y Sur.
En contraste, apenas el 4,4% del recurso se destina a consumo humano y más del 85% por ciento va a la agricultura.
Las mediciones sobre calidad de las aguas de lluvia en Torres del Paine, en el extremo austral del Campo de Hielo Sur, concluyeron durante la década pasada que es el agua más pura del orbe y que debe servir como referencia para estudios científicos.
Tal vez la situación más desfavorable sea la vivida por la Argentina, donde 7,5 millones de personas no cuentan con acceso al líquido y casi la mitad del país no tiene acceso a redes sanitarias seguras.
Lo curioso es que no se trata de falta de recursos hídricos, sino que hay una mala distribución. El 85 por ciento del total está concentrado en la cuenca de la Plata, que sólo cubre el 30% del territorio, mientras las cuencas áridas y semiáridas disponen de menos del 1% de los recursos.
El agua subterránea podría ser la solución de tal inequidad, pero la mano del hombre viene a complicarlo todo.
Según el Consejo Hídrico Federal, es alarmante la continua y acelerada degradación de la calidad de ese reservorio: en las regiones dedicadas a la actividad agrícola-ganadera, es frecuente tanto la contaminación por nitratos (relacionada con el volcado de desechos humanos) como la salinización por sobreexplotación de esa fuente subterránea.
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