El viejo puente que cruza sobre el río Areco era ayer una postal emblemática de la desolación que vive por estas horas la ciudad. Sólo sobresalía del agua la baranda y su curva de color rosa. Esa parte de la costanera, donde vibra habitualmente la principal actividad gastronómica y comercial de San Antonio de Areco, había que adivinarla, cubierta toda por el agua.
Todavía ayer nadie se animaba a evaluar los daños que sufrió el patrimonio arquitectónico, histórico y cultural de esta localidad bonaerense nacida en el siglo XVIII y considerada la "cuna de la tradición". Por ejemplo, las autoridades no pudieron aún ingresar al Museo Gauchesco Ricardo Güiraldes, una casona que reproduce una hacienda del siglo XVIII, con su corredor, las dos salientes laterales del edificio, los techos de tejas coloniales y sus muros blancos. Entre otras piezas, la colección del museo cuenta con un escritorio que usó el escritor para traducir el Martín Fierro al inglés y una cama que perteneció a Juan Manuel de Rosas. Las autoridades esperaban que el agua bajara para poder verificar las pérdidas.
La tradición gauchesca es la marca registrada de San Antonio de Areco, y sus tradicionales y lujosas estancias la carta con la que se convirtió en un referente del turismo rural en la Provincia. Las estancias no sufrieron el embate del agua, que descargó su furia principalmente en el centro y en los barrios Amespil, Canullo y Don Pancho.
En una recorrida en lancha por las zonas más golpeadas, Clarín pudo ver una imagen repetida: del líquido amarronado sobresalían las copas de los árboles y las casas por la mitad. En la mayoría, las ventanas tenían las persianas bajas y en varias todavía quedaban luces y adornos navideños ahora sin ningún sentido.
Algunos vecinos se desplazaban en kayaks o en sus propias lanchas. La Policía y los Bomberos pasaban a controlar que quienes habían decidido quedarse en sus viviendas no tuvieran ninguna necesidad. Y en un pueblo donde todos se conocen por el apellido, de una vereda a otra se contaban qué habían perdido los Pérez y qué habían logrado salvar los López.
Donde las expectativas de que algo haya podido salvarse son casi nulas es en el zoológico, que impulsó un vecino de Areco, Carlos Merti, y que da sobre la calle Zerboni, frente al río Areco. Hasta antes de la inundación se exhibían pequeños mamíferos, aves y reptiles, fundamentalmente de la llanura Chaco Pampeana. "La verdad, no creemos que haya quedado ningún animal con vida", admitió ayer un bombero.
|
|
|