Los costarricenses sobreexplotan las cuencas hidrográficas que los abastecen de agua potable, líquido para riego, ganadería y generación eléctrica.
El más reciente informe sobre las 15 cuencas más importantes del país demostró que en cuatro de ellas la demanda mensual incluso triplica la oferta
Ese es el caso de la cuenca del lago Arenal, Tempisque–Bebedero y la península de Nicoya (en el Pacífico norte del país), así como el Grande de Tárcoles, en el Pacífico central.
En la primera de ellas, el volumen de escurrimiento natural es de 463 hectómetros cúbicos por año (hm3/año), pero en el mismo período el país le extrae más del triple: 1.363 hm3/año.
Además, en los tres meses más críticos del verano, el volumen del embalse es menor a los 50 hectómetros cúbicos, y se le extraen el doble, 100 hectómetros cúbicos.
Así lo consigna el más reciente informe sobre la Situación del Recurso Hídrico de Costa Rica, realizado por Yamileth Astorga, para el XV Informe Estado de la Nación.
El déficit de líquido también se reporta entre tres y cinco meses al año en las cuencas de Savegre, Naranjo, Grande de Térraba, Parrita, la zona sancarleña del Arenal, Abangares, Barranca, Grande de Tárcoles, península de Nicoya y Tempisque–Bebedero.
La cloaca. Una de las cuencas más extensas, la del río Grande de Tárcoles, que atraviesa 36 de los 81 cantones del país, es capaz de generar 2.048 hectómetros cúbicos por año.
Sin embargo, el 100% de su líquido es inutilizable para el consumo humano por “los niveles severos de contaminación de las aguas de sus principales afluentes”, alerta Astorga.
Eso significa que al año cada habitante se pierde de 1.000 metros cúbicos de líquido, que se desperdicia por la falta de sistemas de alcantarillado sanitario.
En Costa Rica viven 4,5 millones de habitantes, pero apenas un millón tiene alcantarillado.
Además, el 70% de la población sustituyó esa deficiencia por tanques sépticos, pero esa iniciativa pone en riesgo la calidad de las aguas subterráneas, cuya afectación se desconoce en este momento por falta de estudios técnicos.
Yamileth Astorga indicó que, para calcular el consumo de agua que existe en estas cuencas se tomaron en cuenta los registros meteorológicos para conocer la capacidad de cada cuenca y luego las concesiones de líquido en las mismas zonas.
La especialista reconoce que los datos son “escasos”, pero son una “llamada de atención” para buscar más información sobre la posible sobreexplotación de los recursos.
Según el XV Informe Estado de la Nación, en estas 15 cuencas se dispone de 37.373 hectómetros cúbicos por año, lo cual representa un caudal hídrico de 11.085 metros cúbicos por año por habitante.
El 72% de ese líquido se destina a la generación hidroeléctrica, 8% para consumo humano y casi un 6% para actividades agroindustriales y agropecuarias.
Escasa información. La sobreexplotación ha obligado a las autoridades nacionales, como el Ministerio del Ambiente, Energía y Telecomunicaciones (Minaet), a buscar otras fuentes de abastecimiento de agua potable.
No obstante, a la fecha, Costa Rica carece de información fidedigna sobre la cantidad y condición de las aguas subterráneas disponibles
Solo 400 empresas pagan canon por ensuciar el agua
Desde abril los costarricenses empezaron a pagar un impuesto por contaminar los ríos con las aguas negras y jabonosas que salen de casas, industrias, comercios y oficinas de Gobierno.
Sin embargo, apenas se han incorporado unas 400 empresas y pocos clientes domiciliares.
Se trata del nuevo canon de vertidos que pretende recaudar fondos para construir sistemas de tratamiento de aguas negras y servidas en todo el país.
El impuesto lo cobra el Ministerio del Ambiente, Energía y Telecomunicaciones (Minaet), a través del Departamento de Aguas. El cobro a los hogares se hará en los recibos de agua potable.
Por ahora solo se cobra a 388 empresas públicas y privadas.
La idea del Minaet es incorporar al resto de empresas, Gobierno y familias en el 2010, para que todos paguen un monto proporcional por ensuciar.
José Miguel Zeledón, director de Aguas del Minaet, dijo que la expectativa es recaudar al menos $8 millones al año por el canon.
El monto a pagar por vertidos varía según se trate de industrias, comercios o domicilios y si estas poblaciones le dan tratamiento o no a las aguas negras o servidas antes de tirarlas en un cauce.
Las unidades usadas para calcular el canon son la demanda bioquímica de oxígeno (DBO) y la cantidad de sólidos suspendidos.
El canon será más elevado en tanto se necesite más oxígeno para oxidar químicamente las sustancias orgánicas presentes en el agua y al total de sólidos suspendidos.
