Tras años de demoras, el proyecto para extraer alrededor de 700.000 metros cúbicos de lodos contaminados del fondo del Ebro, en el embalse de Flix (Ribera d'Ebre), empieza a ver la luz, con el inicio inminente de las primeras obras en el río, la colocación del doble muro que aislará los residuos. El Ministerio de Medio Ambiente da por superados todos los obstáculos y sus propias reticencias, que han ido provocando sucesivos aplazamientos. La sociedad estatal Acuamed adjudicó las obras en marzo del 2008 a la constructora FCC, con un presupuesto de 155 millones de euros; el proyecto ya había sido aprobado en el 2007, con la previsión de acabar en el 2011.
Prohibir el consumo de los peces
Un estudio del CSIC ha demostrado que existe un impacto negativo de los contaminantes vertidos en Flix sobre la cadena trófica del río. Los peces analizados presentan elevadas concentraciones de compuestos organoclorados, muy tóxicos, y mercurio. Por esta razón, Jordi Sunyer, codirector del Centre de Recerca en Epidemiologia Ambiental (Creal), advierte que debería prohibirse la pesca para su consumo humano en todo el tramo final del río Ebro, tal como ya recomendó el CSIC.
El Creal lideró una investigación en los años noventa sobre los efectos de la contaminación en la población de Flix, que alertó de los riesgos de los componentes tóxicos no degradables como el DDT, el mercurio o compuestos organoclorados como el hexaclorobenceno. "Cuanto más se tarde en eliminar la contaminación, más se contribuirá a los efectos de la epidemia silenciosa", dice Sunyer. "Las partículas contaminantes entran en la cadena trófica y se acumulan en los seres vivos, sobre todo en los peces", añade. Los niveles de mercurio detectados en los siluros (por encima de 2,5 mg/kg) duplican el nivel más alto permitido por la ley para el consumo humano.
En el 2004, un estudio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), encargado por la Generalitat, puso al descubierto un enorme vertedero de residuos mineros radiactivos, metales pesados y compuestos organoclorados depositados durante más de 100 años por Ercros (antes Erkimia) en el Ebro. Una bomba de contaminación sin precedentes en España, considerada por los expertos un peligroso foco de contaminación de potenciales consecuencias catastróficas para el Ebro. Poco después de conocerse su dimensión, Antonio Serrano, entonces secretario general de Territorio y Biodiversidad, vaticinó que la limpieza debería acabar en el 2008.
Pero han pasado los años y nada se ha hecho para extraer la basura tóxica y radiactiva. El último lastre ha sido la falta de entendimiento entre Medio Ambiente y Ercros. La química explota el vertedero del Racó de la Pubilla, donde se depositarán los residuos, y debía ubicar en sus instalaciones la planta de tratamiento de los lodos contaminados y una depuradora. El Gobierno da por acabado el conflicto, aunque las negociaciones siguen abiertas.
Paralelamente, Medio Ambiente ha introducido modificaciones en el proyecto para reducir la duración de los trabajos de extracción, cuando se desplazarán los residuos tóxicos y radiactivos sumergidos en el Ebro, el momento más delicado por el peligro de que una riada arrastre estos lodos río abajo. Se sumarán métodos mecánicos a la extracción de los lodos, inicialmente prevista sólo con dragas, por lo que se dará una mayor dimensión a la obra. Medio Ambiente ha descartado trasladar los residuos en una cinta transportadora de seis kilómetros, desde la planta de tratamiento hasta el vertedero, y optará por hacerlo en camiones.
Fuentes de Medio Ambiente advierten que con el anterior proyecto la extracción se prolongaba 36 meses; ahora se trabaja para hacer más rápida la intervención y minimizar así los riesgos de un episodio de contaminación que podría afectar al suministro de agua de casi medio millón de personas, además de al sector arrocero del delta del Ebro. Las nuevas exigencias de seguridad, propuestas por el actual secretario de Estado de Medio Rural y Agua, Josep Puxeu, que se encontró el proyecto de extracción aprobado al asumir el cargo, también han demorado el inicio de las obras. Fuentes contrastadas señalan que Medio Ambiente llegó incluso a plantearse no tocar los residuos y optar por su confinamiento, opción que ya se había descartado.
