Según el Servicio Meteorológico Nacional, sin embargo, la temperatura no fue récord, ni mucho menos, aún cuando el verano ya se haya estrenado.
La máxima se registró a las 16, con una temperatura de 30 grados, aunque la sensación térmica trepó hasta los 31,5 grados a las 18, y a las 19 se mantenía en valores semejantes.
Cuando ya había caído el sol, a las 20, llegó el respiro, y la temperatura bajó a 26,9.
Agobiados, los paranaenses fueron a la búsqueda de las playas, que, mezquinas, apenas mostraron jirones de arena, y mucho agua, más camalotes, y más agua todavía.
El Parque Urquiza, la Costanera, el Puerto, todo una gran vuelta del perro de domingo, abigarrados los paseantes, y el agua ahí, a centímetros de la acera, invadiéndolo todo, tragándose a su paso los metros de playa, la arena, el verde, todo.
Los paradores de los clubes privados ahora son una postal del naufragio: todo, o casi todo, bajo agua.
Así, hubo que ingeniárselas para darse un chapuzón, buscar algo de arena, en el Balneario Thompson, que todavía resiste el avance del Paraná. En Prefectura, dato alentador, dieron un dato alentador: ayer la altura del río bajó un centímetro, nada, mucho, y marcó 4,96 metros.
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