Durante décadas, el arroyo Miguelete fue una auténtica cloaca a cielo abierto, un basurero endémico al que la capital uruguaya le había dado la espalda pese a su pasado cristalino y señorial forjado a fines del siglo XIX, cuando sus riberas eran el paseo obligado de las familias pudientes.
Ese parecía su triste y fatal destino hasta que a fines de los años 90 se comenzó a trabajar de manera integral para recuperar, algo que muchos creían imposible, el principal cauce de agua de Montevideo, que nace al norte de la zona urbanizada entre las cuchillas Pereira y Grande y cruza toda la metrópolis para desembocar en el Río de la Plata.
El agua es resultado de lo que le llega… y al Miguelete le habían volcado al menos por 50 años residuos sólidos, domésticos y de las industrias que habían florecido a mediados del siglo XX, mientras la comunidad y las autoridades de entonces hacían la vista gorda.
La primera normativa sobre vertidos data de 1968 y los controles al respecto se instauraron aún más tarde, en 1990. Así, la oscuridad de sus aguas llegó a tapar toda clase de delitos.
Corte transversal
El arroyo Miguelete es considerado un cauce urbano aunque más de la mitad de su recorrido se encuentre en la zona rural de Montevideo.
Tiene una extensión aproximada de 22 kilómetros y en su cuenca viven 325.000 personas, más de la cuarta parte de la población de la capital de este país con 3,3 millones de habitantes.
La cuenca está totalmente comprendida en el territorio departamental y abarca una superficie de 113 kilómetros cuadrados. Las más significativas subcuencas de aporte son las de las cañadas Casavalle, con 10 kilómetros cuadrados, Matilde Pacheco con casi tres, Pajas Blancas con 13 y medio y la del arroyo Mendoza con más de 30 kilómetros cuadrados.
Un centenar de industrias vertiendo efluentes sin tratamientos, la falta de saneamiento y la basura tirada al arroyo por la población, que aumentó proporcionalmente a los asentamientos irregulares que a partir de la década del 60 se instalaron en sus márgenes, hicieron del tramo medio del Miguelete un peligro sanitario y ambiental.
La sumatoria llevó a que los peces y todas las demás especies que conformaban el ecosistema se buscaran un mejor lugar para poder sobrevivir.
Si bien en los tiempos del paso del siglo XIX al XX el arroyo era paseo obligado de montevideanos y montevideanas y un lugar de esparcimiento y deportes, unos 100 años después se había convertido en un sitio donde había que ser valiente para siquiera acercarse a sus costas, con extensos parques arbolados desaprovechados por el aire enrarecido de aguas cuasi servidas.
"Un curso de agua sin oxígeno no puede soportar la actividad biológica de modo que nada vivía allí", explicó a IPS el ingeniero agrimensor Ricardo Martínez, director del servicio de Geomática de la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM), el gobierno del departamento (provincia) que lleva el mismo nombre que la ciudad.
PRIMEROS AUXILIOS
Una figura de planificación derivada del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) delineó en 1998 el "Plan Especial para la recuperación física, ecológica y ambiental del arroyo Miguelete", aprobado en 2002, para que la ciudad y sus habitantes desarrollaran una nueva relación con el curso de agua.
"El objetivo era eliminar las fuentes de contaminación, recuperar la calidad de las aguas y construir un parque lineal que acompañara longitudinalmente el arroyo, dando lugar a un nuevo paisaje", dijo Martínez, responsable del plan.
La idea es transformar las "tugurizadas" márgenes del arroyo con ciclovías, sendas peatonales y vehiculares, al servicio de los barrios adyacentes.
Las intervenciones partieron de dos premisas: generar el parque en la parte urbana y preservar la condición rural de la cuenca, minimizando la actividad humana y procurando que la naturaleza se manifestara en plenitud.
No se puede pintar sobre la humedad, por eso lo primero fue concretar el Plan de Saneamiento III, que se llevó a cabo entre 1996 y 2006 a un costo de 220 millones de dólares y eliminó en buena medida el vertido de efluentes directos al curso de agua.
