Más que la escasez, el problema del agua en Valencia radica en la contaminación. La ingeniera química y ambientalista Jacquelín Rodríguez León denuncia que el líquido que sale de grifos y llaves contiene compuestos químicos evaporables y metales pesados que, de acuerdo con protocolos de la Organización Mundial de la Salud, pudieran acarrear efectos adversos a la salud en la población abastecida por el servicio.
Desde hace más de tres años se desvía el río Cabriales a la represa Pao-Cachinche, y durante los últimos 27 meses se están drenando legalmente (de acuerdo con el Decreto Presidencial 3.498) casi 28 mil toneladas diarias de agua del Lago de Valencia, refiere. Todo este líquido ingresa al embalse, que “está bastante deteriorado y tiene un problema de hipereutrofización”, entendida como la recepción de una carga muy elevada de nutrientes y contaminantes en un cuerpo de agua, lo que deviene en una “proliferación incontrolable del crecimiento de algas”.
Desde 2005, el Gobierno Nacional arrastra la promesa de la recuperación total de las aguas del río Cabriales. Hasta el secretario de Ambiente del anterior gobierno regional, Ramón Acosta Carles, expresaba en marzo de 2007 su insatisfacción por las labores de saneamiento del Lago de Valencia, al punto de alertar a los residentes de Carabobo sobre la “evidente contaminación de las aguas del embalse Pao-Cachinche” tras el desvío del Cabriales al Pao.
La ingeniera explica que no es recomendable este presunto crecimiento de algas en el embalse. Como cuerpos vivos, ellas consumen oxígeno “y tienden a disminuir la calidad de vida del cuerpo de agua”. El líquido ingresa luego a la Planta Potabilizadora “Alejo Zuloaga”, “donde tapona y disminuye la eficiencia de los filtros”, asegura. Como este recinto fue diseñado en 1973 para trabajar con las condiciones de la época, “ahora está sobresaturado” y los trabajadores se verían obligados a agregar 48 toneladas diarias de gas cloro, trasportadas en tres gandolas de 16 toneladas cada una, según su denuncia. Así se forman los “indeseables” trihalometanos.
Hace tres años, el presidente promotor del Movimiento Alternativo Ecológico de Venezuela, Manuel Díaz, denunciaba en El Carabobeño que el grado de contaminación del embalse había aumentado luego de que hacia éste se desviara el Cabriales y reveló inconvenientes en los equipos de dosificación de cloro en la Planta “Alejo Zuloaga”.
Los trihalometanos son compuestos químicos evaporables que se generan durante el proceso de potabilización del agua por la reacción de la materia orgánica, aún no tratada, con el cloro utilizado para desinfectar. Según la Organización Mundial de la Salud, ayudan en la aparición de cáncer de vejiga, colon, mama y pulmón. La ingeniera se encuentra analizando las posibles vinculaciones locales entre estos padecimientos y la existencia de trihalometanos en el servicio de aguas blancas que llega a los hogares de los valencianos.
Estudio de la UC
A modo de antecedente recurrió a un estudio del Centro de Investigaciones Toxicológicas de la Universidad de Carabobo, publicado en 2003 en la Gaceta Sanitaria. Con 144 muestras se confirmó que “existe un riesgo de efectos adversos para la salud por la presencia de trihalometanos en agua de consumo humano, especialmente en la red baja y red San Diego” del Sistema Regional del Centro I, conformado por los dos principales sistemas de potabilización de agua en la entidad: la Planta “Alejo Zuloaga” y el embalse Pao-Cachinche.
Aunque Rodríguez desconoce el nivel exacto de estos compuestos en la actualidad (alega que no están a mano los equipos de cromatografía necesarios), refiere que la norma venezolana establece un máximo permisible de 200 partes por millón, mientras que en Europa se ubica en 100 ppm.
Metales peligrosos
La presunta existencia de metales pesados en el agua preocupa a la especialista. “Aquí en Carabobo hay niños que están contaminados con plomo, mercurio y uranio”, asegura, aunque sólo tiene en sus manos un estudio reciente hecho a un infante de 4 años habitante de Valencia, que posee en el organismo 0,069 de uranio, cuando el límite normal está establecido en 0,060.
La investigadora indica que un mineralograma de cabello es el estudio que arroja certeza en torno a esta variable de intoxicación con metales pesados en el agua. Aunque las muestras se analizan fuera del país y son costosas, sugiere que los padres interesados en practicar el examen a sus hijos se asesoren con la Fundación Carabobeña Amigos del Niño Autista (Funcana).
En 2008, cinco investigadores de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UC publicaron un trabajo en la Gaceta Médica de Caracas, basado en experimentos hechos a los niveles de plomo en la sangre de 156 niños habitantes y estudiantes de la urbanización Michelena, en Valencia.
El estudio concluyó que 66,7% de los niños evaluados presenta concentraciones de plomo en la sangre superiores a lo establecido por el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos. En 76,2% de las 56 casas muestreadas se encontraron valores “significativamente superiores” al límite permisible de plomo en el agua establecido en Venezuela.
En esas viviendas se confirmó que el suministro de agua es recibido a través del sistema de acueducto público nacional, y el 80% de la población estudiada “afirmó ingerir agua potable del suministro de la casa, ya sea filtrada, hervida o directamente del grifo”, reza el artículo.
Rodríguez afirma tener varios meses haciendo su investigación, con recursos propios y la ayuda de un grupo de médicos y especialistas. Todavía no arroja conclusiones definitivas. Cree que el primer paso, que ya está haciendo, es alertar a la población y hacer asambleas con los consejos comunales. El 14 de enero de 2010, a las 7:00 de la noche, expondrá el caso en una conferencia en la sede del Colegio de Ingenieros de Carabobo.
Iván Acare, director de Saneamiento Ambiental de la Gobernación de Carabobo, revelaba en mayo de este año que la Planta de Tratamiento “Alejo Zuloaga” potabiliza 6 mil 500 litros de agua por segundo, cuando lo ideal es que procese 10 mil. En tanto, en mayo de 2007 se conoció que “La Mariposa” estaba en capacidad de potabilizar 2 mil 500 litros por segundo, pero los trabajadores sólo estaban haciéndolo con 800 litros.
¿Qué hacer?
La ingeniera química Jacquelín Rodríguez León enumera las acciones que, según su óptica, cambiarían esta situación: cesar el drenaje que se mantiene en el Lago de Valencia desde hace 27 meses, para que deje de transportar su contaminación a la Pao-Cachinche; fomentar cultura en el uso racional del agua a nivel industrial y doméstico, establecer un programa de biomarcadores, procurar que las plantas de tratamiento industriales sean más ecológicas, recomendar el uso racional de productos químicos y propender al empleo de los biodegradables, sobre todo en ambientes agrícolas. También hacerles mantenimiento frecuente a las dos plantas residuales de la Gran Valencia, diseñadas como residenciales-domésticas y empleadas ahora como residenciales-industriales, así como diseñar un programa de protección integral de la cuenca del embalse Pao-Cachinche que disminuya el proceso de eutrofización.
“No hay que tomar agua directamente del filtro. Si se hierve primero, se matan los trihalometanos. También es bueno bañarse con agua fría, porque estos componentes no se evaporan y los poros están cerrados. Con agua caliente se evaporan y penetran al cuerpo por las vías respiratorias”, recomienda a la población. |
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