El Museo Güiraldes es uno de los hitos más representativos de la identidad de Areco y tal vez, uno de los ejemplos más tristes de lo que se perdió con la inundación. Declarado edificio histórico en 1999, hoy está cubierto por el agua y bajo la angustia de no saber cuánto del patrimonio que allí se conserva podrá ser rescatado. "La situación es crítica, pero aún no podemos hacer una evaluación cierta del patrimonio perdido", explica a Clarín Cecilia Smith, directora del Museo. El sábado a la mañana, en poco más de una hora, unos 80 centímetros de agua inundaron las salas en las que se exponían escritos y muebles originales del tradicional novelista, autor de "Don Segundo Sombra", pero también piezas y objetos de paisanos anónimos, rescatados durante los últimos 70 años, para dar testimonio de las tradiciones autóctonas.
Hoy sólo se puede acceder hasta la cerca del edificio: el agua deja ver las paredes que empiezan a ser deterioradas por la humedad. Lo rodean las copas de los árboles y el alambrado perimetral del que cuelgan ramas y hojas.
"Para llegar tuvimos que caminar cinco cuadras con el agua a la cintura, luchando contra la correntada. Logramos rescatar la mayoría de los manuscritos, parte de la pinacoteca y algunos cuadros de Alberto Güiraldes. Pero el mobiliario histórico se perdió, estuvo más de 24 horas flotando", explica Smith. "Lo que nos queda es una sensación de caos, de desborde. Cualquier museo 'seco' del Estado, con todo lo gratificante que es trabajar de lo que uno ama, significa luchar contra la indiferencia. Cuesta describir lo difícil que se nos hace hoy este museo mojado", cierra Smith. Recién en unos días podrán saber de cuánto sirvió el esfuerzo que ella, su marido y los empleados del museo hicieron para rescatar los objetos en el agua.
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