"Del centenar de industrias en la cuenca del arroyo quedan sólo 10 vertiendo en forma directa, el resto lo hace al saneamiento", detalló a IPS el director de la División Saneamiento de la IMM, Américo Rocco.
Paralelamente, se instauró un programa de monitoreo de la contaminación industrial a cargo. Se identificaron las firmas responsables de 90 por ciento de esa polución y se fijaron metas en relación a los niveles de cromo, plomo, metales pesados, aceites, grasas, sulfuros y sólidos de distintos tipos.
SIGNOS VITALES
La ingeniera química Alicia Raffaele, directora de la UEI, dio a IPS una idea clara de cómo se modificaron los vertidos.
"En 1996 la cuenca recibía el aporte de unas 24 empresas y la contaminación orgánica que causaban equivalía a la ocasionada por 188.000 personas", recordó, para detallar que en 1997 se comprobó que el vertido de cromo llegaba a unos 111 kilogramos por día y el de sulfuros a 28 kilogramos.
Raffaele comparó con "noviembre de 2008, cuando se contabilizan 30 empresas que producían una contaminación equivalente a la de 21.400 personas y se vertían apenas 0,42 kilogramos por día de cromo y 2,2 kilogramos de sulfuros".
La directora del Laboratorio de Calidad Ambiental, Gabriella Feola, aseguró a IPS que el índice de calidad del agua ha mejorado notablemente.
"No es el que puedes encontrar en aguas que surgen de una montaña o de un glaciar, pues es un curso que atraviesa la zona suburbana y urbana", comentó.
En términos técnicos y teniendo en cuenta que el agua potable para abastecimiento se encuentra en el rango de 85 a 100 (100 es la impoluta agua de montaña), Feola explicó que en los últimos 10 años las aguas del arroyo Miguelete pasaron de un rango de 16 a 30 sobre 100 a uno de 46 a 60.
"No es para bañarse, pero es un agua que ha ido mejorando claramente en la que puede haber vida", aseguró.
Por otra parte, comenzó la obra civil más visible. El caso paradigmático y último fue el realojo de unas 400 familias de uno de los asentamientos más antiguos de la ciudad, dejando lugar al parque lineal de 400 metros, que se concretó con el apoyo de la Junta de Andalucía, de España, y la apropiación del espacio por parte de los vecinos. Luego seguirán otros casos similares.
En el residencial barrio El Prado, una propuesta de vecinos llevó a la construcción de un circuito aeróbico. Gabriela Debellis, técnico de Planificación Gestión y Diseño de la IMM, contó a IPS que todo fue posible por la iniciativa de un gran grupo de corredores que necesitaban reacondicionar y reforzar la senda aeróbica y el pavimento gastado de balastro.
En esa zona, otrora poblada de casonas con jardines sobre el arroyo limpio de entonces, las márgenes del arroyo adquieren un aspecto más señorial, tienen pavimento pétreo y hay una serie de diques para evitar que el arroyo se seque, una intervención que data de los años 40. El año que viene se van a instalar luces.
COMUNIDAD DE VIDA
"Ahora se puede venir a tomar mate (infusión típica local), antes era imposible", narra a IPS Marcelo Merladet mientras pasea con sus dos hijos donde antes había un asentamiento irregular. Se trata del parque Juan Pablo Terra, nombre de un arquitecto de la zona cofundador del izquierdista Frente Amplio, que gobierna Montevideo desde 1990 y que llegó a la presidencia de Uruguay por primera vez en 2005.
También se intervino una zona próxima al barrio 40 Semanas, una de las más deterioradas de la ciudad, donde había graves problemas de plombemia. Se removieron los restos de la actividad fabril y se reacondicionó el espacio.
Martínez indicó que sobre el margen derecho se descubrió un muro que pudo ser un muelle de un molino construido por los jesuitas a fines del siglo XVIII. Su altura da la pauta de cuanto mayor era el volumen de agua entonces y cómo se perdió debido a la impermeabilización de la superficie que no permite la infiltración al subsuelo.