Estas sustancias orgánicas incluyen jabón, agroquímicos, solventes y excrementos que caen sin tratamiento en ríos tan deteriorados como el Tempisque (Guanacaste), Grande de Tárcoles (Pacífico central), Virilla, María Aguilar, Torres y Tiribí (Valle Central). Solo al Virilla caen a diario 250.000 metros cúbicos de aguas residuales.
Ejemplos. Una familia que tenga tanque séptico, queda exonerada del pago del canon. El cobro se hará más bien a la empresa que limpia este depósito.
Por el contrario, una familia sin tanque séptico o que envíe sus aguas a una planta de tratamiento podría pagar, en promedio, ¢435 mensuales ($0,75).
Zeledón reconoció que “el próximo año es clave”, pues empezará el intercambio de información entre el Minaet, Ministerio de Salud y Acueductos y Alcantarillados para universalizar el cobro.
Reconoció que el trámite ha sido más lento de lo esperado. Por ahora, el canon ya se cobra en los recibos de agua de la Municipalidad de Alajuela y la empresa de Servicios Públicos de Heredia.
Millones de latinoamericanos están sin agua por inequidad y pobreza
Pocas regiones en el mundo gozan del privilegio natural que emana de las montañas, selvas y glaciares que forman la geografía de América Latina: el agua
Sin embargo, esa buena disposición del líquido elemento no consigue calmar la sed de millones de personas que aún no reciben este recurso por distintas razones: inequidad, pobreza, corrupción y un desperdicio tal que solo puede generar vergüenza.
En la ciudad de Buenos Aires aún hoy, en pleno siglo XXI, hay 3,5 millones de personas que no tienen a su disposición agua potable para consumir, según señalan varias organizaciones no gubernamentales.
En Costa Rica, con una población de 4,5 millones de habitantes, apenas un millón de personas cuenta con acceso a alcantarillado sanitario.
La principal fuente hídrica de miles de personas son los pozos subterráneos, que pueden estar contaminados por los mismos desechos orgánicos.
Venezuela vive una situación dramática de racionamientos en todo el país, agravada por el pésimo estado de su infraestructura.
Colombia, considerado uno de los países con mayor potencial hídrico del mundo, tiene al borde de carecer de este recurso a casi la mitad de su población, y ahora enfrenta el fenómeno del Niño.
Brasil, detentor de la mayor fuente de agua dulce del planeta, no vive una situación mejor: desperdicia el 40% del agua para consumo humano frente a una media internacional aceptada del 20%.
Este año, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) de México, anunció que las siete represas y embalses del Sistema Cutzamala debían contar con 720 millones de metros cúbicos de líquido, pero, ante la falta de lluvias, solamente tienen 470 millones de metros cúbicos y, con ellos, debe abastecer a 5,5 millones de personas.
Menos dramática es la situación de Chile y Uruguay. Sin embargo, sobre ellos se cierne la amenaza de que, entre los añso 2040 y 2100, un aumento de las temperaturas acelere el derretimiento de los glaciares, en el primero de ellos, mientras que en el segundo el calentamiento global ya ha generado inundaciones que provocaron la evacuación de unos 6.000 uruguayos.
La mala disposición del agua genera serios problemas de salud en Perú. A ello se suman la contaminación por minería ilegal y también el cultivo con fertilizantes y plaguicidas, que envenenan el agua de los ríos.
Entre tanto, aunque no existe un diagnóstico real sobre el estado de los afluentes del Ecuador, se conoce que la mayoría se hallan contaminados debido a las descargas directas de aguas servidas y desechos industriales.
Hay un denominador común en la mayoría de los países afectados por la escasez de agua o el mal manejo de sus recursos hídricos: la inequidad y la pobreza.
En Puerto Rico, el 3% de la población no recibe agua de la Autoridad de Acueductos debido a que no cuentan con capacidad económica para tener los sistemas de abastecimiento.
El desequilibrio también es evidente en toda América Latina con el excesivo uso de agua para cultivos y el consumo residencial ilimitado.
“En todos los sectores de la economía de Brasil el agua es muy utilizada y en particular en la irrigación, donde es muy grande el desperdicio –advierte José Antonio Frizzone, del Instituto Nacional de Irrigación de Brasil–. Se gasta mucha agua para producir poco, cuando debería ser lo contrario”.
El tema hídrico ya genera roces entre naciones, como sucede con Argentina y Uruguay por la construcción de una papelera a orillas del río Uruguay.
Hay que reconocer que las legislaciones en esta materia han avanzado. En varios Estados el agua ha adquirido rango ministerial. En otros se endurecen las normas para evitar el derroche. Pero mientras se mantengan las condiciones de desigualdad y el agua siga siendo un bien cada vez más excluyente y no se consuma de forma sustentable, la región estará condenada a pasar de la prosperidad hídrica que brinda su paisaje a la ruina ambiental. |
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