Siempre que llovió ¿paró? Los tres mil damnificados por las lluvias en San Antonio de Areco ya descreen hasta de los refranes populares. La ciudad amaneció ayer con vecinos esperanzados por el continuo retroceso del agua, que desde el lunes ya había abandonado el interior de las casas, y con un pronóstico alentador. Pero entre el mediodía y la tarde, dos fuertes chaparrones volvieron a cargar con 40 milímetros las calles aún anegadas de los barrios periféricos. Los vecinos de los barrios bajos que decidieron no abandonar sus casas y los que permanecen evacuados muestran las ansias de retornar a su hogar y a la vez, la desazón de pensar que perdieron todo. En el casco histórico de la ciudad ya comenzaron a reparar los casonas tradicionales, los hoteles y los locales de platería que traen turistas de todo el mundo. “Que no siga lloviendo” es el deseo que unifica las distintas caras de la ciudad tapada por el agua.
Los inundables de siempre
En el gimnasio Saigós –único centro de evacuados de la ciudad– más de la mitad de las personas aprovechó el sol para ir a visitar sus casas, continuar sacando el barro que dejó el temporal y asegurarse de que el problema de los saqueos ya había sido superado. Cristina Santa Cruz es una de las mujeres que decidieron no ir a ver su casa en el barrio Amespil porque le basta con las noches sobre el colchón del gimnasio pensando “cómo vamos a hacer para recuperar todo”.
El panorama no es alentador. “La velocidad y la violencia con la que avanzó el agua sobre las casas arruinó los motores para extraer agua, elevó las napas, destruyó los baños y no dio tiempo a salvar los muebles ni la ropa”, recordó Cristina y señaló a los canales de desagüe, que con sus ojos vio abrirse a la vera del río desde los campos, como grandes responsables junto al caudal de agua que llegó por las lluvias en Carmen de Areco. “Si no deja de llover aquí y en los partidos vecinos, nos vamos a volver a inundar”, lamentó.
El gimnasio quedó en sombras y después en silencio cuando sonó el primer trueno. Luego, resignación: “Vamos a pasar Año Nuevo acá”, se resignó Rosario Lopresti, otra vecina del Amespil. Los coordinadores municipales y los trabajadores sociales no lo podían creer, se tomaban la cabeza y elaboraban teorías sobre una revancha de la madre naturaleza. “Es una nube, nada más. En Carmen de Areco y en Salto hay un sol que raja la tierra”, dijo un vecino voluntario que llegó corriendo al centro.
Una hora después resultó ser cierto. Julia Bravo y Mauricio Rodríguez festejaban con una comida junto a los vecinos con los que pasaron varios días sobre un altillo. Los 35 milímetros de lluvia no alcanzaron para que el agua vuelva a ingresar a las casas. Pero la cautela permanece y Mirta Cardozo lo hace notar. En la puerta de la municipalidad –donde fue a buscar los víveres que 400 voluntarios de Areco recepcionan, clasifican y reparten entre los 2700 autoevacuados– aseguró que le llevará tres meses volver a su casa en el barrio Don Pancho. Más cuando el río se llevó su máquina de coser y las herramientas del taller de su marido.
Agua, casco histórico y turismo
Si la velocidad de la inundación sorprendió en los barrios bajos, en el centro de la ciudad la sorpresa fue el agua. Ni la gran inundación de 1981 tapó las casas coloniales del casco histórico, la decena de hoteles sobre la costa del Río Areco o los locales de platería “for export”. El turismo es una industria importante en la ciudad de la tradición gauchesca y museos como el inundado Güiraldes –el 70 por ciento de sus reliquias fueron rescatadas del agua– y el flamante museo de Molina Campos algunos de los atractivos.
Teresa Fanelli es dueña de la chocolatería Olla de Cobre, otro símbolo local que la creciente del río no respetó y le arruinó todas sus máquinas. Lo mismo ocurrió con el hotel que con su familia tienen sobre la costanera, donde lo que habrá que reponer serán los colchones de todo el primer piso. Sin embargo, se mostró esperanzada y aseguró que de esta situación se “saldrá con el trabajo conjunto entre la ciudadanía y el Gobierno” y con una investigación técnica sobre los causantes de tal “catástrofe”.
A 50 metros, Gustavo Stagnaro tuvo un metro y medio de agua dentro de su taller de platería y ya sabe que no podrá entregar los trabajos que le encargaron clientes extranjeros ni el taller podrá producir por un tiempo. “El taller quedó destrozado y los motores de las máquinas los mandé a reparar, pero los electricistas están colapsados de trabajo. Estoy pensando en mandar a los empleados de vacaciones y tomar un mes para recuperar el taller”, explicó el platero.
El campo, bien
“En el campo fue una lluvia fuerte y nada más. Veníamos con seca y este año tuvimos las precipitaciones que faltaron el año pasado. Por eso, la cosecha de maíz va a ser buena y la de soja tiene buenas perspectivas”, resumió ante Página/12 Martín Villarino, que explota unas 3500 hectáreas en Areco y otros partidos cercanos. En cuanto a los desagües ilegales denunciados por los gobiernos provincial y nacional, Villarino resaltó que “los ilegales son los mínimos” y que “desde la dirección de Hidráulica también se habilitan canales que son un desastre”. “Los canales pueden hacer desbordar el río, pero no provocar esta inundación.”