En resumen, "60 por ciento del tramo urbano del arroyo Miguelete se ha intervenido o se está en proceso", aseguró.
De todos modos, Rocco señaló que todavía queda una veintena de asentamientos en la cuenca del arroyo y otros ubicados en las subcuencas de los afluentes arroyo Casavalle y cañada Matilde Pacheco.
Eso representa un problema, porque una de las principales actividades económicas de sus ocupantes es el reciclado de basura. Y todo lo que no sirve va a parar al arroyo.
Hasta hace unos días había cuatro grupos cooperativos trabajando diariamente en la limpieza del arroyo y en tareas afines, pero acaban de caer los contratos. Uno de ellos es la cooperativa Cuarenta y Pico, que trabaja en los asentamientos sacando los residuos de rechazo de la clasificación.
El ingeniero Carlos Paz, del Servicio de Operación y Mantenimiento de Saneamiento, dijo a IPS que Cuarenta y Pico saca entre tres y seis metros cúbicos de residuos flotantes por día. "Hay plásticos, animales muertos, metales, neumáticos, botellas, bolsas…dependiendo de las crecientes y los depósitos", indicó.
Gladys Rivero, presidenta de la cooperativa contó a IPS que muchos los aplauden al ver el trabajo que realizan. "Pero también se han dedicado a provocarnos y tirarnos basura por la cabeza", dijo.
Por su parte, la IMM instaló dos Ecopuntos y un Univar (planta de valorización de materiales ya clasificados), con la idea de captar los residuos en su punto de generación y formar circuitos limpios, tratando de disminuir las clasificaciones en el hogar, algo que acostumbran hacer 85 por ciento de los clasificadores. Pero cuesta cambiar los hábitos.
Martínez relató que en una reunión con vecinos para evaluar la evolución del plan, una participante dijo que estaba molesta porque chiquilines del barrio le tiraban piedras a las garzas. "Esa fue una gran noticia, porque quiere decir que hay. La colonización de las aves de un territorio que era agresivo nos habla de que la biología hace su trabajo y mejora las condiciones ecobiológicas".
También el arquitecto Pedro Vasqué, del centro comunal de la zona, asegura que se pueden ver peces. "Es un trabajo muy de hormiga, los resultados se van a ver con el tiempo", dice. Y hay quienes juran haber visto tortugas e incluso un lobito de río.
Crisis de conciencia
En todo el proceso de recuperación del Miguelete es de vital importancia la participación social, ya que "el mayor impacto en las aguas lo produce el vertimiento de clasificadores y de muchos vecinos que tiran la basura en el arroyo", advierte el director de Saneamiento comunal, Américo Rocco.
La crisis financiera que casi sepulta a Uruguay en 2002 trajo aparejado un cambio radical: "las nuevas industrias se tecnificaron e invirtieron mucho en tratamientos de efluentes y hay un mayor respeto al ambiente y se ha fortalecido el sistema de control estatal", precisó.
Además se creó la Comisión Mixta de Monitoreo Ambiental Ciudadano, para formar ciudadanos con capacidad de contralor.
Pero los cambios no se logran de un día para el otro, recuerda el ingeniero Ricardo Martínez. "Implican un compromiso y toma conciencia colectiva, la apropiación vecinal de los espacios para garantizar su permanencia, así como seguir con la campaña de promoción y enseñanza que realiza el grupo de educación ambiental".
También se precisa que no sólo "los marginales" tiran la basura al arroyo, también lo hace gente desde automóviles lujosos.
Con la mejora del Miguelete y el plan de saneamiento III, Uruguay dio un gran paso en el cumplimiento de uno de los Objetivos de Desarrollo para el Milenio, el que refiere al mejor manejo de los recursos hídricos, la sostenibilidad ambiental y el acceso al alcantarillado.
Con el próximo Plan de Saneamiento IV se dará otro salto de calidad. Todavía da un poco de resquemor pasear en algunos tramos del Miguelete, pero al menos ya no se respira mal olor. |
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