Si finalmente no llega a un acuerdo con Ercros, Medio Ambiente ha buscado una ubicación alternativa para la planta de tratamiento de los residuos y la depuradora en unos terrenos del Incasòl. Sobre el vertedero del Racó de la Pubilla, fuentes conocedoras de las negociaciones dan por hecho que Ercros y Medio Ambiente llegarán a un acuerdo. La empresa exigía tener asegurada en el futuro capacidad en el vertedero para depositar sus residuos; finalmente se han buscado unos terrenos colindantes al vertedero para que su ampliación garantice capacidad para los lodos tóxicos y los residuos de la empresa.
El posicionamiento de Ercros, la empresa causante de la contaminación, ha provocado malestar en el Gobierno catalán y en el español. La química llegó a exigir una elevada cantidad de dinero como compensación a la pérdida de capacidad en el vertedero del Racó de la Pubilla, según fuentes del Gobierno y de la Generalitat. La delicada situación económica, general y de la propia empresa, ha hecho que la cautela se haya acabado imponiendo.
El Ministerio de Medio Ambiente justifica el retraso de las obras –declaradas de interés general, prioritarias y urgentes– en un plan de restitución (44 millones de euros) para garantizar fuentes alternativas de abastecimiento de agua en caso de contaminación durante la extracción de los residuos. Al tomar posesión de su cargo, Puxeu exigió mayores garantías ante un posible episodio de contaminación para asegurar que 71 municipios que captan el agua del Ebro no se quedarían sin abastecimiento. "El proyecto no ha estado paralizado, tendremos la máxima seguridad", dice el secretario de Estado de Medio Rural y Agua. Además de la elaboración del plan de restitución de agua, se iniciarán los trabajos previos a la extracción, empezando por la construcción de un muro de aislamiento.
Varios de los expertos que participaron en el proyecto para descontaminar Flix no entienden por qué aún no han empezado los trabajos previos a la extracción; científicos del CSIC y de la Universitat de Barcelona destacan que el plan de restitución no era incompatible con la construcción de la planta depuradora, ni con la ampliación del vertedero, obras con una duración prevista de un año y medio. "Es una irresponsabilidad", destaca Joan Grimalt, científico del CSIC. "El tiempo juega en contra. Los residuos están envenenando el río, es un enfermo crónico", advierte Narcís Prat, catedrático de Ecología de la UB. "El Ebro está muy contaminado, es una cloaca desde Flix hasta la desembocadura por culpa de la masa de residuos acumulados", añade Grimalt. El CSIC alerta de que un desplazamiento accidental de los residuos, provocado por una gran riada, tendría efectos catastróficos.
"Hemos transmitido al Estado la preocupación por la asunción de un riesgo que ya debería estar en vías de solución", destaca Lluís Salvadó, delegado de la Generalitat en el Ebro.
El CSIC ha comprobado que cuando se han producido riadas, el Ebro ha arrastrado partículas de los lodos contaminados río abajo. Además, el efecto de la erosión del agua sobre estos lodos es constante, ya que la masa de residuos obstaculiza el paso del río.
El CSIC y el Centre de Recerca en Epidemiologia Ambiental (Creal) concluyen que por ahora se trata de un grave problema medioambiental, pero no de salud humana, ya que los análisis realizados en productos agrícolas demuestran que cumplen los requisitos legales. "Es cierto que no se deberían encontrar componentes tóxicos en los alimentos; si se eliminan los residuos, desaparecerán", razona Jordi Sunyer, codirector del Creal.
El Consorci d'Aigües de Tarragona (CAT) analiza ahora de forma permanente el agua del minitrasvase del Ebro para detectar posibles episodios de contaminación y cortar el suministro antes de que llegue a las casas. Antes, en la Navidad del 2001, el CAT reconoció que 40 pueblos conectados al minitrasvase del Ebro consumieron agua contaminada con mercurio durante cuatro días. El pasado mayo, el CAT cortó el suministro seis horas tras detectar mercurio en las analíticas, aunque después aseguró que había sido una falsa alarma.
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