DENUNCIA PENAL POR LA CONSTRUCCION DE CANALES
Inundación dolosa
Alejandra Dandan
El gobierno nacional presentó una denuncia durísima contra los posibles autores, coautores o partícipes de la construcción de los canales de desagües a la vera de la cuenca del río Areco, origen de las inundaciones del último fin de semana. Por la presencia de los canales, indica la presentación, “buena parte del agua que debía ser retenida en la cuenca rural fue derivada de manera directa y artificiosa hacia el río y de allí a la ciudad”. La causa quedó en manos de la Justicia federal por el supuesto delito contra la “seguridad pública” con penas que podrían llegar hasta los 20 años de prisión. La presentación no menciona ni una sola vez a los productores rurales, pero no faltan alusiones: entre otros puntos, carga parte de las responsabilidades en los mecanismos de siembra directa. Los productores, en tanto, volvieron a quejarse. Por su parte, el gobernador Daniel Scioli tomó distancia: dijo que las denuncias “no son un ataque al campo”.
Si bien las lluvias extraordinarias en la zona –empieza la denuncia– empezaron a registrarse a partir del 23 de diciembre pasado, los desagües naturales y de drenaje que están a la vera de las rutas nacionales 8 y 9, y del cauce del río “serían a priori suficientes para evacuar el volumen de agua caída”.
Con esa premisa, continúa, “se ha verificado la existencia de numerosos canales construidos en los campos de la zona, la mayoría de los cuales colectan el agua superficial y subsuperficial de las subcuencas vecinas al cauce principal, desembocando en el curso del río Areco y/o canales aliviadores de las rutas, manteniendo los predios en estas subcuencas libres de agua superficial”. Mientras sucedía eso, es decir, mientras las tierras estaban escurridas y casi sin agua, “existió como contrapartida una importante cantidad de agua acumulada en la zona urbana de la cuenca”.
Así las cosas, el Gobierno concluye en la presentación que el agua que debía haber permanecido en el campo entró a la ciudad. Y el motivo serían los canales. “La construcción de esos canales trajo aparejadas dos consecuencias: el aumento del caudal pico del río por el volumen adicional del agua que suministran de manera directa y que modifican lo que se conoce como la media del río (hidrograma natural de la cuenca). Y, por otro lado, ocasionan que el exceso de agua afecte un determinado sector de la localidad.” En este caso, la zona urbana de San Antonio de Areco.
El domingo pasado, el Ministerio de Planificación de la Nación había decidido dejar la denuncia en manos del gobierno de la provincia de Buenos Aires. Pero ayer esa decisión cambió. El subsecretario de Recursos Hídricos del ministerio, Fabián López, entregó la presentación a la Justicia federal, y la causa quedó en manos del juez Rodolfo Canicoba Corral. Según fuentes del Ministerio, la Nación avanzó cuando advirtió que las aguas habían afectado dos espacios de jurisdicción federal: las vías del ferrocarril y las rutas de circulación nacional.
Las primeras pruebas que soportan la presentación surgieron el domingo pasado. López sobrevoló la zona como lo hizo Daniel Scioli y ministros y funcionarios de la provincia de Buenos Aires y Nación. Recorrió los 70 kilómetros que separan la desembocadura del río Areco del límite superior, unas 3690 hectáreas, con una bifurcación del río y, pese a lo que hasta ahora se decía, no encontró trasvasamientos de aguas de otras cuencas sino una polución de canales.
“Es sospechoso que alrededor de la cuenca, las tierras estaban secas, no todas, pero había muy poca agua acumulada en términos relativos y eso es una muestra, obviamente, de que lo que ha quedado retenido ha ido a parar a otra parte”, dijo una fuente ministerial a este diario.
¿Cuántos son los canales? Todavía no se sabe, pero en el Ministerio dicen que no son menos de cien. Todavía no se sabe si están habilitados o no, y si aún estando habilitados se hicieron correctamente. Los hechos denunciados constituirían para el Gobierno delitos encuadrados en el artículo 186 y 196 del Código Penal. El primero pena al que provoque incendio, explosión o inundación con reclusión o prisión de 3 a 10 años, si hubiere peligro común para los bienes; hasta 15 años si hay peligro de muerte; de 8 a 20 años si el hecho fuere causa inmediata de la muerte de alguna persona. La inundación, en este caso, provocó la muerte de tres personas. El artículo 196 indica que será reprimido con prisión de seis meses a dos años el que por imprudencia o negligencia o por impericia en su arte o profesión o por inobservancia de los reglamentos u ordenanzas causare un descarrilamiento, naufragio u otro accidente. En Mercedes, en tanto, tramita una causa paralela abierta de oficio por el fiscal Pablo Merola.
Medidas higiénicas
Aunque el tiempo, la falta de infraestructura y todo lo perdido dificultan el regreso de los miles de evacuados a sus casas en los barrios periféricos, ayer comenzaron a trabajar grupos de voluntarios capacitados por la Cruz Roja para recorrer puerta a puerta los hogares que comiencen a ser ocupados y aquellos en los que sus dueños nunca se fueron. “Los voluntarios realizarán un trabajo de prevención sobre las medidas higiénicas que deben tener los vecinos hasta que se restablezcan las condiciones de hábitat”, indicó el director municipal de Salud, Raúl Alonso. El operativo intenta evitar brotes de leptospirosis y virus que provoquen malestar estomacal, fiebre y vómitos.
Además, el gobierno provincial continúa con la entrega de medicamentos y pondrá en marcha un sistema de vigilancia epidemiológica a través de las salas periféricas y el hospital local –que recibió la donación de una ambulancia por parte del Ministerio de Desarrollo Social nacional–. Desde provincia también se enviarán equipos de fumigación para prevenir el dengue |
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