Lo que era una zona verde dedicada a la cría de ganados, se convirtió en los últimos años en un desierto que reúne las mismas características que el océano de arena del Sahara. Se trata de Carmen de Patagones, al sur de nuestra provincia, y el diagnóstico, crudo e implacable, pertenece a un pormenorizado informe elaborado por el INTA -Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria- en base a imágenes tomadas en este último tiempo por una estación experimental con tecnología de la NASA.
Según los técnicos del INTA, que se valieron para su estudio de la información procedente de la agencia espacial estadounidense, esta catástrofe natural se debe a un fenómeno progresivo iniciado hace unos 40 años, cuando los campos empezaron a producir menos y comenzó a faltar pastura. Desde la Chacra Experimental de Patagones se apunta que de las 900 mil hectáreas que había de monte, ahora se está por debajo de las 400 mil.
Las imágenes que se tienen de toda esa región en la actualidad son desoladoras. Todo lo que hay es arena. Ya no hay lluvias ni verde. Las vacas se murieron. No queda tierra; sólo el polvo marrón que trasluce el cielo y hace cerrar los campos. El paisaje en Stroeder, una localidad de 2 mil habitantes en Carmen de Patagones que hace poco fue visitada por el gobernador Daniel Scioli, es de otro mundo. O más preciso: de otro continente. Las tormentas de arena y la sequía hicieron de toda esa zona un desierto donde ya no se ven alambrados, tranqueras o algún molino abandonado.
Como el paisaje, los datos del INTA también son desoladores: la falta de lluvia mató al 70% de las vacas de Stroeder, donde hace tres años que no hay cosecha y se ven tantas vacas de pie, sobreviviendo con sus cuerpos raquíticos, como muertas, con sus osamentas impecables y casi sin pudrirse por los efectos de la misma sequía. Allí, los 390 milímetros anuales históricos son cosa de otro tiempo. En los últimos cinco años llueve cada vez menos. En 2007 cayeron 190. El año pasado, 170. Y en lo que va de 2009, apenas 120 milímetros. Nada. Y el resultado de esa nada, dicen ahora los expertos, no es más que un desierto que tiene las mismas características que el del Sahara, al norte del continente africano.
Según datos oficiales, además, la pérdida anual por ganado y trigo aquí es de 280 millones de pesos. Pero el cambio climático no es una cuestión ajena. El desmonte intenso que ha pelado la zona, el sobrepastoreo y el mal uso de la tierra son en gran parte responsabilidad de los productores. Reconocido o no, desmontar para sacar más plata se volvió moneda corriente en los campos de Patagones. Era la única manera de hacer más rentable esa tierra. Ahora, claro, la falta de una cortina natural de árboles hace que los vientos sigan trayendo arena y el desierto del sur bonaerense se extienda como una sábana de arena furiosa e implacable.
"La zona está desmontada. Eso y la sequía extrema hacen que la erosión eólica sea fatal", apuntan desde la subsecretaría de Desarrollo Económico de Carmen de Patagones. Y agregan: "no sería justo echarle la culpa a alguien en particular. Hubo negligencia de todos. Las instituciones crediticias, de hecho, financiaban para desmontar".
Culpas compartidas y ajenas, lo cierto es que donde había suelos ideales para el cultivo ahora hay nada más que arena. Médanos que lo cubren todo y que hacen de esas tierras un paraje fantasma. En el INTA son muy claros: "Se produjeron focos de erosión en el suelo y los vientos de hasta setenta kilómetros por hora permitieron la acumulación de arena. Ahora toda esa área es una zona de médanos que parece el desierto. Esto va a seguir porque no llueve. A comienzos de los años 60 hubo una sequía muy grave, pero sin duda que ésta la ha superado".
Según el análisis de los técnicos del INTA, el fenómeno de la sequía por sí solo no es tan grave, pero se complica cuando se combina con los vientos, que producen focos de erosión eólica. La sobreexplotación de los suelos también tiene que ver con esto. Como cada vez hay menos suelo bueno, cada vez se explota más. Y el resultado está a la vista: una sequía que lleva cinco años y cuyos estragos han sido publicados recientemente por la NASA en una de sus páginas web dedicadas a daños graves en el ecosistema.
En Stroeder, mientras tanto, emblema y principal víctima de la desertificación que atraviesa esta región del sur bonaerense, cerraron en el último año y medio el 10% de los campos y se fueron entre tres y cuatro familias por mes. Otros, todavía resisten. Esperan algún milagro. O simplemente miran al desierto y recuerdan que toda esa laguna de arenas fue, alguna vez, una tierra donde se criaba el ganado. Otros tiempos. Otra vida.
UNA CAUSA
El cambio climático podría ser una de las causas de la intensa sequía que azota a Carmen de Patagones, donde se está sufriendo una degradación importante del suelo, que están improductivos porque directamente no hay agua para producir y generó que este año no se siembre nada
Un problema para todos
El drama que afecta a Carmen de Patagones no es exclusivo de esa región del sur bonaerense, sino que, según los especialistas, se trata de un fenómeno que está en pleno desarrollo en muchos puntos del país. En el Chaco, por caso, comienza la desertificación ante la destrucción de montes como el Impenetrable para dar lugar a la soja; en toda la cordillera se agota el agua en medio de sequías generalizadas para alimentar la voracidad acuífera de la minería. En Córdoba una sequía reciente tuvo sin energía a muchas poblaciones. En esa provincia, además, se destruyeron más del 90% de los bosques y el agua subterránea que viene de la cordillera ya no llega o viene poco, consumida por la minería. La búsqueda de una rentabilidad inmediata, se denuncia desde distintas ong's ocupadas en el medio ambiente, está llevando a que muchas regiones del país caminen hacia una terrible destrucción de su ecosistema. Y las consecuencias, como en Carmen de Patagones, ya se empiezan a ver |
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