La empresa estatal San Luis Agua busca restaurar el sistema de alerta de crecidas en las distintas cuencas de San Luis, como tenía hace unos años atrás. El incremento de las lluvias en el territorio provincial -cada vez más intensas-, el cambio de los suelos por desmontes e incendios, y el riego que conlleva la crecida de los ríos, pone de manifiesto la necesidad de volver a contar con el método que cumplió un rol fundamental, por ejemplo, en la creciente extraordinaria de Semana Santa de 2001, cuando El Trapiche quedó bajo el agua.
“La implementación de este sistema de alerta hará hincapié fundamental en la prevención, a través de un método sencillo y económico”, explicó Guillermo Aguado, asesor técnico de San Luis Agua y quien elabora en estos momentos una primera localización de los sectores factibles para ubicar las antenas, en las distintas cuencas de las Sierras Centrales y Comechingones.
Hace unos años atrás la provincia contaba con un sistema de alarma instalada en la cuenca del río Quinto y los ríos Riocito y Grande, que trasmitía en tiempo real, datos de intensidad de lluvia a la ex empresa provincial de Infraestructura Hídrica–EPIH-.
“La creciente extraordinaria del 13 de abril de 2001, que destruyó entre otras localidades al pueblo de El Trapiche y causó daños en todas las bajantes de la Sierras de San Luis, no tuvo ninguna víctima humana debido a que el sistema dio la alarma la noche anterior y se pudieron tomar todos los recaudos”, recordó Aguado.
Las intensas lluvias del miércoles pasado, que le costó la vida a dos personas que trataban de cruzar el río Conlara y provocó daños en muchas rutas, pérdidas de maquinarias y el aislamiento de localidades, no fueron comunicadas ni advertidas a ningún organismo de seguridad.
“El sistema con el que contaba la provincia medía la intensidad de lluvia y caudal en los distintos ríos. Estaba configurado para que cuando superara un determinado volumen, en determinado tiempo, hiciera sonar una alarma, que inmediatamente era notificada a la Policía, Defensa Civil y municipalidades”, explicó Aguado.
Una creciente de un río demora entre dos y tres horas en formarse, desde el momento en que comienza a llover en el nacimiento de las cuencas. Tiempo prudencial para alertar a la población.
Pero actualmente, comentó Aguado, por distintos hechos vandálicos no quedó ninguno de los aparatos instalados en las cuencas de la provincia.
“Las lluvias son cada vez más torrenciales y la crecida de ríos cada vez más frecuentes. Por lo que también es importante tomar conciencia sobre el manejo y uso del suelo”, comentó el funcionario.
Agregó que las tormentas intensas también ocasionan graves inconvenientes en la zonas de llanura, sobre todo en los suelos laborables. Aguado explicó que cuando las grandes masas de agua se encuentran sobre la tierra buscan nuevos trazados para el escurrimiento, porque ya no tienen tiempo de infiltrarse. Así, generan nuevas cárcavas, agrandan las existentes y alcanzan las rutas, caminos provinciales y vecinales de tierra, dejándolos inoperables. |
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